Cada vez que el régimen castrista denuncia “un nuevo plan subversivo de la USAID”, los pormenores resultan más confusos y alucinantes.
Primero fue Zunzuneo, esa especie de Twiter para Cuba que todavía nadie –y menos los opositores– entiende bien cómo funcionaba, si es que funcionaba.
Luego le tocó el turno a la historia del grupo de jóvenes venezolanos, peruanos y costarricenses, que bajo la cobertura de la lucha contra el VIH-SIDA y la colaboración en algunos otros inocuos proyectos independientes, se proponían descubrir a jóvenes descontentos y con capacidades de liderazgo para inducirlos a rebelarse contra el régimen.
Ambos planes fueron revelados, no por el periódico Granma, sino por la agencia AP, que últimamente, a juzgar por su celo en sacar a la luz los planes subversivos de la USAID, se muestra más activa en la chivatería que los responsables de vigilancia de los CDR y la agentura del DSE desperdigada en cada barrio y poblado de Cuba.
Contribuir al empoderamiento ciudadano de los cubanos para ayudarlos a salir de su apática indefensión ante el omnipotente Estado no es algo para que se abochorne la USAID y trate de justificarse. Sembrar esas semillas de independencia en los individuos, para que dejen de ser zombis, es lo mínimo que puede hacer la USAID por el advenimiento de la democracia en Cuba.
No obstante, todo luce bastante disparatado.
¿Por qué parece tan asustado el régimen con el plan de los latinoamericanos de la USAID y los potenciales disidentes que buscaban –como quien no quiere las cosas y explicándoles el uso de los condones- para provocar un cambio de régimen?
¿Qué se trae entre manos el régimen para armar este alboroto, similar al que armó hace unos meses con el Zunzuneo? ¿Qué le preocupa? ¿Tantos ingenuos hay entre la juventud cubana? ¿Acaso los jóvenes cubanos, por muy descontentos que estén y muchas ganas que tengan de largarse hasta para Vanuatu a la primera oportunidad que tengan, no están -como dicen los mandamases- dotados de una firme formación político-ideológica y dispuestos a morirse por Fidel, Raúl y la revolución? ¿Tan endeble es el relevo generacional que tanto han pregonado?
Son risibles las explicaciones oficiales acerca del siniestro plan subversivo de la USAID para derrocar al régimen. Mientras más tratan los servicios informativos de la TV cubana de armar el culebrón, más se enredan. A falta de argumentaciones sólidas, hacen el ridículo.
Los contactados en Villa Clara y Camagüey por los viajeros latinoamericanos, al ser entrevistados por los periodistas del NTV, parecen recitar un guión. Refieren que “los agentes” -en particular el costarricense Fernando Murillo, al que consideran el más activo y peligroso, y a quien reprochan por perversa y traicionera hasta la gorra con estrellita guerrillera y el parecido físico con Che Guevara- eran muy inteligentes y cautelosos, y que hablaban poco, y menos aún de política.
Entonces, si casi no hablaban, ¿de qué método misterioso se valían los tenebrosos agentes para hacerles el lavado de cerebro a los cándidos jóvenes cubanos que contactaban? ¿Bastaba que les mostraran un poco de cacharrería informática?
Solo una dictadura cerril y paranoica puede valerse de historietas tan mal contadas. No nos dejemos engañar. En realidad, lo que pretende el régimen con toda esta alharaca es meter miedo. A los miembros de proyectos independientes, para que sepan que Seguridad del Estado, que se las sabe todas, los vigila y advertirles que si aceptan recursos y “si se dejan utilizar como peones de los planes imperialistas” pueden terminar mal, por tanto, es mejor que se estén quietos, mansos y obedientes en el redil. A los cooperantes extranjeros, para que lo piensen dos veces antes de venir a Cuba en trajines pro-democracia, donde pueden ir a parar a la cárcel, como Allan Gross.
Intimidar, asustar: ese es el principal objetivo del régimen con este revuelo. Lo demás, es puro aspaviento. Y su habitual rutina de hacerse la víctima.
Publicado por Luis Cino en Cubanet.