La economía del castrismo arrancó este 2020 en números rojos, convertida en monodependiente del turismo. Había cerrado el 2019 con una contracción interanual de un 9.3%, atribuida fundamentalmente al endurecimiento del embargo comercial y financiero impuesto por Estados Unidos y a la quiebra del turoperador británico Thomas Cook.
Los primeros 3 meses mostraron un comportamiento similar hasta que llegó la pandemia.
“Todos los turistas que aún permanece en los hoteles se encuentran en condición de aislamiento”, anunció el régimen, el 23 de marzo, a través de su primer ministro, Manuel Marrero Cruz, quien mencionó también el cierre de las fronteras.
El país dependiente de las importaciones, con la falta de entrada de divisas, enfrentó entonces una severa crisis de desabastecimiento. La solución fue regresar a la libreta de racionamiento para distribuir la mayoría de los productos que antes podían adquirirse libremente.
“Tenemos que decir que ya desde finales del pasado año y comienzo de este año empezó a verse en Cuba una crisis de distribución de productos, es decir las importaciones comenzaron a disminuir”, recuerda el ex catedrático de la Universidad de La Habana Omar Everleny, quien ha dicho en repetidas ocasiones que la crisis actual no es resultado de la pandemia.
Ya el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, había advertido a mediados del pasado año sobre la falta de liquidez, los impagos y la disminución de las importaciones.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la mayor de las Antillas importa alrededor del 80 por ciento de los alimentos que consume la población.
Ante el desabastecimiento de productos de primera necesidad, el oficialismo lanza una cruzada contra el mercado paralelo o mercado negro y le declara la guerra a los coleros, revendedores y acaparadores. Una medida que según expertos cumplió un doble propósito: controlar las colas y tener presencia militar para aplacar cualquier intento de manifestación generada por la crisis alimentaria.
Tras tres meses de confinamiento, el 11 de junio, en la mesa redonda oficialista, el régimen anuncia el comienzo de la desescalada y crea una estrategia para incentivar la llegada de visitantes. Primero fue la cayería norte, luego los aeropuertos provinciales y finalmente el aeropuerto internacional José Martí. La Isla comunista se abría paulatinamente al turismo, pero los números son, según expertos, muy inferiores a los proyectados.
“El turismo desde Canadá empezó oficialmente, pero el movimiento es mínimo, todo el mundo está afectado por el covid-19 y si no está afectado directamente, en la salud, está la repercusión económica que tuvieron todos estos meses de cierre en muchos países”, dijo Andrés Alburquerque, especialista en turismo.
“Canadá y Europa que son los protagonistas emisores, a falta de un mercado americano que nunca llegará, no logran generar lo suficiente”, alertó el experto.
En las calles, las largas colas y aglomeraciones son parte del diario vivir del cubano. La escasez de productos de todo tipo ha sido una constante y una marca indiscutible del 2020.
“Se ha decidido dejar sin efecto la aplicación del gravamen del 10 por ciento a los dólares en efectivo que ingresan al sistema bancario”, anunció a mediados de julio el viceprimer ministro y titular de economía y planificación, Alejandro Gil, dejando sin efecto la disposición impuesta desde 2004.
En un desesperado intento por adquirir divisas el régimen promueve la entrada al país de dólares estadounidenses, la venta en monedas libremente convertibles, en los primeros pasos hacia una reforma económica que culminó en diciembre eliminando la dualidad monetaria impuesta.
En el 2020, el régimen dolarizó su economía, abrió nuevas tiendas que solo venden productos dólares y eliminó la posibilidad de adquirirlos con el CUC.
La mayoría de la población no tiene acceso a la moneda estadounidense, por lo que la medida ha sido ampliamente criticada desde todos los niveles por ampliar las desigualdades entre cubanos y entronizar el llamado "apartheid económico" en la isla.
Oficialmente Western Union cerró sus actividades en Cuba, el lunes 23 de noviembre. La medida obedece a la inclusión de Fincimex, su principal socio comercial en Cuba, en la lista de entidades restringidas por el gobierno de Estados Unidos. La subsidiaria de Cimex, es parte de GAESA, un conglomerado de empresas controladas por la cúpula militar castrista.
Ricardo Torres, economista y catedrático de la Universidad de La Habana, opina que el impacto de la medida es “brutal”, que Western Union tras años de operaciones en Cuba, ha creado una especie de cultura dentro de la población, con sucursales en todo el país, pero sostiene que se abrirán otras avenidas.
“Sin ser un sustituto perfecto, la apertura del aeropuerto y la llegada de los vuelos van a ser un alivio en ese sentido, porque el dinero va a venir físicamente”, comentó Torres en sintonía con la opinión de muchos expertos que anticipan que el régimen apostaría ahora a los viajes de la comunidad cubana en el exterior para garantizar la entrada de dólares a la mayor de las Antillas.
Tras casi una década de anunciada la eliminación del peso convertible, el CUC o “chavito” como comúnmente se le conoce en la Isla tendría fecha de caducidad, anunció el propio Miguel Díaz-Canel acompañado del general Raúl Castro en televisión nacional.
“El primero de enero que era el aniversario de la revolución, ahora pasará a ser el aniversario de la tarea de ordenamiento, ya veremos si para bien o para mal”, según Elías Amor, economista cubano radicado en España.
La eliminación del CUC, trae una necesaria devaluación del peso cubano frente al dólar, fijada por el oficialismo a razón de 1 a 24 y un alza en los salarios.
Las opiniones dentro y fuera de la isla son casi unánimes al reconocer que el incremento salarial no logra compensar el aumento de los precios de los productos básicos, los medicamentos, la electricidad, el gas, los trámites, el precio de la Internet y la telefonía entre otros.
Gil informó el 17 de diciembre sobre el estado de la economía cubana: “Estamos estimando que el comportamiento económico del producto interno bruto este año 2020 de un decrecimiento en el entorno de un 11 por ciento”, lo que representa el peor desplome en los últimos 27 años.
La contracción anunciada por el oficialismo es incluso superior a la estimada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe que vaticinó una disminución del 8.5 por ciento para Cuba.
El régimen castrista también asume que para el 2021 el turismo, llamado la locomotora de la economía cubana, apenas prevé contar con poco más de dos millones de visitantes extranjeros, es decir la mitad que en 2019.
¿Cómo impactará esto en la vida del cubano de “a pie” … El 2021 tendrá la respuesta.