A continuación, un editorial que refleja la opinión del gobierno de Estados Unidos:
Más de tres años y medio después de cerrar sus fronteras para evitar la propagación de la COVID-19, la República Popular Democrática de Corea, o Corea del Norte, ha abierto sus puertas para permitir el regreso de sus propios ciudadanos.
"Si bien esto marca un primer paso para revisar las restricciones del gobierno a la libertad de movimiento", dijo la relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Corea del Norte, Elizabeth Salmón, "también plantea preocupaciones sobre una inminente repatriación forzosa de fugitivos, la mayoría de ellos mujeres". Advirtió que su regreso los expondría a torturas, violencia sexual o ejecuciones extrajudiciales.
Pero incluso en los mejores momentos, las mujeres y niñas de Corea del Norte se enfrentan a dificultades generalizadas. Sus derechos siguen siendo menoscabados, sus voces silenciadas. Un problema grave es que las voces de las mujeres son sistemáticamente excluidas de las discusiones relacionadas con la resolución de conflictos, en detrimento de cualquier proceso de normalización.
La relatora especial Salmón advirtió que "no se logrará una paz sostenible si los derechos de las mujeres continúan siendo socavados", y pidió una "amplia participación de las mujeres" en los esfuerzos intercoreanos de paz y seguridad.
"Se me ocurren pocos contextos en los países en los que sea realmente tan importante que las voces de las mujeres se eleven plenamente", dijo Lisa Carty, representante ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
Dicho esto, "estamos profundamente preocupados por los continuos informes de abusos contra los derechos humanos, incluida la violencia de género. Las mujeres y las niñas son particularmente vulnerables a la violencia sexual, el aborto forzado, la detención arbitraria y el trabajo forzoso".
De hecho, las violaciones de los derechos humanos en Corea del Norte son "sistemáticas, generalizadas y graves". El hecho es que algunas "atrocidades indescriptibles" cometidas por el régimen contra sus propios ciudadanos, pueden elevarse al nivel de crímenes contra la humanidad.
"Las violaciones y abusos de los derechos humanos de Corea del Norte están inextricablemente vinculados con los programas de armas del país, ya que permiten el desarrollo de los programas ilegales de armas de destrucción masiva y misiles balísticos”, dijo la embajadora Carty, señalando que el gobierno "desvía una gran parte de los recursos a las armas".
"Estados Unidos sigue pidiendo el fin inmediato de estas violaciones y abusos, y la rendición de cuentas de los perpetradores y justicia para los sobrevivientes", dijo.
"Estados Unidos seguirá defendiendo las libertades fundamentales del pueblo de Corea del Norte".