JERUSALÉN (Reuters) - Miles de palestinos protestaron el viernes en un “día de furia” en la ocupada Cisjordania, Gaza y Jerusalén del Este contra la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer la ciudad ancestral como capital de Israel.
A lo largo del mundo árabe y musulmán, miles de manifestantes salieron a las calles el viernes, el día sagrado de los musulmanes, para expresar solidaridad con los palestinos y malestar con la decisión de Estados Unidos.
Al finalizar las plegarias del viernes en la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén, los fieles se congregaron frente a las puertas de la Ciudad Vieja cantando “Jerusalén es nuestra, Jerusalén es nuestra capital” y “No necesitamos palabras vacías, necesitamos piedras y Kalashnikovs”. Se produjeron algunos enfrentamientos entre manifestantes y la policía.
La decisión de Trump de revertir décadas de política estadounidense y reconocer a Jerusalén como capital ha provocado días de protestas, aunque por el momento la violencia ha estado contenida.
Al mediodía del viernes, no había reportes de muertos en dos días de manifestaciones en los territorios palestinos. El jueves, 31 palestinos resultaron heridos.
Algunos enfrentamientos estallaron en lugares de Cisjordania después de las plegarias del viernes, aunque los disturbios parecían menos intensos que el día previo. En Hebrón y Belén, decenas de palestinos arrojaron piedras contra soldados israelíes que devolvieron la agresión con gas lacrimógeno.
En Gaza, llamados a los fieles a protestar se escuchaban en los altavoces de las mezquitas y decenas de jóvenes quemaron neumáticos en las principales calles del enclave, controlado por el grupo islámico Hamas, mientras cientos se dirigieron a la frontera con Israel.
Hamas ha convocado a un nuevo levantamiento palestino como las llamadas “intifadas” de 1987-1993 y 2000-2005 que provocaron la muerte de miles de palestinos y más de 1.000 israelíes.
“Quienquiera que traslade su embajada a la ocupada Jerusalén se volverá un enemigo de los palestinos y un blanco de facciones palestinas”, dijo el líder de Hamas, Fathy Hammad, mientras manifestantes quemaban afiches de Trump en Gaza. “Declaramos una intifada hasta la liberación de Jerusalén y de toda Palestina”, agregó.
El anuncio realizado por Trump el miércoles enfureció al mundo árabe y molestó a aliados occidentales. El estatus de Jerusalén ha sido uno de los mayores obstáculos a un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos durante generaciones.
Israel considera a todo Jerusalén como su capital. Los palestinos quieren la parte este de la ciudad como capital de un futuro estado independiente.
La mayoría de los países consideran a Jerusalén del Este, que Israel capturó y anexó en una guerra en 1967, como territorio ocupado, incluyendo a la Ciudad Vieja, que alberga sitios considerados sagrados tanto por musulmanes como por judíos y cristianos.
Durante décadas Washington, como la mayoría del resto de la comunidad internacional, se abstuvo de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, argumentando que su estatus debe ser determinado como parte del proceso de paz palestino-israelí. Ningún otro país tiene su embajada allí.
La administración Trump argumenta que el proceso de paz se ha vuelto moribundo y que políticas obsoletas necesitan ser dejadas de lado para que las partes en conflicto puedan avanzar.
“El presidente (Donald Trump) no indicó ningún estatus final para Jersusalén. Fue muy claro en que el estatus final, que incluye las fronteras, sería negociado y decidido por las dos partes”, señaló el máximo representante diplomático de Washington.
Tillerson, que se encuentra en París para un encuentro con el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, dijo que era poco probable que la embajada estadounidense se traslade de Tel Aviv a Jerusalén este año y “probablemente tampoco” en el 2018.