Este viernes 14 de octubre falleció en Miami el poeta Luis Mario González, más conocido como Luis Mario.
El bardo y periodista había nacido en Quivicán, La Habana, en 1935, y contaba 81 años al morir. El poeta se exilió en 1967 decepcionado del rumbo tomado por la revolución castrista. El escritor sufrió un lento deterioro como consecuencia debido al mal de Alzheimer y el Parkinson.
Luis Mario se desempeñó como profesor de Periodismo de la Universidad de Miami, de 1992 al 2000. Durante 30 años ejerció como periodista del Diario Las Américas de Miami, Florida, donde fue Jefe de Redacción durante trece años. Desde 2002 comenzó a laborar en la Redacción de Noticias de Radio Martí, durante ocho años, hasta su jubilación en 2010.
Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y vicepresidente del capítulo de Miami del Círculo de Cultura Panamericano y Presidente Nacional de ese Círculo, 2010-2011.
Corresponsal de la Asociación Prometeo de Poesía, Madrid, España. Miembro de la Academia de la Historia de Cuba. Miembro de Honor del Movimiento Mundial Dariano de Nicaragua y Miembro fundador del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio. El escritor publicó trece libros de poesía y de crítica literaria, además de Inspiradores, en 2006 (trescientas biografías de personajes importantes que se transmitieron a Cuba a través de las ondas de Radio Martí).
Como homenaje al poeta muerto, Martí Noticias rescata esta entrevista que Armando de Armas le realizará en 2010 para esta misma página.
MN. ¿Qué es Poesía?
LM. Para mí, Poesía es lo poético escrito en reales versos. Eso sí, no me pregunte qué cosa es "lo poético", porque ese término conlleva el misterio de lo indefinible. Hay dos elementos esenciales para la Poesía. "El primero es el ritmo y después la imagen poética". Esa fue la respuesta inobjetable que me dio Octavio Paz cuando lo entrevisté para Diario Las Américas en enero de 1987. Y es natural que si en la poesía no hay ritmo, deviene en simple prosa por muy poética que sea. Y eso no quiere decir que haya que supeditarse a metros definidos como el octosílabo, el endecasílabo, el alejandrino, etc. Hay una música verbal que surge sin acentos obstruccionistas, y su ritmo es inconfundible para cualquier poeta.
MN. ¿Qué es un poeta?
LM. Un poeta es quien ejerce el don natural de escribir lo poético en verso, sin tener que contar las sílabas con los dedos.
MN.Usted ha ejercido como poeta y como periodista. ¿Cómo se llevan ambos oficios?
LM. Poesía y periodismo son términos radicalmente contrapuestos. El lenguaje del periodista se apoya en la objetividad, en tanto que la Poesía es netamente subjetiva. Lo doloroso surge cuando por estar realizando un trabajo periodístico, el poeta tiene que rechazar un instante supremo de inspiración. Al llegar ese instante, sólo hay dos caminos posibles: escribir los versos o seguir trabajando. Si se hace lo primero, se salva el poema, pero si se hace lo segundo, se pierde el poema para siempre, porque la inspiración que no se recibe se despide con una mueca de decepción y no vuelve jamás.
MN. ¿Cómo ve en la distancia su Ciencia y arte del verso castellano?
LM. Mi libro Ciencia y arte del verso castellano fue escrito con la sana intención de ayudar a los poetas para que no pierdan tiempo con hermetismos ininteligibles, ni escribiendo trozos de prosa que pretenden pasar como versos, cuando no se trata de un asunto tipográfico, sino rítmico. Es lamentable que haya poetas que pierden su talento tomando por atajos distantes de la Poesía, cuando podrían transitar por anchas avenidas líricas. Todas las artes requieren estudio, y la Poesía no es una excepción. Eso no quiere decir que no deben romperse las reglas. Al contrario, las reglas hay que conocerlas para poder jugar con ellas, para poder dominarlas y hacerlas objeto de nuevas creaciones. Pero para lograr eso hay que estudiar.
MN. ¿Qué tiempo le llevó la investigación y escritura de un libro de esa envergadura?
LM. Ese libro me costó alrededor de veinte años de trabajo, al unísono de mi labor de periodista. Gracias al director del Koubek Memorial Center, Pablo Chao, logré tener acceso ilimitado a la librería Otto Richter de la Universidad de Miami. Si en aquel entonces hubiera habido Internet, lo hubiera escrito con más rapidez, pero quizás no tendría la misma exactitud de mis lecturas de libros de "carne y hueso", y se le hubieran infiltrado errores que pululan en la electrónica moderna.
MN. Y ya que hablamos de Ciencia y arte del verso castellano, ¿cómo se llevan los oficios de poeta y crítico?
LM. En mi caso particular, no ejerzo la crítica para humillar ni molestar a nadie, sino para ayudar a quien lo necesite. En ese aspecto sigo la orientación de José Martí: "Cuando tengo que decir bien, hablo; cuando mal, callo: ese es el modo mío de censurar". Por lo demás, la crítica nada tiene que ver con la Poesía, excepto en el caso del poeta que también la ejerce, porque debe ser muy cuidadoso con su producción poética, para que no censure en el huerto ajeno lo que siembra en el propio.
MN. ¿El lenguaje de un poeta como Rubén Darío ha envejecido a estas alturas del juego poético o mantiene su vigencia?
LM. Si me pusiera a recolectar poemas de Rubén Darío que mantienen su vigencia, la lista sería muy larga. Leer Poesía no es cosa de vejez ni de vigencia. La Poesía es o no es, y al leerla, hay que transportarse a la época en que fue escrita. Por ejemplo, a mí me gusta leer a Bécquer y a Quevedo, lejos ambos en el tiempo. Pero en el caso de Darío, hay que leer "Los motivos del lobo", poema con virtud de eternidad. Y "Lo fatal", tres estrofas que no perderán su vigencia jamás.
MN. ¿Conoció a José Ángel Buesa? ¿Cómo lo valora como poeta y como hombre?
LM. Conocí a José Ángel Buesa, que fue mi amigo y mi maestro. Dedicó toda su vida al estudio de la Literatura y la Poesía, y publicó un libro que es un tesoro para los poetas: Método de versificación. Sobre su obra poética, sucede lo de siempre, que lo mejor ha tenido menos difusión que lo más selecto. Así y todo, esos poemas de amor erótico son un ejemplo de belleza eufónica, con una calidad que no admite tropiezos sintácticos, ni rimas defectuosas como las escritas con verbos, ni asonancias, ni diéresis, ni sinéresis, en fin, que sus libros gozan de un tecnicismo admirable, propio de un profesor de la palabra poética. Como persona, fue un amigo leal, generoso, cultivador de un sentido refrescante del buen humor, y siempre dispuesto a servir a los demás.
MN. ¿Conoció al Poeta Nacional, Agustín Acosta? ¿Cómo lo valora como poeta y como hombre?
LM. También conocí a Agustín Acosta, el gran Poeta Nacional de Cuba, nombrado por el Congreso de la República en 1954, hombre que vino al exilio a la edad de 86 años, para morir en 1979, casi seis años después, ratificando de ese modo su vocación de libertad. Fue un hombre absolutamente bueno, que en diversas ocasiones retrató a Cuba con el clarísimo pincel de sus versos, y supo defenderla, hasta poner en peligro su vida, cuando fue encarcelado en la Fortaleza de la Cabaña por haberle escrito una carta abierta al dictador Gerardo Machado, en aquel entonces presidente de Cuba. Desde Colombia, el poeta Ismael Enrique Arciniegas abogó por el poeta preso enviándole un cable al dictador, quien se complació en anunciarle que "el poeta Agustín Acosta goza ya de libertad. Gerardo Machado". Ese incidente describe como ninguno otro la diferencia que hay entre una dictadura republicana y una tiranía totalitaria.
MN. ¿Con preferencia, a qué horas escribe Luis Mario?
LM. Si es en prosa regularmente escribo en horas de la mañana, pero si se trata de versos, eso no lo decido yo, y me remito a otro pensamiento martiano: "Poeta, cuando la idea acuda a tu mente, aunque sientas pereza de darle forma, obedece, que alguien te habla".
MN. ¿Trabaja ahora en algún proyecto literario?
LM. Acabo de crear un portal de Internet www.poesialuismario.net que estoy incrementando cada día. Eso me ha tomado tiempo y de cierta forma ha pospuesto mis aspiraciones para preparar otro libro que, aunque ya está escrito, sigue disperso en los archivos de mi computadora.
MN. ¿El exilio, es bueno o malo para el poeta?
LM. Cualquier emoción, positiva o negativa, es caldo de cultivo para el poeta. Se ha dicho que la felicidad no inspira, sin embargo, el amor conyugal ha producido libros como La amada inmóvil, de Amado Nervo; La sombra iluminada, de Virgilio Díaz Ordóñez; Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez; El libro fiel, de Leopoldo Lugones y Giraluna, de Andrés Eloy Blanco. Yo mismo le dediqué mi libro Prófugo de la sal a Magda, mi mujer, rescatadora del hombre, reivindicadora del poeta.