El fraile franciscano de origen cubano, Antonio Camiñas, quedará inmortalizado próximamente en Miami cuando se devele un busto a su memoria en predios del Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad.
Camiñas recibió a unos 4.000 niños y adolescentes cubanos que llegaron solos a España por decisión de sus padres a partir de la segunda mitad de la década de 1960 y hasta 1974 ante los temores de que fueran enviados al Servicio Militar Obligatorio, a tenor de la Ley 1129, de 1963.
Como principal benefactor de este éxodo, el sacerdote franciscano, que fue expulsado de Cuba cuando Fidel Castro llegó al poder, facilitó el alojamiento y la educación de los menores en el país europeo hasta su posterior viaje a Estados Unidos.
La construcción del pedestal, que comenzó el pasado día 3, está a cargo de obreros de la compañía OACA Construction, pero en la fundición laboran también varios de aquellos niños, hoy padres y abuelos, que fueron acogidos por el sacerdote en Madrid.
Julio Céspedes, tenía 14 años cuando su padre lo llevó a España en diciembre de 1968. A las pocas semanas, su papá recibió un contrato de trabajo en Las Palmas, Gran Canaria, y dejó al chico al cuidado de Camiñas y su equipo. No fue hasta pasado el año, que Julio se reencontró con su padre.
“Para mí es algo grandioso, lo que un día fue un sueño hoy lo estamos convirtiendo en realidad. Era un deber, una deuda saldada”, dijo Céspedes a Martí Noticias.
Los costos del pedestal y el busto superan los 20.000 dólares, y ha sido un grupo de más de 30 de aquellos menores, que se hacen llamar “Los Niños del Padre Camiñas”, quienes han asumido el monto con recursos propios.
“El proyecto se está llevando a cabo con donaciones de nosotros mismos, estimamos entre 20 y 25.000 dólares”, manifestó Adalberto Socas, otro de aquellos niños que llegó solo, con 14 años, al aeropuerto de Barajas, en marzo de 1968.
No hubiese cristalizado la iniciativa sin la anuencia del rectorado de la Ermita y la dirección de la Arquidiócesis de Miami. El padre José Joaquín Espino González-Longoria, rector del Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad, considera que no hay otro sitio que más merezca acoger la escultura de Antonio Camiñas.
“Es que la Ermita es el lugar que va recogiendo la historia de nuestro exilio, de la emigración cubana y esa es la razón que decidimos honrar al fraile que se dedicó a cuidar a niños cubanos no acompañados en España”, dijo el sacerdote.
El busto de Camiñas se sumará al de otras personalidades religiosas cubanas que se exhiben en los jardines de la Ermita como el presbítero Félix Varela; el Venerable Hermano Victorino de la Salle; y Monseñor Agustín Román.
“El busto estará listo a finales de noviembre, pero la inauguración será el 25 de abril, aniversario del nacimiento de Camiñas en 1914, en Remedios, Matanzas”, dijo Orlando Cruz, que llegó a España en 1968, con 14 años.
EL ARTISTA, UN GENIO DEL ARTE DE ESCULPIR Y MODELAR
En la fundición de obras de arte, Art Foundry Run, en el suroeste de Miami, el escultor y ceramista, Fernando de las Casas, da los toques finales al modelaje de la obra escultórica personalizada, a partir de una fotografía de Camiñas, que comenzó hace dos meses.
“Es un honor para mí poder hacerlo porque representa mucho la época que salieron esos niños y él los ayudó, le dio de todo, hizo lo posible para que estuvieran bien y pudieran regresar a su familia”, comentó el artista oriundo de Camagüey, desde donde partió al exilio en la década de 1980, primero en Costa Rica y Panamá para finalmente radicar en Estados Unidos.
Una vez concluido el modelaje, la escultura pasará al proceso de cera perdida y luego a la fundición en bronce.
Y ahí, alrededor de la mesa de trabajo del artista, junto al maestro, un grupo de hombres contempla el rostro de Camiñas en arcilla como si buscaran escuchar su voz, sus consejos y hasta sus regaños.
Entre ellos, Orlando Arrom, de los más pequeños. Contaba 11 años en 1968 cuando ingresó a los albergues dirigidos por Camiñas, Nuestra Señora del Buen Aire y Casa de Campo, los dos en El Escorial, en la comunidad de Madrid. “Es un sueño hecho realidad”, comentó.
Lo acompañó en ese sentir, Manny Méndez, también llegado a la Madre Patria en 1968. “Esto es una cosa muy sentimental 50 y tantos años después. Lo estamos disfrutando, estamos muy satisfechos”.
La memoria del fraile Antonio Camiñas será perennidad por determinación de quienes lo llaman padre.
“Es también la de nuestros padres, de su sacrificio para que hoy viviéramos en tierra de libertad, para nuestros hijos y nietos que algún día pasarán por aquí y dirán, mi papá fue parte de esto”, concluyó emocionado Julio Céspedes.
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