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Silencio aún envuelve muerte de Payá


El sueco Jens Aron Modig está de vuelta hace más de una semana en su país y no ha dicho nada.
El sueco Jens Aron Modig está de vuelta hace más de una semana en su país y no ha dicho nada.

Los activistas europeos que fueron a la isla a apoyar a la disidencia acabaron ayudando al gobierno, dice el diario GlobalPost en un artículo sobre la muerte del opositor Oswaldo Payá.

Más de una semana después de que las autoridades de Cuba permitieron al sueco Jens Aron Modig regresar a su país, el mundo sigue esperando que el joven político explique qué fue lo que realmente sucedió en el accidente que perdió la vida el disidente cubano Oswaldo Payá, dice este jueves el diario digital GlobalPost.

Un artículo de la publicación subraya que una vez en suelo europeo y capaz de hablar libremente en Estocolmo, se esperaba que Modig, quien viajaba de pasajero en el auto accidentado, explicara las circunstancias en que se produjo el choque en el que murieron Payá y el también disidente cubano Harold Cepero.

Familiares de Payá y opositores al régimen rehúsan aceptar que la muerte de ambos haya sido accidental. Primero corrió la versión de que un camión había embestido por la parte trasera al vehículo, dice el periódico, y luego se habló de que un misterioso Lada rojo lo perseguía momentos antes del choque.

El Post precisa que Modig, quien viajaba en el asiento delantero al lado del chofer, un español, dijo a la policía cubana que estaba dormido antes de ocurrir el accidente y que se despertó momentáneamente sólo para quedar luego inconsciente a causa del impacto.

“El conductor, Ángel Carromero, también sabe lo que sucedió, pero permanece bajo custodia cubana” y enfrenta hasta 10 años de prisión, apunta el diario, que agrega que en declaraciones difundidas por la televisión oficial de la isla la semana pasada, el español “negó que otro vehículo estuviese involucrado en el choque o que el auto hubiese sido golpeado por detrás”.

Investigadores cubanos señalan que el Hyundai en el que viajaban los dos extranjeros con los dos disidentes viajaba a más de 70 millas por hora, “pero Carromero no recuerda haber mirado al velocímetro”, dice el periódico.
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