Bate rosado en ristre –porque Major League Baseball rendía homenaje a las pacientes de cáncer en el Día de las Madres–, Gordon Beckham le hizo un swing atrasado a una pelota de 100 millas por hora que fue a caer detrás de la segunda base y los Chicago White Sox dejaron al campo a Cincinnati, 4-3. Aroldis Chapman, como usted ya seguramente imaginó, era el lanzallamas encargado como relevista de los Rojos.
Desde el séptimo episodio, cuando el también cubano José Dariel "Pito" Abreu consumía su turno a la ofensiva, crucé los dedos en el anhelo de un duelo suyo contra Chapman. Todo salió a pedir de boca, porque el Cinci llegó al final del noveno con la pizarra mostrando un abrazo, 3-3, y el zurdo fue enviado al box.
Los dos primeros envíos, de 99 millas, resultaron bola adentro y foul, respectivamente, en la cuenta de Abreu. Después, apareció una curva de 87, fuera de zona; un strike de 100 millas; un foul sobre 101… y el swing al aire de Abreu, contra un pitcheo desviado pero de 102.
Ya con uno fuera, Adam LaRoche se enfrentó solamente a dos disparos de 101 millas, bateó en definitiva de roletazo por segunda, y el inning parecía languidecer.
Avisail García era el siguiente hombre en el cajón: Bola de 87 millas, swing contra una pelota de 100 y, finalmente, hit al centro ante una oferta de 101. Para complicar las cosas, y como no hay peor cuña que la de un compatriota, el pinareño Alexei Ramírez rechazó hacia el center field una pelota alta, de 99 millas, convertida en hit.
Llegó, entonces, Gordon Beckham, y un lanzamiento wild de Chapman adelantó a los corredores. Pero la secuencia de relámpagos salidos del prodigioso brazo zurdo del holguinero no amilanaron al bateador: 100 millas, después 101 y otras dos veces 100, la última con el hit decisivo, al centro y sin mucha potencia.
Ahora Chapman, que encajó en un santiamén su primer revés y su primera carrera permitida, tiene balance de un triunfo y una derrota, con 0.68 de efectividad en 13.1 innings. Ha ponchado a 23 oponentes, con seis bases por bolas y seis juegos salvados.
Aunque lo vi perder, sentí renovado orgullo por el gigante serpentinero, el mismo que no tembló con aquel peligroso accidente en la lomita. Y por Alexei Ramírez, quien ha merecido el bate de plata desde su posición de campo corto; y por "Pito" Abreu, a quien no todos los días le bombardean con pitcheos de 102 millas.
Me apena, en cambio, que millones de compatriotas nuestros, allá en la Isla, no puedan ver –desde sus casas– finales asombrosos como este de White Sox y Cinci. Hasta un día, por supuesto.