Fumar cigarrillos electrónicos quedó prohibido desde ayer martes en lugares públicos de Nueva York como restaurantes, bares, parques y playas, siguiendo el mismo tratamiento que han tenido los cigarrillos convencionales y el tabaco.
La medida fue aprobada por el ayuntamiento el 19 de diciembre y firmada por el entonces alcalde Michael Bloomberg.
La legislación antitabaco es particularmente estricta en Nueva York. La edad legal para comprar tabaco, cigarrillos y cigarrillos electrónicos será elevada a 21 años el 18 de mayo próximo, una medida sin precedentes en una ciudad importante de Estados Unidos.
Nueva York no permite fumar --y ahora tampoco electrónicamente-- en bares, restaurantes, oficinas, parques y playas. Además, numerosos edificios residenciales prohíben el uso de tabaco en sus instalaciones.
También en Chicago entró en vigor este martes una medida que prohíbe fumar cigarrillos electrónicos en lugares públicos. Y a principios de marzo, Los Ángeles también votó a favor de una prohibición similar.
La joven industria del cigarrillo electrónico está floreciente en Estados Unidos. Las ventas se han multiplicado por nueve entre 2010 y 2012 y el mercado representa casi 2.000 millones de dólares, contra 80.000 millones de los tradicionales.
La ley varía en cada estado y en cada ciudad. En algunos lugares, por ejemplo, se autoriza su venta a menores de edad.
La semana pasada, la FDA --la agencia estadounidense que regula los alimentos y medicamentos-- anunció que comenzará a regular la venta de los "e-cigarettes", también llamados "e-cigs", además de prohibir su comercialización a menores de 18 años.
Según un informe reciente de un grupo de legisladores demócratas, los fabricantes de e-cigs aprovechan un vacío legal para promover sus productos ante los jóvenes para volverlos adictos a la nicotina.
Los e-cigs son todo un boom en España, pero en Latinoamérica no han tenido el mismo éxito. Argentina es el país que ha ido más lejos al prohibir su importación, distribución y comercialización, mientras otros países como Brasil, Chile y Cuba carecen de regulación al respecto, si bien su venta es muy menor.
El cigarrillo electrónico se basa en un inhalador con un pequeño frasco que contiene una mezcla líquida (puede contener o no, nicotina), la que al ser calentada a través de una pequeña resistencia electrónica, alimentada por una batería, produce un vapor que es inhalado por el fumador.
Sus beneficios y riesgos están siendo investigados, aunque continúan siendo objeto de polémica. Sus defensores lo presentan como una alternativa que permite sustituir el tabaco por un método de administración de nicotina, sin el resto de los componentes tóxicos, y ninguno de los cancerígenos presentes en la combustión del tabaco.
El humo del tabaco porta más de 4000 sustancias químicas, muchas de ellas irritantes, y más de 40, cancerígenas; además, más de 60 sustancias son añadidas en el proceso de manufactura.
La medida fue aprobada por el ayuntamiento el 19 de diciembre y firmada por el entonces alcalde Michael Bloomberg.
La legislación antitabaco es particularmente estricta en Nueva York. La edad legal para comprar tabaco, cigarrillos y cigarrillos electrónicos será elevada a 21 años el 18 de mayo próximo, una medida sin precedentes en una ciudad importante de Estados Unidos.
Nueva York no permite fumar --y ahora tampoco electrónicamente-- en bares, restaurantes, oficinas, parques y playas. Además, numerosos edificios residenciales prohíben el uso de tabaco en sus instalaciones.
También en Chicago entró en vigor este martes una medida que prohíbe fumar cigarrillos electrónicos en lugares públicos. Y a principios de marzo, Los Ángeles también votó a favor de una prohibición similar.
La joven industria del cigarrillo electrónico está floreciente en Estados Unidos. Las ventas se han multiplicado por nueve entre 2010 y 2012 y el mercado representa casi 2.000 millones de dólares, contra 80.000 millones de los tradicionales.
La ley varía en cada estado y en cada ciudad. En algunos lugares, por ejemplo, se autoriza su venta a menores de edad.
La semana pasada, la FDA --la agencia estadounidense que regula los alimentos y medicamentos-- anunció que comenzará a regular la venta de los "e-cigarettes", también llamados "e-cigs", además de prohibir su comercialización a menores de 18 años.
Según un informe reciente de un grupo de legisladores demócratas, los fabricantes de e-cigs aprovechan un vacío legal para promover sus productos ante los jóvenes para volverlos adictos a la nicotina.
Los e-cigs son todo un boom en España, pero en Latinoamérica no han tenido el mismo éxito. Argentina es el país que ha ido más lejos al prohibir su importación, distribución y comercialización, mientras otros países como Brasil, Chile y Cuba carecen de regulación al respecto, si bien su venta es muy menor.
El cigarrillo electrónico se basa en un inhalador con un pequeño frasco que contiene una mezcla líquida (puede contener o no, nicotina), la que al ser calentada a través de una pequeña resistencia electrónica, alimentada por una batería, produce un vapor que es inhalado por el fumador.
Sus beneficios y riesgos están siendo investigados, aunque continúan siendo objeto de polémica. Sus defensores lo presentan como una alternativa que permite sustituir el tabaco por un método de administración de nicotina, sin el resto de los componentes tóxicos, y ninguno de los cancerígenos presentes en la combustión del tabaco.
El humo del tabaco porta más de 4000 sustancias químicas, muchas de ellas irritantes, y más de 40, cancerígenas; además, más de 60 sustancias son añadidas en el proceso de manufactura.