Desde su llegada al poder en 1959, el Estado cubano (léase la dictadura castrista), ha utilizado la emigración para desestabilizar la región. Los éxodos marítimos de Camarioca, Mariel y Guantánamo, sumado a una estampida permanente por aire, mar y tierra, conforma el modelo de futuros desplazamientos de excedente poblacional como si se tratara de mercancía vencida o indeseada.
Para los cubanos de entonces fue algo inédito, incomprensible por la apatía de Estados Unidos ante un peligro inminente, amarga experiencia que los venezolanos no deben desperdiciar. La inteligencia cubana enlazada con operativos burocráticos y represivos utilizan las mismas pautas empleadas por el castrismo en la manipulación de la emigración cubana. Ayer lo fomentaron de Cuba a Estados Unidos, hoy lo repiten de Venezuela a Colombia con el fin de una desestabilización geopolítica que solo puede ayudar a las aspiraciones presidenciales del compañero Timochenko.
Los emigrantes no lo saben, no tienen conciencia de los movimientos estratégicos de ese maridaje cubano con su hijo putativo Nicolás Maduro, son como marionetas que se mueven al son que tocan en La Habana y en Caracas. Aturdidos por la confusión reinante piensan que todo se debe a una mala administración, pugnas internas o corrupción pública (sin duda un poco de todo), pero en realidad es “premeditado” para desmantelar el pasado, de modo que la mayoría de los venezolanos no quieran regresar a Venezuela y se dediquen a enviar remesas a sus familiares y amigos, negocio redondo que ayuda de paso al presupuesto del Estado.
Los operativos castristas y bolivarianos no tienen que susurrarle al oído a campesinos o empresarios que recojan sus pertenencias y se marchen, ni circular consignas revolucionarias por favelas y cerros instando a las masas empobrecidas a inundar las casas de los imperialistas; o incitar a comerciantes y profesionales a buscar refugio en Estados Unidos.
No, nada de eso es necesario, basta con desestabilizar campos, pueblos y ciudades, basta con que la canalla se apodere de las calles para inducir al éxodo intermitente o sostenido de sectores sociales indeseables. Con miles de soldados cubanos apostados en Venezuela, según diversas fuentes, parece infantil pensar en una solución democrática. Yo nunca olvido la jugada de los misiles en Cuba para consolidar al castrismo; me pregunto qué tendrá Raúl Castro en la manga para apuntalar a Maduro.