Los cocineros personales de Raúl Castro no perdían un detalle de la elaboración del churrasco típico preparado en la residencia del embajador brasileño en La Habana para agasajar al mandatario cubano y su comitiva. El motivo de servirse esa noche churrasco partía de un pedido del General.
“Quería que sus cocineros aprendiesen cómo se hace un asado a la brasileña para servírselo al presidente Lula en su visita a La Habana el próximo año”, narra el anfitrión de la velada, el embajador Bernardo Pericás Neto, en cable enviado a su Cancillería. Corría el mes de noviembre de 2009.
El gobernante cubano se hizo acompañar al banquete por un séquito de primer escalón, todos de una forma u otra relacionados al proyecto de infraestructura más importante para el país en ese momento: la revitalización del Puerto del Mariel.
Se encontraban en la velada el comandante Ramiro Valdés, titular de la Informática y las Comunicaciones*; Ricardo Cabrisas, vicepresidente del Consejo de Ministros; Esteban Lazo, vicepresidente del Consejo de Estado; Jorge Luis Sierra, vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Transporte y quien fue destituido en 2010 “por errores en el desempeño de sus funciones” (falleció en 2014, a los 53 años); el canciller Bruno Rodríguez; el Ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera Rodrigo Malmierca; el coronel de la Inteligencia Carlos Rafael Zamora, recién nombrado Embajador de Cuba en Brasil; el entonces coronel (ascendido en 2014 a General de Brigada) Luis Alberto Rodriguez López-Callejas, presidente ejecutivo del Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA); el coronel e ingeniero Pedro José Astraín Rodríguez, director de la Dirección Integral de Proyectos-Trasvases (hoy General de Brigada); y el vicealmirante Pedro Perera Ruíz, ambos señalados por el embajador brasileño como “directamente vinculados a la ejecución del Puerto del Mariel”. Perera Ruiz presidía entonces la corporación Almacenes Universales S.A (AUSA), integrante del conglomerado GAESA/MINFAR y controladora de la empresa Zona de Desarrollo Integrado de Mariel (ZDIM).
Los detalles de esa velada se encuentran en más de 2.000 páginas de archivos desclasificados de la Cancillería brasileña y enviados durante el gobierno de Lula da Silva, los cuales hacen mención a la constructora Odebrecht. El material pone al descubierto detalles de cómo se orquestó el proyecto del Mariel desde las altas esferas del régimen cubano, con el apoyo incondicional del gobierno brasileño.
Prioridad al Puerto del Mariel
La cena con la cúpula cubana coronaba la intensa agenda de un día del Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Miguel Jorge, acompañado de funcionarios de alto rango y representantes de empresas brasileñas con ánimos inversionistas en la isla.
Según los relatos del embajador en Cuba, en los tres encuentros a puertas cerradas con dirigentes cubanos, todos apuntaban a un solo objetivo: priorizar el Mariel. La presión por destinar más fondos a la obra, por un lado, y la complacencia brasileña para atender los pedidos cubanos, por el otro, se manifestaban constantemente en los encuentros.
Sucedió así en la primera reunión con el ministro Malmierca, quien abogó por celeridad en la entrega de los $600 millones de dólares concedidos por Lula da Silva un año atrás, así como por reprogramar el préstamo de financiación para usarlo en las obras del puerto, en detrimento del turismo y la reparación de la Autopista Nacional, dos polos inicialmente señalados como beneficiarios del crédito brasileño.
El entonces viceministro primero del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Orlando Hernández Guillén, ya había recorrido Brasilia un mes antes buscando convencer a los brasileños para transferir al Mariel recursos destinados al turismo. La posibilidad fue descartada en Cuba por el ministro Jorge, explicando que pequeños y medianos productores de su país ya habían iniciado la fabricación de encargos cubanos y sufrirían pérdidas considerables de ser cancelados los pedidos, pero se comprometió a adelantar para 2009 cerca de $40 millones de la cuota asignada para el 2010.
A pesar de que las obras del puerto aún no arrancarían hasta un año después, Malmierca pidió un aporte adicional de $230 millones de dólares, “alegando preocupación en garantizar los recursos necesarios para llevar adelante el proyecto”, relata el embajador.
En la siguiente reunión, el vicepresidente Cabrisas reforzó el pedido cubano: “El proyecto debería contar con financiación para su totalidad”. La contraparte brasileña volvió a ceder, comprometiéndose a llevar a las entidades rectoras del comercio exterior y garantes de las exportaciones, “todas las solicitaciones de crédito que se requieran para la consecución de ese proyecto, hasta un valor estimado en $675 millones de dólares”, según el documento diplomático.
Cabrisas pidió agilidad en la tramitación de los créditos, sin ánimos de “criticar la burocracia brasileña” y aclarando: “No estamos a favor de que se viole nada”. Por la parte cubana –dijo el dirigente- se hacían ajustes para aumentar la eficiencia de la administración del Estado y culpó al Periodo Especial por la permanencia de “procedimientos no adecuados que con el tiempo resultaron negativos.
Al mismo tiempo que se pedía ampliar líneas de crédito y agilizar las entregas, el Banco Nacional de Cuba (BNC) dilataba un pago inicial de $7.7 millones de dólares que -de acuerdo con el contrato- debía efectuar en Brasil para sacar el préstamo. Al anunciar finalmente la disponibilidad del aporte cubano, la presidenta del BNC, Irma Martínez, justificó que problemas financieros provocados por la crisis mundial y el azote de ciclones a la isla obligaba a su institución a priorizar las transferencias de dinero “a países que nos dan una prioridad correspondiente”, como era el caso de Brasil.
Más tarde fue el turno de Raúl Castro. De acuerdo con el embajador, el general “puso un especial énfasis en la importancia que Cuba atribuye al proyecto de desarrollo del puerto de Mariel”.
Los cables dan cuenta de otro viaje a Cuba del titular de Comercio Exterior brasileño, ese mismo año. Esa vez, además de reuniones sobre el Mariel, con Rodrigo Malmierca y Ricardo Cabrisas, el ministro con más influencia sobre los créditos brasileños fue recibido por Ramiro Valdés y, una vez más, por Raúl Castro en la sede del MINFAR.
Cambio de ruta: Autopista Nacional por Mariel
Mientras en la política se gestionaban más créditos, el dinero para el Mariel ya comenzaba a fluir, saltando filtros y trabas burocráticas. Así parece haber ocurrido con un préstamo concedido a Cuba para labores de recuperación de la Autopista Nacional, embolsado por Odebrecht a sabiendas de que la obra hacía tiempo había sido descartada sin llegar al papel, y que el destino final del dinero sería el Mariel.
En agosto de 2009, el BNDES entregó a Odebrecht $43 millones de dólares para la reconstrucción y ampliación de la Autopista Nacional, puesta en manos de la constructora en asociación con la estatal cubana Transproy, vinculada al Ministerio de Transportes.
Sin embargo, a la fecha del crédito las autoridades brasileñas -así como Odebrecht y Cuba- tenían conocimiento de sobra de que las obras en la autopista nunca se realizarían.
Meses antes del depósito, el embajador brasileño había cumplido una invitación del vicealmirante Perera Ruiz para ir al Mariel y conocer el proyecto de modernización que se gestaba allí. El diplomático informó a sus superiores la presencia de empleados de la Compañía de Obras e Infraestructura (COI), la sucursal registrada por Odebrecht en Cuba, como “convidada por el gobierno cubano para ejecutar la primera etapa del Mariel”.
El embajador repasó detalladamente a su gobierno los objetivos del proyecto de “crear un complejo logístico moderno de alta escala en el Caribe, compuesto de un puerto de aguas profundas y un centro regional de distribución, conectado con las principales vías al interior del país, así como la creación de una zona económica especial”.
De paso, amplió el diplomático, “si se encuentra petróleo en el litoral cubano, en el futuro sería una plataforma logística petrolífera”.
La perspectiva de los promotores del proyecto era también especializar los puertos habaneros: La Habana, de menor calado, para recibir el turismo de cruceros, y Mariel, de calado superior, para la salida de la producción nacional y la recepción de importaciones, informó el embajador.
Otro efecto que se buscaba con el desarrollo del eje La Habana-Mariel era aliviar “las presiones socioeconómico y demográficas sobre La Habana”, expuso al visitante el presidente de Almacenes Universales, Perera Ruiz.
En el mismo cable, fechado el 26 de junio de 2009, el embajador Pericás reveló que la construcción del Mariel había estado “originalmente en discusión con empresarios de Dubái, para ser financiada por el crédito brasileño”.
Cuba había solicitado al gigante sudamericano un préstamo de $600 millones de dólares -revela otro telegrama de julio de 2009- durante la Cumbre Iberoamericana del 2007, en Santiago de Chile, la célebre reunión de jefes de estado que se congeló ante el “¿Por qué no te callas?” lanzado por el Rey Juan Carlos I al presidente venezolano Hugo Chávez. El defenestrado vicepresidente cubano Carlos Lage había encabezado la delegación cubana portadora del pedido a los brasileños.
La transferencia de recursos para el proyecto de la Autopista ocurrió incluso después de que el titular brasileño de Comercio Exterior -precisamente la entidad rectora del banco- encabezase la ceremonia de inicio de las obras en el puerto tras un recorrido aéreo y terrestre de la zona del Mariel, el 9 de julio de 2009. Al menos simbólicamente, pues los trabajos arrancarían efectivamente en diciembre de 2010.
Acompañaron al ministro brasileño, Ricardo Cabrisas, Rodrigo Malmierca, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja y el Vicealmirante Pedro Perera Ruiz.
“Odebrecht estuvo representada por el Director Superintendente para el Caribe, Marco Cruz, por el Director de Negocios para Cuba, Ricardo Boleira y por el Director de Contratos de COI, Júlio Lopes Ramos”, detalla otro cable fechado en julio de 2009, un mes antes del depósito.
Dos, de los tres ejecutivos presentes en el acto inaugural han llegado a acuerdos de colaboración con la fiscalía brasileña. Sus confesiones se mantienen bajo secreto de justicia e integran la llamada “delación del fin del mundo”, un acuerdo colectivo de 77 ejecutivos que decidieron revelar los actos de corrupción cometidos por el conglomerado en Brasil y otros países.
El préstamo para una obra fantasma expone un presunto mal manejo de fondos destinados a exportación y pone en tela de juicio todos los controles del banco.
El contrato 08.2.1056.1 entre el BNDES y Cuba -consultado para este reportaje- estipula que los fondos tenían un propósito exclusivo: adquirir en Brasil “materiales, equipos y servicios destinados al proyecto de la Autopista Nacional”.
Odebrecht/COI entraba en el acuerdo firmado en febrero de 2009 como prestadora de servicios de ingeniería y responsable por exportar a Cuba todo lo necesario para la ejecución de la obra. La transferencia de los fondos se haría a la cuenta de Odebrecht, después de demostrados los envíos a la isla y el avance del proyecto.
La cláusula 4 del contrato detallaba los documentos necesarios para la entrega del crédito: acuerdo comercial con el importador cubano Transproy; registro de las exportaciones en el Sistema Integrado de Comercio Exterior (SISCOMEX) de Brasil, un sistema de control de todas las exportaciones e importaciones del país suramericano; factura de las mercancías o servicios, aprobada por Cuba y con el reconocimiento del embarque; demostración del avance físico-financiero de la obra; y reporte periódico de las exportaciones, avalado por auditoría.
Surge entonces la pregunta: ¿qué pruebas presentaron Odebrecht y Cuba para obtener el crédito a favor de la Autopista Nacional? ¿Cómo saltaron los controles crediticios del banco?
Las partes redactaron más tarde un aditamento al contrato, declarando el traspaso del dinero de la carretera al puerto. “Después del descuento de la carta de crédito, la República de Cuba revisó sus prioridades de gobierno y optó por implementar la modernización y ampliación del Puerto del Mariel”, justifica el documento firmado en fecha ilegible.
Me quiere, no me quiere
Un tema recurrente en las conversaciones entre la cúpula cubana y las autoridades brasileñas fueron las relaciones del régimen comunista con Estados Unidos.
Otro cable diplomático de julio de 2009 revela que el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas, comentó al titular de Comercio Exterior brasileño que “la prometida flexibilización de las relaciones [con EEUU] no había sido todavía instrumentada”. Se trataba de una evaluación de Cabrisas sobre la administración de Barack Obama, quien recién cumplía seis meses en la Casa Blanca. Cuando la conversación derivó hacía el “bloqueo”, el dirigente cubano declaró: “Si esperamos 50 años, podemos esperar 50 más”.
Durante un encuentro en la Conferencia Ministerial de la Organización del Comercio (OMC), en Ginebra, Suiza, en noviembre de 2009, Malmierca relató al ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorín, que la administración Obama había logrado reestablecer el nivel de las relaciones del gobierno Clinton, perjudicadas por su antecesor George W. Bush, aunque consideró que Obama “podría ser más ambicioso y, en un primer momento, autorizar los viajes de turismo a la isla de los estadounidenses”, exteriorizó Malmierca. El cable lo firma el exrepresentante permanente de Brasil en la OMC y actual presidente de la organización, Roberto Azevedo.
El Comandante Ramiro Valdés se mostró más pragmático sobre el tema. En reunión con el ministro Jorge, indagó sobre la cooperación cubana con Petrobras, y estuvo especialmente interesado en saber si plataformas y buques de perforación petrolífera de la estatal brasileña eran de su propiedad.
Evidentemente, el dirigente cubano sondeaba posibilidades para eludir el embargo en la explotación de crudo. En un momento llegó a citar la Ley Helms-Burton y, sincerándose, disparó: “Cuba tiene que buscar alianzas con los amigos para compensar esas restricciones”, según revela un cable sobre los comentarios de Ramiro Valdés, transmitido por el embajador Pericás.
*El reportaje menciona los cargos de los funcionarios cubanos en la fecha de los cables, según consta en los documentos revisados.
¿Alcanzó a Cuba el mayor caso de sobornos internacionales de la historia? ¿Extendió Odebrecht su modelo ilícito a los negocios en la isla? ¿Cuánto costó el Puerto del Mariel ejecutado por el gigante de la construcción brasileña? La serie de reportajes “Los oscuros negocios de Odebrecht en Cuba” que comienza a publicar Martí Noticias, busca respuestas a estas y otras interrogantes siguiéndole los pasos a la compañía desde que arribó al país, entre 2007 y 2008, conducida por Hugo Chávez y Lula da Silva. Para reconstruir esa trayectoria, la investigación periodística revisó centenas de páginas de documentos sacados a la luz a raíz de la operación Lava Jato, que investiga la megatrama de corrupción destapada en Brasil y extendida a al menos 12 países de la mano de Odebrecht. Tras el examen de acusaciones de la fiscalía brasileña, auditorías del Tribunal de Cuentas de la Unión, pericias de correspondencia capturada por la policía, demandas en tribunales, videos de las delaciones premiadas de ejecutivos de Odebrecht y políticos brasileños y cables diplomáticos desclasificados relacionados a Cuba, Odebrecht y las operaciones de crédito para el Mariel, además de decenas de reportajes de la prensa brasileña, la serie consolida un retrato actual y revelador de todo lo que se sabe hasta la fecha de los obscuros negocios de Odebrecht en Cuba. De acuerdo al director de Transparency International en Brasil, Bruno Brandão, los pilares para la expansión internacional de la corrupción de Odebrecht fueron: privilegios concedidos a la empresa en Brasil, la diplomacia del ex presidente Lula da Silva para facilitar su actuación en el exterior y la concesión de créditos del banco de fomento brasileño para obras internacionales. La pesquisa periodística muestra cómo todas esas condiciones se dieron en el caso cubano. El cuadro se agrava cuando se tiene en cuenta que Odebrecht fue nombrada por el gobierno cubano para ejecutar el Mariel sin pasar por licitaciones, sumado a la inexistencia en Cuba de órganos independientes de fiscalización del estado y un factor no menos importante: dirigieron los negocios en Cuba los mismos ejecutivos que admiten hoy haber pagado sobornos en República Dominicana, Angola, Perú y otros países de América Latina y África, como parte del modus operandi de expansión de la compañía. |