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Neocastrismo pretende diseñar una Constitución que perpetúe la dictadura


 Miguel Díaz Canel saluda a Raúl Castro.
Miguel Díaz Canel saluda a Raúl Castro.

Dos dependientes limpian la meseta de la cocina con un detergente que huele a limón, y otro raspa con un cepillo la plancha donde se preparan las hamburguesas de cerdo y pollo.

Una hora antes de abrir al público, Joel dueño de la cafetería, supervisa el trabajo mientras bebe sin prisa un batido de mamey. Cuando usted le pregunta su opinión sobre la futura Constitución, Joel hace un gesto de desagrado con sus labios.

“Las cosas empezaron mal. En esa comisión que crearon de 33 diputados para reformar la Constitución, no hay un solo trabajador por cuenta propia. Es imposible legislar sobre la pequeña empresa sin la participación de propietarios de negocios. Esta gente (el régimen) administra la ley, el orden y la trampa”, señala Joel.

Nairobi, un travesti habanero que se prostituye por poco menos de dos dólares en un barrio al sur de La Habana, desconoce que la Constitución es la Ley Fundamental de la República. "Ay, qué sé yo, niño. Pero si van a redactar otra Constitución, debieran autorizar legalmente la prostitución e incluir a gays, lesbianas y jineteras en ese cocinado. A lo mejor Miguel Barnet es el que nos representa".

Yunior, dueño de un casino ilegal conocido en Cuba como burle, desearía que “el juego prohibido se legalice. Un gran número de cubanos juegan a la bolita. Y en el campo es normal que los guajiros hagan peleas de gallos y jueguen silot. No creo que lo autoricen. Esa nueva Constitución es para darles más poder a los mayimbes”.

Luis Alberto, vendedor de DVD con programas y filmes pirateados de la televisión estadounidense, “ni siquiera conocía que iban a modificar la Constitución. Deberían legalizar las antenas por cable y autorizar negocios con empresas extranjeras. Pero como el gobierno es el dueño del país, hace lo que le da la gana. Por su propia voluntad no van a renunciar al poder. Inventarán todas las artimañas que puedan inventar”.

A un costado del Capitolio, aún en fase de terminación, Gerardo, custodio, para matar el tedio lee los titulares del diario Granma. "Vamos a ver si esa Constitución trae mejoras salariales. Hace falta que pongan en vigor leyes que ofrezcan una mejor seguridad social a los jubilados y personas de bajos recursos. Antes de presentar esa Constitución, tienen recortar el número de diputados. Ahora son 612, pero cuando se muden pa’l Capitolio, solo caben 200 y pico de diputados”.

A siete de diez personas entrevistadas en las calles habaneras, no les interesa que Raúl Castro haya decidido enmendar la Constitución antes de salir de circulación en 2021. Tampoco les importa que no se hubiera convocado a un referendo para elegir a los redactores de la próxima Carta Magna.

“Si estoy pa’ eso, el día de la votación para ratificar la nueva Constitución, voy y voto. Si no, me quedo en la casa viendo películas o tiñéndome el pelo”, dice Iliana, empleada bancaria.

Esa apatía ciudadana, supone Carlos, sociólogo, es “el arma más poderosa con la que cuenta el régimen en sus cruzadas políticas. La indiferencia, aprobar todo como si fuesen zombis y quejarse solo en la sala de sus hogares, allana el camino para que el gobierno actúe a su antojo”.

Hildebrando Chaviano, periodista y abogado disidente, que participó en 2015 en una elección de delegados, considera “que es una oportunidad de oro para que la gente deje a un lado la ingenuidad y vote por el NO. La oposición debiera seguir esa estrategia. Pinochet, en Chile, quiso validar un referéndum y el pueblo voto que NO. De lo contrario, seguirá el actual estado de cosas. El régimen está haciendo trampas desde el principio. Vamos a darles el beneficio de la duda. Debieran haber sido los 612 diputados, entendiendo que ellos representan al pueblo, y no escoger a solo 33 personas los que formaran parte de esa constituyente. ¿De qué forma los eligieron? Es la constituyente más pequeña del mundo. Sin lugar a dudas, el gobierno pretende blindarse con la nueva Ley Fundamental de la República y no dejar resquicios para que en el futuro los opositores puedan postularse como candidatos de barrio. Repito, la mejor opción es votar NO”.

En El Vedado, a tiro de piedra del malecón y muy cerca del hotel Riviera, reside Julio Aleaga, periodista independiente y activista político disidente, que fuera gestor de Candidatos por el Cambio, una estrategia que apuesta por insertar a candidatos opositores en las estructuras de base del Poder Popular.

En opinión de Aleaga, “todo está en ascuas. Se va a reformar una Constitución de corte soviético, establecida en 1976 que más obtusa no podía ser. Los reformistas dentro del gobierno están presos en sus propias reformas. Primero hay que ver que sale de esa comisión constituyente. Desde luego, debieron haber elegido a quienes participarán en ese proceso. Pero Cuba no es una democracia. Por tanto, la abstención es una mala opción. Lo ideal sería que la mayoría de los ciudadanos votaran por el NO. Y sobre esa posibilidad debiera trabajar la disidencia, porque esto no es problema de unidad. En Cuba, cambiar el sistema, es una labor que le pertenece a la oposición”.

Por ahora se desconoce el tiempo que demorarán los constituyentes en poner a punto una ley de leyes que no despierta el interés de un segmento amplio de cubanos. La propia autocracia, burlándose olímpicamente de la Constitución, ha infringido ocasionalmente sus normas.

“Cuando los cubanos no podían entrar y alojarse en los hoteles, el gobierno estaba infringiendo la Constitución. O que las personas que residen en las provincias orientales no puedan vivir en La Habana. La prohibición por parte de la Seguridad del Estado de que no fueran elegidos opositores en las asambleas de delegados de barrio, infringía varios artículos de la Carta Magna. Si la nueva es solo incluir las reformas económicas o legales que el Estado ha puesto en práctica en la última década, no dará respuesta a la realidad que vivimos”, piensa Sergio, abogado y añade:

“Si querían una Constitución avanzada, era mejor retomar la de 1940 y partiendo de ese texto, actualizarlo acorde a los nuevos tiempos. Era el camino más corto”, recalca Sergio.

Pero la autocracia verde olivo no es tonta. Si se pretende gobernar indefinidamente, se necesitan herramientas legales para perpetuarse en el poder. Ése es el objetivo.

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    Iván García, desde La Habana

    Nació en La Habana, el 15 de agosto de 1965. En 1995 se inicia como periodista independiente en la agencia Cuba Press. Ha sido colaborador de Encuentro en la Red, la Revista Hispano Cubana y la web de la Sociedad Interamericana de Prensa. A partir del 28 de enero de 2009 empezó a escribir en Desde La Habana, su primer blog. Desde octubre de 2009 es colaborador del periódico El Mundo/América y desde febrero de 2011 también publica en Diario de Cuba.

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