Ya se instaló la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela. La nueva constitución vendrá por añadidura. Era previsible, no por intuición desbordante o cálculos estadísticos en las salas de juego, sino sencillamente por la experiencia que yo viví en circunstancias parecidas. La idea fundamental de las ciencias sociales es una predicción o evidencia empírica que sostiene lo que uno anuncia, lo que uno advierte sobre cualquier asunto de interés público. Todo está escrito, basta revisar en la Internet lo que se ha escrito sobre el tema en los últimos quince años para entender el desenlace. Ahora pasaremos a lo que viene.
Con la nueva constitución se pondrá fin a la política de contención de las protestas con balitas de goma y algún que otro muerto a manos de los colectivos. En lo adelante el Código Penal venezolano podría incluir la sanción de muerte por fusilamiento (artículo 28 del Código Penal cubano), sobre todo por traición a la patria, conveniente argumento que sembró en Cuba un dolor irredento. Hasta ahora, Leopoldo López y Antonio Ledesma gozaban de una relativa seguridad, pero a partir de ahora la comunidad internacional debe entender que corren extremo peligro.
Yo vivo de mis apuntes no publicados. Uno de ellos es el estudio de Anthony F.C. Wallace sobre los intentos deliberados de crear una nueva cultura. La dislocación de la cultura lleva a una súbita identificación caracterizada por una extrema desorganización social, cultural y personal que lleva al país más allá del punto en que es posible restablecer el equilibrio mediante valores y prácticas tradicionales. Entonces, la población es presa de un extremo desencanto, perdida de la autoestima e incapacidad para enfrentar las circunstancias. De ahí pasa a un periodo de creciente tensión y distorsión cultural en el que ya resulta inútil cualquier esfuerzo por restablecer la normalidad.
Como consecuencia de ese proceso viene la conversión (sucedió en España y en Cuba), la mayoría del pueblo más preocupada por la subsistencia que por la providencia o el mandamás de turno, se somete a las exigencias del nuevo régimen. Los más jóvenes gozarán de oportunidades que nunca soñaron, pilotos de aviones, tanques y radares, pero la corriente subterránea del país será escapar de aquella locura.
¿Qué fue de la negociación de Estados Unidos con Nicolás Maduro? Eso es para la galería, si usted se lo quiere creer que le sirva de bien. Cualquier negociación sobre Venezuela pasa por La Habana. ¿Habrá amenazado Estados Unidos con reducir las importaciones de petróleo? Sólo si usted sigue creyendo en los Reyes Magos. ¿Qué puede haber pedido Estados Unidos? Estabilidad.
¡Ah! Si yo hubiera sabido todo esto cuanto tenía veinte años.