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Muere Leonard Cohen, el artista que en Cuba dejó de creer en las revoluciones


 Leonard Cohen.
Leonard Cohen.

El cantante y poeta canadiense que viajó a Cuba en los 60's confesó que su estadía en la isla lo alejó de movimientos revolucionarios y de la política en general.

Leonard Cohen, que murió el jueves a los 82 años, vagabundeó por el mundo buceando en su propia melancolía y emergió como la voz sublime y espiritual de su generación.

Más conocido como cantante y compositor, Cohen entró a la industria musical relativamente tarde y fue primero un poeta, una solitaria vocación que encajaba en la personalidad tímida y frecuentemente deprimida de este joven de Montreal.

Pero Cohen, que luchaba contra su pánico escénico incluso en la cima de su
carrera, grabó algunos de los temas más críticamente aclamados, aunque no siempre comercialmente lucrativos del siglo XX, incluidos "So Long, Marianne" y "Suzanne", inspirados en dos de las muchas mujeres que fueron sus musas, además de la religiosamente entonada y frecuentemente interpretada "Hallelujah".

"Es con profundo dolor que informamos que el legendario poeta, compositor y artista, Leonard Cohen ha fallecido. Perdimos a uno de los más reverenciados y prolíficos visionarios de la música", dijo su manager en un comunicado publicado en la página oficial de Cohen en Facebook el jueves de noche. Su funeral, que será privado, tendrá lugar en Los Angeles.

Nacido en el seno de una próspera familia judía que fundó sinagogas en Canadá, Cohen fue celebrado como uno de los grandes literatos de todos los tiempos en su país natal, pero pasó su vida adulta constantemente en movimiento, tanto geográfica como espiritualmente. Tras el anuncio de su muerte, Montreal colocó las banderas a media asta.

"Ninguna música de un poeta sonaba o se sentía como la de Cohen. Sin embargo su obra trascendió las generaciones", dijo el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, también originario de Montreal.

Cohen fue uno de los que cargó el féretro de Pierre Trudeau, también primer ministro de Canadá, junto a Jimmy Carter y Fidel Castro, entre otros.

Amantes de su música rápidamente se congregaron frente a la casa donde
creció, en el corazón del distrito de Plateau Mont Royal de Montreal, donde encendieron velas y cantaron algunos de sus éxitos.

Cohen comenzó su carrera musical en los años 60 en Nueva York, donde alternó con artistas de vanguardia como el pintor Andy Warhol y el líder de Velvet Underground, Lou Reed, quien al presentar al canadiense en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2008 dijo: "Somos muy afortunados de estar vivos al mismo tiempo que Leonard Cohen".

Sin embargo, Cohen, por temperamento, estaba más cómodo en relativa soledad. Pasó años formativos en la isla griega de Hidra, donde pudo escribir a una cómoda distancia del mundanal ruido. Más tarde en su vida, se retiró a un monasterio cerca de Los Angeles y fue ordenado monje budista zen.
Cohen describía su trabajo como confesional, pero de una manera que le permitiera explorar sus pensamientos más que regodearse en ellos.

"Nunca pensé que fuera realmente alguien importante. Por ello el trabajo que tenía delante era solamente cultivar este pequeño rincón del campo del que creía conocer algo, que tenía algo que ver con investigarme a mí mismo, sin caer en la autoindulgencia", confesó a un locutor radial canadiense, Jian Ghomeshi, en 2009.

El cantante mantuvo una larga fascinación con lo espiritual, considerándose judío aunque se consagró al budismo y estudió con un gurú hindú.

Pero Cohen -entre cuyos álbumes figura "Death of a Ladies' Man"- también fue famoso por su gusto por el sexo, viviendo con numerosas mujeres en distintos arreglos y escribiendo "Chelsea Hotel No. 2" sobre un encuentro amoroso con Janis Joplin en la famosa dirección bohemia neoyorquina.

Cohen, cuya última relación fue con la pianista de Hawái Anjani Thomas, no veía contradicciones entre su lado sexual y su lado espiritual.

"Están conectados. Si dejas a Dios fuera del sexo, es pornografía. Si dejas al sexo fuera de Dios, se convierte en mojigato", dijo al semanario alternativo Detroit Metro Times en 1993.

Cohen estaba también profundamente ligado a su madre, la hija de un rabino que dio al futuro artista un temprano amor por la música a través de sus tradiciones lituanas.

Su padre, un exitoso comerciante textil que crió a su familia en la comunidad bilingüe de Montreal, murió cuando el artista tenía nueve años.

Heredó de su padre la atención impecable a la vestimenta -su ritual antes de cada concierto era lustrarse los zapatos, y su sombrero fedora nunca lo abandonó- pero la falta de una figura paterna fuerte también le ofreció la oportunidad de la libertad.

El joven Cohen pasaría sus noches en bares y clubes de música acechados por los marineros de Montreal, un gran puerto antes de la conclusión del canal del río San Lorenzo en 1959.

Aunque su habilidad con los instrumentos no es lo que lo tornó famoso, Cohen aprendió los fundamentos de la guitarra con un guitarrista español de flamenco en Montreal.

También tenía una deuda con el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, que tanto le inspiró que a su primer hijo, una niña, la llamó Lorca.

El romanticismo por Federico García Lorca, que pasó tiempo en Cuba y fue asesinado por fuerzas franquistas en la Guerra Civil española, también llevó a Cohen a viajar a los 26 años a La Habana comunista durante la invasión de Bahía de Cochinos liderada por exiliados apoyados por Estados Unidos.

En una biografía de Cohen, Sylvie Simmons escribió que regresó a casa luego de que su ansiosa madre lo buscara a través de la embajada canadiense en La Habana, que lo localizó.

El artista sugirió más tarde que su estadía en Cuba lo alejó de movimientos revolucionarios y raramente se inmiscuyó en política luego.

Ya tarde en su carrera, Cohen se subió otra vez a los escenarios porque su manager de toda la vida, en quien confiaba ciegamente, le había robado más de cinco millones de dólares, dejándole solo con deudas e hipotecas.

Cohen quería retirarse al monasterio budista, pero regresó con álbumes en 2012 y 2014 y apenas el mes pasado había publicado su último álbum.

Titulado "You Want It Darker", en él se muestra en paz con su propia mortalidad. Marianne Ihlen, la inspiración para "So Long, Marianne", le precedió en la muerte en julio pasado. En una carta final a Ihlen, Cohen declaró su "amor infinito" por ella. "Creo que te seguiré muy pronto", escribió.

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