Después de los resultados de las primarias en Nueva York, es casi seguro que el magnate Donald Trump sea el candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano, y Hillary Clinton sería la candidata del Partido Demócrata.
El senador republicano de Texas Ted Cruz todavía cree que tiene esperanzas.
Su plan es impedir que Trump llegue a los 1.237 delegados que necesita un candidato para obtener la candidatura a la Presidencia por el partido. Cruz quiere impedir que Trump saque los suficientes delegados en las primarias que faltan para, entonces, él en una segunda o tercera vuelta ganar en la convención.
Soñar es barato y tal parece que eso es lo que está haciendo Cruz. Algo similar ocurre en la primarias del Partido Demócrata. La exsecretaria de Estado Hillary Clinton también le propinó una pateadura a su contrincante, el senador de Vermont Bernie Sanders.
Trump necesitaba el 50% de los votos para recibir la mayor parte de los delegados a la convención a realizarse en Cleveland en julio. En Nueva York sólo sacó la friolera del 60% de los votantes del Partido Republicano. Eso le garantiza que por lo menos ya ha obtenido 89 de los 95 delegados en juego en el estado.
El gobernador de Ohio sacó tres delegados y todavía hay tres en juego.
Lo que está claro es que Trump va a terminar con los 1.237 delegados que necesita o va a estar muy muy cerca de conseguirlos.
Anoche, además, se pudo ver el efecto que ya están teniendo en la campaña los profesionales contratados por Trump después que se pasó unas semanas y unas cuantas primarias viendo a Cruz sacándole delegados en todo tipo de forma.
En el Partido Demócrata pasa algo similar.
Clinton sacó el 57.9% de los votantes demócratas ganando las primarias sobre Sanders por más de 15 puntos. Antes de anoche algunos todavía pensaban que Sanders tenía posibilidades de ganar. Esa idea sólo queda en los sueños de los niños y en un candidato de 74 años que, sin dudas, ha sido el que más público ha llevado a sus funciones.
Sanders tiene dinero para continuar en la contienda hasta que se haya contado el último voto en las primarias de California –la última– en junio. Pero ya es más para ver si sigue su ataque fuerte a Clinton, lo cual dañaría las posibilidades de que Clinton gane la Presidencia, o si de aquí en adelante va a ser más suave con su contrincante.
El resultado de eso lo veremos pronto.
La semana entrante –el martes que viene– de nuevo hay primarias en varios estados del noreste y algunos como Pennsylvania, aledaños a Nueva York. En todas estas primarias, hasta ahora, tanto Trump como Clinton tienen amplias ventajas. En casi todas le llevan más de 10 puntos a Cruz y a Sanders.
Ahora falta sumar y restar. Cada voto que obtengan Trump y Clinton los acerca al número de delegados necesarios para obtener la nominación en sus respectivos partidos.
Hay que ver si Trump llega a los 1.237 delegados o si se queda corto por pocos delegados. En ese caso, el partido ha dicho que los delegados a la convención decidirían en una serie de votos. Trump y una mayoría de los votantes republicanos creen que el que llegue a la convención con el mayor número de delegados debe ser el candidato. Pero el Partido Republicano insiste en que las reglas son las reglas y hay que observarlas.
Entre los demócratas ya hay muy pocos que creen que Sanders puede alcanzar a Clinton. La realidad es que Clinton es la casi segura candidata del Partido Demócrata.
Pero todavía faltan primarias por realizarse. Hay cinco el martes que viene. Entonces, veremos si los resultados de esta semana son ratificados por los votantes que irán a las urnas ese día.