En las elecciones presidenciales de Estados Unidos 2016, la Florida, un estado que se considera oscilante en sus tendencias de votación (no vota consistentemente por uno u otro partido) es uno de los cuatro que más votos electorales otorga al candidato ganador con 29, la misma cantidad que Nueva York y solo menos que California (55) y Texas (38). De ahí la importancia de los sufragios de los cubanoamericanos, de los cuales 1.4 millones residen en el Estado del Sol (2015).
Durante décadas, los cubanoamericanos votaron tradicionalmente por el candidato del Partido Republicano, que invariablemente apoyaba el aislamiento internacional y las sanciones económicas contra el régimen comunista de Fidel Castro.
La plataforma 2016 del Grand Ole Party reitera el enfoque histórico de la organización sobre la excepcionalidad de la isla comunista en el continente: condena al “corrupto” y “criminal” régimen castrista, apoya a sus víctimas, defiende las condiciones establecidas por la Ley Helms-Burton para un acercamiento, y respalda a Radio y TV Martí, la Ley de Ajuste Cubano y la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre.
En las elecciones de 1996, 2000 y 2004 los cubanoamericanos de todo el país dieron respectivamente el 60 % de sus votos al candidato republicano Bob Dole, el 75 % a George W. Bush y el 70% a la reelección de Bush.
En 2008 y 2012 todavía votaron mayoritariamente por John McCain (63,9%) y Mitt Romney (52%). Sin embargo, en esos últimos comicios, por primera vez los cubanoestadounidenses de la Florida depositaron más votos a favor del candidato demócrata a la reelección, Barack Obama (49%) que del candidato republicano (47%). En 2008 Obama ya había captado un 35% de las boletas de ese grupo hispano.
Analistas y encuestadores atribuyen el desplazamiento a la mayoría de edad de jóvenes cubanoamericanos que están rompiendo con los hábitos de votación de sus padres y abuelos, y también a las diferentes oleadas de inmigrantes cubanos que han llegado a EEUU, más de la mitad, después de 1990. Entre 2000 y 2010, el crecimiento medio anual de la población inmigrante cubana fue de 17.300, según un análisis realizado por el Pew Research Center sobre datos de la Oficina del Censo.
Gracias a la Ley de Ajuste Cubano de 1966, los recién llegados de la isla pueden obtener su residencia permanente al año y un día de su arribo, y la ciudadanía, condición esencial para registrarse como elector, cuatro años después.
Estas oleadas de inmigrantes cubanos son percibidas, a diferencia de sus predecesores, como mayormente espoleadas a emigrar por la endémica crisis económica en la isla; suelen regresar por visitas familiares a Cuba a los pocos meses de obtener la residencia, y en general apoyan la política de distensión con el gobierno y de apoyo al pueblo cubano desarrollada por Obama y que Hillary Clinton promete continuar.
El candidato republicano en 2016, Donald Trump, tampoco se ciñe en este sentido a lo proclamado por la plataforma de su partido. Trump ha manifestado que “el concepto de apertura con Cuba ─50 años es suficiente─ está bien (pero) creo que deberíamos haber logrado un acuerdo más sólido".
Esa postura podría estar funcionando entre los nuevos electores cubanoamericanos. En un balance publicado el lunes 31 de octubre, el Washington Post reportaba como el mayor cambio de la semana anterior que Florida había pasado de ser un estado inclinado a votar por los demócratas a ser uno de "cara o cruz". El promedio de encuestas que publica el sitio web RealClearPolitics mostraba esa semana un empate a 44,4 % en Florida entre Clinton y Trump.
Los cubanoamericanos tienen por otra parte una de las tasas más altas de concurrencia a las urnas entre los estadounidenses de origen hispano. En 2012, votó el 67% de los estadounidenses de raíces cubanas, en comparación con 48% de los latinos en general.