Cuando me mudé a La Habana con mi esposa, diplomática estadounidense, una de mis principales preocupaciones era la comida.
La cocina cubana no es precisamente famosa por su variedad, y como musulmán paquistaní pensé que nunca volvería a encontrar comida adecuada y me tendría que conformar con arroz y frijoles, como todos los demás, escribe Khaver Siddiqi en una crónica para Roads and Kindoms.
Yo estaba equivocado. Durante mi primera semana cuando fui al mercado para diplomáticos más cercano (uno de los pocos mercados donde uno puede encontrar cosas como leche y huevos) y encontré pollo Halal de Azerbaiyán, y de todos los lugares.
En las semanas siguientes, me encontré con un diplomático egipcio y él me invitó a la Embajada de Egipto. Yo estaba en un principio confundió y le pregunté qué era la ocasión. Él respondió: "Por las oraciones del viernes, por supuesto". Yo no lo podía creer. ¿Estaba realmente en la Cuba de los coches clásicos, bares históricos, dulce de ron y cigarros? Apunta el cronista musulmán.
Cuando llegué a las puertas de la embajada, el guardia me dejó entrar. En la planta baja, hacia la cocina al final del pasillo había una habitación donde alfombras de oración estaban extendidas por el suelo. La sala se llenó con el dulce aroma de Ittar, el aceite de fragancia común en muchas mezquitas. En el otro extremo, varios coranes fueron apilados en los estantes, incluyendo traducciones en inglés, español y árabe.
Cuando encontré mi lugar para sentarme, miré alrededor de la habitación; había un mapa de Egipto, los versículos del Corán en la pared y una increíble pieza de arte que muestra a José Martí, el héroe nacional cubano, en algún lugar de Egipto, de pie delante de los jeroglíficos.
Unas semanas más tarde, escribe el autor, me fui a otro sitio musulmán. Desde el exterior, el edificio no se destaca. A diferencia de las mezquitas de todo el mundo, no hay minaretes y no hay otro signo que un letrero: Casa de los Árabes, en árabe y en español. La puerta es alta y estrecha, y tan pronto como entras, te transportan a otro mundo. Hay indicios de la arquitectura islámica dispersos en todo el edificio, como los arcos y los azulejos intrincados. En el centro del atrio descansa la fuente donde alguna vez hubo agua. Los pavos reales solitarios alrededor de la fuente en busca de su pareja. En el último piso de este edificio está la sala de oración, afuera los fieles están realizando wudu, el acto de la limpieza de uno mismo antes de la oración.
El mundo del Islam está también fascinado con Cuba. De acuerdo con el presidente turco Erdogan, era musulmanes, no Colón, quienes descubrieron a América. El presidente Erdogan también dijo que Colón al llegar describió la mezquita en una colina en la costa cubana y que él espera construir una mezquita en el mismo lugar. Las autoridades cubanas han rechazado hasta ahora la petición.