Si se pudiera oir la melodía que suena en la cabeza de Raúl Castro es la Oda a la Alegría de Beethoven. Pero Castro debería saber que el genial compositor aborrecía los dictadores.
La Sinfonía Heroica, por ejemplo, que estuvo inicialmente dedicada a Napoleón Bonaparte como «liberador» de Europa, le cambió su nombre original -que era Bonaparte- al comprobar que el guerrero francés se había autocoronado emperador.
El dictador de Cuba está que no puede más en su soberbia desde el domingo 30 de julio, en el que triunfaron sus maquinaciones en Venezuela y obtuvo el oxígeno que necesitaba con los chorros de petróleo, que continuarán siendo embarcados hacia sus arcas de gobierno.
Mientras tanto, desde la tierra del Libertador los venezolanos escriben su propia Oda a la Esperanza:
Somos ciudadanos comunes, trabajadores, emprendedores, profesionales y universitarios.
La crisis económica en aumento agobió a nuestras familias, nuestros salarios se fueron cada día pulverizando hasta el punto que para nosotros era prohibido enfermarse porque no teníamos como ir inclusive a una clínica.
Esto empezó agudizarse hasta no encontrar medicinas y comida.
Lo que viven las familias es la cruda realidad de toda Venezuela.
Hemos sufrido cuando nuestros jóvenes, nuestros hijos se nos van buscando una mejor vida y mucho dolor en nuestros corazones cuando vivimos la división de nuestras familias precisamente por esta crisis.
Por eso, nuestros principios democráticos muy enraizados en nosotros hicieron que nuestra conciencia se elevara en la acción por la defensa de la democracia para conquistar un país digno y libre de seguir viviendo.
Pero la mayor barbarie de la represión llegó a nuestros hogares, donde toda Venezuela y el mundo se ha enterado de la fuerza del tirano y la utilización de la fuerza de los cuerpos del estado.
Infinidades de bombas lacrimógenas hacen que sean el aire que ahora respiramos.Nuestros niños no duermen porque ante cualquier sonido se paran asustados. Ya no pueden jugar en las zonas de nuestros edificios.
A nuestros jóvenes los detienen, los golpean y le dicen terroristas simplemente porque gritan libertad.
Cuando tocamos cacerola nos disparan, cuando ejercemos el derecho a la
protesta nos golpean. Pero nuestra dignidad y sentido democrático cada día es más fuerte porque lo que estamos pidiendo es justicia, libertad y democracia.
Hemos llorado, nos hemos asustado, hasta no dormimos muchas de las veces, pero sabemos que estamos en el lado correcto de la historia y que muy pronto nuestros niños volverán a jugar en las zonas de nuestros edificios, que nuestros jóvenes podrán ser libres y algunos volverán a nuestros hogares.
Tenemos la convicción que algún día la esperanza se hará realidad. Esta consigna la seguiremos diciendo. ¿Quiénes somos? Venezuela! ¿Qué exigimos? Libertad!!