Nada más retruécano que fijar la fecha del izamiento de bandera un día después del cumpleaños de Fidel Castro, pero así son las coincidencias de la historia, si es que se trata de una coincidencia. Igual que cuando hablaron Obama y Raúl Castro había un barco espía ruso (iba a escribir soviético) amarrado en la rada habanera.
Demasiadas coincidencias para no ser paranoico. Pero es que la vida misma nos ha hecho así por la cantidad de sutilezas que estamos (iba a escribir estábamos) obligados a procesar. Hilar fino ha sido un deporte de nuestros padres, luego un deporte de los hijos y de los nietos. ¿Qué quiso decir el comandante? ¿Qué fue lo que sugirió “Manolo” que luego se convertirá en ley?
A escasa prensa estamos acostumbrados, así que podríamos hoy, perfectamente, interpretar la visita de Nicolás Maduro y la de Evo Morales como un posicionamiento del delirante socialismo del siglo XXI, aunque el pretexto haya sido agasajar al viejo Castro en su cumpleaños 89.
Uno se pude imaginar ese aeropuerto, con pistas diferenciadas para la llegada de Kerry y la partida de Evo y Maduro, si es que coinciden en tiempo y espacio. Pero sería imaginar demasiado. El aeropuerto de La Habana no tiene tantas pistas.
Como quiera que sea, el astuto dictador, hoy desvencijado en todos los frentes, no estaba teniendo mucha prensa con los acontecimientos que hay. La tímida apertura informativa –no quedaba más remedio con el avance de las nuevas tecnologías- ha vertido más noticias de represión a la disidencia que de la operación “milagro” del puerto del Mariel, la nueva empresa por la que apuestan los Castro. Ahora sueñan con convertir un país comunista, que decían que era, en una república estilo chino donde el dinero estará concentrado en cuatro o cinco empresarios (en China más de cinco por la densidad de población).
El viejo dictador, pues, escribió él mismo una carta por su cumpleaños, en la que no deja de recordar a los yanquis cómo crecieron después de la Segunda Guerra Mundial cuando otros países se hundían en la miseria.
Vamos a ver: Si, para el izamiento, Kerry se hará acompañar de los mismos marines que en su día arriaron la bandera, como símbolo de una vuelta al pasado sin rencores, ¿cómo un estadista caprichoso, que bloqueó todo tipo de negociaciones a lo largo de cincuenta y cuatro años, va a refunfuñar ahora?
Mejor quedarse callado, celebrando su cumple con piñatas bolivarianas, rones excelsos y hojas de coca de “la paz” (por la capital de Bolivia, claro está).
El mundo ha cambiado pero el patriarca, como suelen hacer los engreídos, no deja de presentarse en medio de las romerías. Hasta el último aliento. Y lo logra.