Esperanza Aguirre, postulada por el Partido Popular (derecha española) para la alcaldía de Madrid, está sumamente triste al ver disuelto el viejo sueño, aunque ella amasó mucho poder en su día con la presidencia la comunidad autónoma. Se le veía afligida seriamente ante la casi segura victoria de un nuevo partido, Ahora Madrid, que, cuando haga coalición con el PSOE, podría estar representando la España del ultraizquierdista Pablo Iglesias y su partido Podemos.
Aguirre había manifestado antes que, si su candidatura favorecía que Podemos se instalara en Madrid, ella misma “ofrecía su cabeza”. O sea, se quitaba de la lista. Lo cierto es que el partido de Iglesias aparece transfigurado en las elecciones municipales con otros nombres, según afirman observadores de la realidad española.
Y este domingo, además de aventajarse en Madrid en la piel de la ex jueza, ex abogada laboralista y también ex jubilada Manuela Carmena, se alzó en la capital de Cataluña con el partido local Barcelona en Comú (Barcelona en Común), liderado por la comunista Ada Colau. Esto quiere decir que ha salido de juego Convergéncia i Unió en la alcaldía de la importante ciudad mediterránea, que hasta el domingo tenía este puesto además de la dirección de la autonomía, la Generalitat catalana. Con el giro hacia un partido no nacionalista –aunque a todas luces catalanista-, se debilita el proyecto de independencia que sostiene el presidente de la Generalitat Artur Más.
Dos mujeres en la alcaldía de las dos metrópolis españolas y un objetivo común: Evitar los desahucios de la vivienda. Con esta propuesta como “bandera”, ambas alcaldesas gobernarán y pondrán en vías de desarrollo un paquete de medidas que incluye la bajada del precio de la luz y la reformulación de proyectos para obras públicas.
En Barcelona, gobernada habitualmente por el Partido Socialista Catalán (PSC) –excepto en estos últimos años que estaba en manos del CiU-, no extraña tanto el cambio de color político. De hecho, Barcelona, ciudad de obreros y burgueses, siempre ha sido “rojilla”, al decir de la gente allí. Lo que sí ha dejado a no pocos con la boca abierta ha sido el relevo del Partido Popular (PP, derecha), que llevaba 24 años gobernando.
¿Qué ha pasado? Pues cuando a la gente le tocan sus hipotecas, los echan a la calle y encima tiene que seguir pagando una deuda sin disfrutar el inmueble, la gente de “cabrea” mucho. Y en esto no es menos cierto que los bancos se manejaban con manga ancha. Como suele suceder, y ante la ausencia de alternativas moderadas que pudieran gobernar con efectividad, se cuela el discurso populista de un partido como Podemos que viene financiándose con los petrodólares del chavismo en Venezuela.
El español promedio no mira consecuencias de ser gobernado por un partido populista –consecuencias las hay documentadas de sobra-, sino su hartazgo se convierte en carne de cañón de un comunismo adaptado a la española, un comunismo que ha sido capaz de recoger de las calles a cientos de miles de indignados, frustrados y radicales “antisistema”. Ir contra los bancos es muy fácil. Lo que les será complicado en lo adelante es cumplir lo prometido en materia laboral y de vivienda. BComú ha prometido crear 2.500 empleos inmediatamente, además de eliminar los privilegios.
Es cierto que la corrupción, después del terrorismo, es el problema más grande que tiene España. Lo ideal sería acorralarla sin tener que coartar las libertades individuales que se llegaron a alcanzar con la muerte de Franco.
Esperanza Aguirre tiene razones para estar escéptica. En su opinión, y esto lo dijo tras el avance de la izquierda extrema en las últimas horas, el programa de Podemos y partidos sucursales es un trampolín para romper la democracia.
Por si fuera poco, también este fin de semana se celebraban elecciones a las Cortes Valencianas y allí ha ganado una coalición socialista. Luego de 20 años de gobierno, el Partido Popular pierde la Generalitat Valenciana, histórico bastión de la derecha.