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OPINIÓN La propaganda nunca muere


En Donetsk y Lugansk, el territorio controlado por gobiernos separatistas prorrusos en el este de Ucrania, observan el discurso del presidente ruso, Vladimir Putin el 21 de febrero de 2022.
En Donetsk y Lugansk, el territorio controlado por gobiernos separatistas prorrusos en el este de Ucrania, observan el discurso del presidente ruso, Vladimir Putin el 21 de febrero de 2022.

Tetiana Kolbayenkova, profesora de Lengua Española en la Universidad Nacional I.I.Mechnikov en la ciudad de Odesa, en Ucrania, compartió a Martinoticias.com un texto sobre el despliegue propagandístico del Kremlin a raíz de la invasión a Ucrania.

A continuación reproducimos su artículo de opinión:

La propaganda nunca muere

Después de terminar el primer mes de la guerra de Rusia contra Ucrania ha llegado la hora de reflexionar sobre las causas de este conflicto bélico en medio de Europa del siglo XXI. Y si dejamos a un lado las pretensiones expansionistas del dictador ruso y sus ideas casi maniáticas veremos que su mejor herramienta es la propaganda. Rusia como sucesora de la Unión Soviética ha adaptado a la modernidad la retórica tergiversada de este último para sembrar odio dentro de su país y, cuando llegaron a un nivel casi artístico, empezaron a expandirla por el mundo.

Los regímenes “comunistas” siempre jugaban con las palabras: las usaban en el sentido manipulado llegando a veces al sentido opuesto. Cuando nos decían “Nada es olvidado, nadie es olvidado” hablando de la Segunda Guerra mundial, todos sabían que los archivos están cerrados a cal y canto y por los bosques y antiguos campos de batalla yacen perdidos y olvidados cientos de miles de soldados soviéticos. Cuando se proclamaba que “Los jóvenes tienen todos los caminos abiertos y los ancianos están venerados” veíamos que los viejos cobran unas pensiones de miseria, se ven obligados a compartir pisos con sus hijos y nietos y se convierten en una carga pesada tanto para unos, como para otros; a los jóvenes se le prohibía escuchar la música que les gustaba, leer los libros que les provocarían preguntas, ya no hablo de la juventud judía que en muchas universidades tenía cerrado el acceso.

Este malabarismo lingüístico la URSS lo ha llevado a todos los países satélites. Basta con recordar el famoso “¡Patria o muerte!”cuando la noción sagrada de la tierra patria sustituye al comunismo o al castrismo por el cual dudo que hubieran ido a morir los cubanos.

Esta misma táctica sigue usándose por el sistema propagandístico ruso hoy en día: para despertar el fervor o los sentimientos positivos se usan las nociones más sagradas “madre”, “patria”, y si necesitan despertar el odio o cualquier otro sentimiento negativo se saca a la luz del día aquello que se inculca a los niños desde la primaria: “los nazis”, “los nacionalistas”, “régimen”, “junta”(que ha penetrado en el idioma ruso después del golpe militar en Chile de 1973 y desde entonces tiene valor extremadamente negativo). Y debido a que son pocos quienes en realidad saben el significado estricto de estas palabras la propaganda empieza a introducirlas en el sentido que necesita y un buen día en vez de decir “enemigo” aparece nazi, para sustituir al “ucraniano” surge el nacionalista, cuando se apela a un país cuyo gobierno no quiere someterse a Rusia ya oímos sobre "regímenes" y si no se ha elegido el presidente pro-ruso aparece "junta".

Rusia que vive en un sistema cerrado autocrático, que desde hace algún tiempo no conoce oposición política y cuyos medios están controlados por el estado, no tiene escapatoria de esta propaganda que acompaña a la población las 24 horas del día. Los que llegan a Rusia relatan que si están acostumbrados a distraerse viendo programas televisivos poco a poco empiezan a sentir que las mentiras propagandísticas les empiezan a abrir brechas en el cerebro y hasta empiezan a dudar de las cosas que parecían inamovibles.

La realidad vista desde la perspectiva del Kremlin.
La realidad vista desde la perspectiva del Kremlin.

Pero ¿por qué el resto del mundo resultó tan susceptible a estos juegos y manipulaciones que afectan muchos países sobre todo en el continente americano?

La respuesta está en que la democracia y la libertad de palabra, de expresión y de conciencia han hecho mal el favor a quienes no están acostumbrados a emplear la mente crítica, a quienes tienen la mente perezosa: uno suele ver solo aquellos canales que le dan la información y la explican de una manera que le agrada, cuando levantan los temas que le permite olvidarse de los problemas reales que le rodean y traspasar la energía negativa sobre un enemigo virtual. Normalmente todo eso está basado sobre el antiamericanismo tradicional histórico de los latinoamericanos y si todos tienen un enemigo común es fácil atribuirle todos los males del planeta. Para cerrarse definitivamente en la “burbuja informativa” tenemos las redes sociales donde uno forma el círculo de amigos y de medios debido a las preferencias políticas y sociales. De ahí aparece un ser mediocre que en medio de la libertad completa está centrado en un círculo vicioso de mentiras, manipulaciones y odio.

¿Por qué resulta tan doloroso o casi imposible abandonarlo y abrirse hacia la verdad?

Porque no hay nada más complicado que ser honesto consigo mismo. Porque si admites que en Ucrania no hay nazismo a nivel estatal resultará que tu hermano o tu marido es agresor, violador y asesino. Si descubres que desde hace treinta años Ucrania es un país independiente y que había guardado una neutralidad estricta hasta 2014 eso querrá decir que tus vecinos o tus amigos dieron su vida por una mentira. Si acabas entendiendo que el referendo de Crimea fue una falacia igual a las últimas elecciones presidenciales en Rusia tendrás que admitir que los problemas económicos de hoy en día es tu propia elección.

Y para el resto del mundo el consumo de mentiras y manipulaciones por ahora no cuesta nada, pero puede terminar en cualquier momento porque la propaganda mata.

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