A mediados de 2011 el empresario Marcelo Odebrecht abrió un espacio en su abultada agenda y embarcó rumbo a La Habana para visitar la construcción del Puerto del Mariel, ejecutada por la compañía familiar que presidía. La fecha del viaje no fue escogida al azar. Estaría en la isla para recorrer la obra junto al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y, muy probablemente, a Raúl Castro.
Con el propósito de agasajar a personas importantes para los negocios, Marcelo cargaba en su equipaje cuatro obsequios. El más especial de ellos, para el General de Ejército y jefe del Consejo de Estado de Cuba.
Parte de la organización de ese viaje, quedó al descubierto en cinco correos electrónicos grabados en más de una veintena de memorias incautadas por la policía en la sede de la empresa en Sao Paulo y que constan, junto a decenas de otros mensajes, en el informe pericial número 438/2015 del Núcleo de Combate a la Corrupción de la policía brasileña.
En el primero de los mensajes Ricardo Boleira, director de Odebrecht en Cuba hasta 2013, confirmó la visita de Lula al Puerto del Mariel en la mañana del 1ro de junio, además de la posible presencia de Raúl Castro.
“La noche anterior tendremos una reunión [con Lula] seguida de una cena en la casa del embajador brasileño para un grupo restringido. En Mariel haremos presentación actualizada, visita a los frentes de obra y cierre con almuerzo. Se espera la presencia de Raúl Castro, aún no confirmada. Estarán aquí para apoyarme Roberto Dias y João Nogueira, que de aquí siguen para Caracas, dando continuidad a la programación de visitas”, informó Boleira.
La movilización de dos altos ejecutivos de la empresa para “apoyar” la visita, precisamente de los directores de Relaciones Institucionales y Créditos a la Exportación, respectivamente, indica la importancia conferida por el conglomerado brasileño a los negocios en la isla.
El presidente de Odebrecht se sumó inmediatamente a la comitiva. Informó a sus directivos que estaría en La Habana para la ocasión, examinó la posibilidad de salir de Cuba rumbo a Caracas con Lula da Silva -quien viajaba en avión privado contratado por la firma constructora- y finalmente indagó: “¿Debo llevarle algún obsequio a alguien en Cuba?”
Algunas horas después, Marcelo escribió otra vez a su secretaria y a Luiz Antonio Mameri, vicepresidente para América Latina y Angola y hombre clave en la expansión internacional del grupo: “¿Qué regalos sugieren?”, insistió el patrón de Odebrecht en un escueto mensaje.
La respuesta al patriarca de Odebrecht llegó del hombre de la compañía en La Habana.
“En relación a los regalos sugiero: un regalo para Raúl Castro, será su cumpleaños el día 3 de junio, podemos entregárselo durante la visita a las obras o hacérselo llegar después en nombre de MO [Marcelo Odebrecht]. Tres regalos menores para los siguientes clientes (sic): Pedro Perera (Director de DIP Mariel – Fuerzas Armadas Cubanas), Rodrigo Malmierca (Ministro Comercio Exterior) y José Felicio (Embajador de Brasil en Cuba)”, escribió Boleira.
Entregar obsequios a autoridades puede ser una práctica usual en las relaciones diplomáticas y empresariales. Pero lo novedoso de esta correspondencia es que expone de manera inédita un estrechamiento de relaciones entre la constructora Odebrecht y las más altas esferas del régimen cubano desde los primeros años.
En otro correo, fechado el 13 de diciembre de 2011, Boleira transmite a la directiva de Odebrecht informaciones recibidas del primer escalón, clara evidencia de que la empresa se movía con cierta familiaridad en el entorno del poder cubano.
“Malmierca confirmó que llegó el pedido brasileño de visita a Cuba de la presidente DR -Dilma Rousseff, según la pericia policíaca- para el día 31 de enero y salida de aquí el día 1 hacia Haití”, informó a sus superiores el director de COI, más tarde promovido a dirigir los extensos negocios de la compañía en Perú.
La cercanía al poder formaba parte de un modus operandi denunciado en varios de países donde la constructora se estableció como proveedor de infraestructura del sector público, dígase Venezuela, Perú, Angola, República Dominicana, Panamá o su natal Brasil. Sumado a la vasta capacidad técnica y financiera del grupo, la proximidad con las altas esferas políticas y la influencia en decisiones económicas estratégicas de los países e incluso en elecciones, fueron pilares en la expansión de la compañía.
El mismo informe policiaco contiene una lista de obsequios distribuidos en noviembre de 2011 a jefes de Estado e influyentes personajes de la política en Brasil. El mandatario venezolano Hugo Chávez; José Eduardo dos Santos, presidente de Angola; Dilma Rousseff; los expresidentes brasileños Lula da Silva, Fernando Henrique Cardoso y José Sarney; el exgobernador de Sao Paulo, José Serra, candidato derrotado a la presidencia en dos ocasiones (por Lula y por Rousseff), aparecen en la relación de obsequiados junto a una decena de políticos más.
El listado incluye puntualmente desde libros a cuadros. Pero los mensajes no sacan a la luz cuál fue, en definitiva, el regalo de Marcelo para Raúl Castro.
No menos importante
Marcelo Odebrecht era uno de los empresarios más importantes de Brasil y presidía el conglomerado de empresas que lleva el apellido familiar, con negocios que abarcan los sectores de la construcción civil e industrial, transportes, agroindustrial, ambiental, explotación petrolera, naval y militar. Sí, Odebrecht también fabricaba submarinos nucleares y misiles.
El empresario inspeccionó personalmente las obras del Mariel al menos en tres ocasiones, dos de ellas en compañía de Lula da Silva y otra junto a Dilma Rousseff, codeándose con otros presidentes amigos del ALBA durante la inauguración del puerto en enero de 2014.
El hombre que administraba dos imperios paralelos alrededor del mundo, uno productivo y otro corrupto, contaba con ingresos declarados de $45 mil millones de dólares en 2014, lo que significa más de la mitad del Producto Interno Cubano, calculado en $80 mil millones.
Pero con tanta riqueza y tanto poder acumulados, no escatimó en cuidar detalles como los regalos para las autoridades cubanas. Un indicador más del valor que el empresario otorgaba a los negocios en Cuba, con mirada de futuro.
Además del Puerto de Mariel, ¿cuáles eran, a largo plazo, los planes de Odebrecht en la isla? ¿Fraguaba la compañía brasileña otros proyectos de expansión en la infraestructura y la industria cubanas?
¿Alcanzó a Cuba el mayor caso de sobornos internacionales de la historia? ¿Extendió Odebrecht su modelo ilícito a los negocios en la isla? ¿Cuánto costó el Puerto del Mariel ejecutado por el gigante de la construcción brasileña? La serie de reportajes “Los oscuros negocios de Odebrecht en Cuba” que comienza a publicar Martí Noticias, busca respuestas a estas y otras interrogantes siguiéndole los pasos a la compañía desde que arribó al país, entre 2007 y 2008, conducida por Hugo Chávez y Lula da Silva. Para reconstruir esa trayectoria, la investigación periodística revisó centenas de páginas de documentos sacados a la luz a raíz de la operación Lava Jato, que investiga la megatrama de corrupción destapada en Brasil y extendida a al menos 12 países de la mano de Odebrecht. Tras el examen de acusaciones de la fiscalía brasileña, auditorías del Tribunal de Cuentas de la Unión, pericias de correspondencia capturada por la policía, demandas en tribunales, videos de las delaciones premiadas de ejecutivos de Odebrecht y políticos brasileños y cables diplomáticos desclasificados relacionados a Cuba, Odebrecht y las operaciones de crédito para el Mariel, además de decenas de reportajes de la prensa brasileña, la serie consolida un retrato actual y revelador de todo lo que se sabe hasta la fecha de los obscuros negocios de Odebrecht en Cuba. De acuerdo al director de Transparency International en Brasil, Bruno Brandão, los pilares para la expansión internacional de la corrupción de Odebrecht fueron: privilegios concedidos a la empresa en Brasil, la diplomacia del ex presidente Lula da Silva para facilitar su actuación en el exterior y la concesión de créditos del banco de fomento brasileño para obras internacionales. La pesquisa periodística muestra cómo todas esas condiciones se dieron en el caso cubano. El cuadro se agrava cuando se tiene en cuenta que Odebrecht fue nombrada por el gobierno cubano para ejecutar el Mariel sin pasar por licitaciones, sumado a la inexistencia en Cuba de órganos independientes de fiscalización del estado y un factor no menos importante: dirigieron los negocios en Cuba los mismos ejecutivos que admiten hoy haber pagado sobornos en República Dominicana, Angola, Perú y otros países de América Latina y África, como parte del modus operandi de expansión de la compañía. |