Desde que se conoció que Los Marlins de Miami estaban interesados en los servicios de los hermanos Víctor Jr. y Víctor Víctor Mesa, hasta que los firmaron el pasado octubre 22, mucha de la prensa en español, en especial la cubana de Miami, ha elogiado la contratación de manera sin igual.
Cada paso ha sido documentado hasta el último detalle. La mayoría de las entrevistas, tanto escritas como radiales y televisivas, han estado llenas de halagos.
Me cuestiono el motivo de esta atracción debido a la incógnita que presentan estos dos muchachos.
¿Será que esperan que estos jóvenes puedan resucitar una franquicia sotanera, con un historial de fiascos publicitarios o será la añoranza a un tiempo pasado?
Comencemos con la primera. Ambos son jardineros y el más joven está por lo menos a 3 años de llegar al equipo grande. Eso es asumiendo que pueda triunfar en las diferentes ligas menores.
El mayor, de 22 años, a pesar de haber sido invitado al campo de entrenamiento de primavera, la gerencia ha reiterado que van a ser pacientes y que lo desarrollarán con cautela.
Todo esto me hace indicar que de inmediato no podrán aportar algo al equipo superior y por ende surgen mis dudas sobre la alta suma de sus contratos. Víctor Víctor fue firmado por $5.25 millones y Víctor Jr. recibió un millón de dólares.
Por lo tanto, la segunda opción de añorar los triunfos que representa el apellido Mesa es perturbadora. Significa regresar a un jugador muy controversial y por momentos aberrante.
No hay razón alguna de que estos muchachos sean sometidos constantemente a una comparación con su padre.
En definitiva Víctor Mesa representa todo lo que es contrario al baseball de Grandes Ligas: un pelotero amateur en una época donde la competencia internacional no llevaba peloteros profesionales, una ficha antigua de la Guerra fría, un defensor de la dictadura castrista.
Creo que es tiempo de que Los Miami Marlins se separen de una vez y por todas de este personaje controversial.