Para el comandante de la revolución, Guillermo García Frías, las esperanzas de recobrar la agonizante ganadería cubana están puestas en el esperma de un toro semental estadounidense nombrado Gator.
La relación del viejo guerrillero de origen campesino con Gator, su propietario Dan Marvel y el empresario ganadero norteamericano John Parke Wright, está descrita por el periodista Taylor Wofford en un artículo titulado Las vacas, el capitalismo y el futuro de Cuba, publicado en el último número de la revista Newsweek.
“Cada vez que Gator eyaculaba, Dan Marvel ganaba 10 mil dólares. Cuando el toro murió el pasado año ya había dejado una tonelada y media de semen de la máxima perfección genética, o tan cerca de ella como nunca se ha registrado”, explica Wofford, en las primeras líneas de su extenso artículo.
Los vínculos de García con Marvel comenzaron hace cinco años, cuando éste último recibió una llamada telefónica de Wright, el acaudalado ganadero residente en Naples, Florida: desde Cuba se interesaban en el semen de Gator y prometían pagarlo bien.
Seis meses después García, de 87 años, recibía a Marvel y a Wright en sus oficinas de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna. El acuerdo quedó concertado, y según narra el periodista, Marvel y su esposa Sandra recibieron semanas después en su correo un cheque de $50,000 dólares para comprar una considerable cantidad del semen de Gator destinado a fundar un hato de ganado bovino en Cuba.
El reportero dice que a principios de este año Wrigth lo invitó a visitar la hacienda El Macho, que administra García, y fue testigo de la semilla sembrada por Gator: Unos veinte añojos, robustos.
“Wright, asegura que ellos son el primer cruce entre un toro estadounidense y becerras cubanas en 50 años”, dijo Wofford.
El resto de la historia, que Wofford le cuenta como novedad a sus lectores estadounidenses, está llena de hechos conocidos desde hace mucho por los cubanos, y van desde la carencia de carne de res en la mesa de los cubanos hasta la crisis generalizada en la agricultura, y las nuevas medidas que el gobierno ha bautizado como actualización del modelo económico.
Maria Antonia, una terrateniente privada en Cuba
Lo que muy pocos conocen es que en las estribaciones de la Sierra Maestra se asienta un extenso y próspero rancho llamado El Alcázar, cuya propietaria, María Antonia Puyol Bravo, es la única terrateniente privada que hay en Cuba, cuyas tierras no fueron confiscadas por la Ley de Reforma Agraria, aprobada en 1959.
Woffor cuenta que María Antonia, de 88 años, quien nunca se casó ni tuvo hijos, administra ella misma su hacienda de 1,500 acres y, como ella afirma, sus vínculos cercanos con los hermanos Castro le permitieron mantener sus tierras, siempre productivas.
Cuando Fidel y Raúl Castro subieron a las montañas como guerrilleros, el rancho de María Antonia sirvió de aprovisionamiento a los alzados.
María Antonia creció en Birán, en el mismo poblado de los Castro, con quienes pasó sus años de niñez y adolescencia, cabalgando y pescando. Desde entonces, dijo, ellos parecían predestinados a dirigir.
“Hoy, dirigen a toda Cuba como acostumbraban a hacerlo en Birán”, subrayó la anciana, según Woffor.