La ayuda certera de la OTAN para prevenir el caos de una invasión ya lo vimos durante el conflicto en la ex Yugoslavia. El genocidio de Milosevich pudo ser contenido por las tropas de la Alianza Atlántica. La impasividad actual de la ONU, con sus perennes sesiones del Consejo de Seguridad es similar a las de aquel conflicto. En 24 ocasiones se ha reunido el Consejo de Seguridad en los últimos seis meses sin resultado alguno.
En esta gira por Europa Obama lleva la sombra de Putin y la presión del este y centro de Europa para detener la agresividad del gobernante ruso. Los tres mandatarios de las naciones bálticas (Letonia, Lituania y Estonia) exigieron mayor presencia de la OTAN en sus territorios, mayor participación en labores de defensa (desde las fronteras hasta el Internet) y una coordinada política ante las amenazas de un vecino tan poderoso.
En Tallin Obama fue más definitorio que en ocasiones anteriores, califico de agresiones las acciones del Kremlin en Ucrania, prometió defender a cada aliado y dar todo el apoyo necesario de la OTAN a Ucrania. En esas tres naciones ex soviéticas recuerdan muy bien la ocupación y los años de dominación que juran no volverán a soportar. Los ucranianos, siempre considerados hermanos eslavos de los rusos, se enfrentan a la violación de su soberanía por parte de Rusia con la misma firmeza que lo hicieron los polacos por siglos.
La misión de Obama en Walles es clara, lograr unidad y consenso para enfrentar al Kremlin. Aunque el secretario general saliente de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen si califica de agresión las acciones rusas, muchos de los países miembros no desean una confrontación (ni siquiera verbal) con el suministrador de gas y petróleo más importante que tiene Europa: Rusia.
Ya Francia detuvo la entrega a Moscú de dos portahelicópteros Mistral, durante dos semanas la OTAN organiza unos ejercicios militares en Ucrania con la participación de mil efectivos, y Ucrania está adoptando los mecanismos legales para dejar su estatuto de nación neutral y así pavimentar su entrada a la Alianza.
En Moscú Putin se ufana de que puede tomar Kiev en dos semanas. Stalin pregunto cuántas divisiones tenía el Vaticano para demostrar el poder real de la URSS a la hora de avanzar sobre Europa Occidental, una vez que ya había tomado Austria, Polonia, Checoslovaquia, Rumania, Hungría y Bulgaria. Vladimir Putin en tono similar le contesto a José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, especificando el tiempo que necesitarían las tropas rusas (no dijo la cantidad) para tomar la capital ucraniana.
Las rusas ejecutan en suelo ucraniano una agresión anunciada, mientras Putin habla de plan de paz. Los separatistas rusos en Ucrania tienen todo el apoyo del Kremlin y van recuperando el territorio que habían perdido en las últimas semanas.