LA HABANA.- Estamos acercándonos al equinoccio de primavera en el hemisferio norte, el 21 de marzo. Nos esperan días de 12 horas y las temperaturas aumentarán de forma lenta, pero también aguardan los recuerdos de lo que fuera conocido en Cuba como la “Primavera Negra”.
Un total de 75 disidentes fueron detenidos durante los días 18, 19 y 20 de marzo del año 2003 y sentenciados —en pequeños grupos— a los pocos días, al inicio del mes de abril, con sanciones entre 6 y 28 años de privación de libertad, lo que la dictadura pagó con un alto costo político.
Un balance de los hechos después de quince años refleja que ya fallecieron siete, de los cuales se tiene conocimiento: Miguel Valdés Tamayo, Arnaldo Ramos Lauzurique, Oscar Espinosa Chepe, Jorge Luis González Tanquero, Arturo Pérez de Alejo, Antonio Augusto Villarreal Acosta y Omar Pernet Hernández.
Nueve nos mantenemos viviendo en Cuba: Eduardo Díaz Fleitas, Ángel Juan Moya Acosta, Oscar Elías Biscet González, Librado Ricardo Linares García, José Daniel Ferrer García, Iván Hernández Carrillo, Héctor Fernando Maseda Gutiérrez, Félix Navarro Rodríguez y yo. El resto está fuera del país, la mayoría en los Estados Unidos de América, aunque hay que decir en honor a la verdad que se han perdido los contactos con algunos de ellos, de los que ni siquiera se sabe su paradero.
De los que salieron al exterior en el año 2010, durante las negociaciones entre la Iglesia católica y el Gobierno español con la dictadura, hay quienes que se mantienen trabajando en diferentes proyectos vinculados al alcance de la democracia, aunque son los menos. Otros siguen activos a través de las redes sociales; pero sin faltar a la verdad —con mucha pena— hay que decir que un pequeño grupo ha decidido viajar a Cuba de visita, a pesar de todo el apoyo internacional que tuvieron para poder salir del país; incluso lo han hecho sus esposas y familiares que fueron Damas de Blanco.
Como es natural, esto le permite al régimen decir que no estaban tan acosados aquí como se quería hacer ver en aquel entonces, porque pueden entrar y salir del país sin ningún problema. Lo que ha atentado contra la solidez que siempre tuvo el Grupo de los 75, nombre con el que se nos dio a conocer de forma internacional.
Sin embargo, contrario a esta actitud de brazos abiertos para los que quieren regresar, los que residimos en la isla nos hemos visto privados de viajar al exterior. Solo se nos ha autorizado la salida una vez, con las excepciones de mi persona —han permitido que me desplace al exterior tres veces— y al Dr. Biscet —dos veces—. Según se plantea acogidos a la ley, por interés de la Seguridad del Estado, están bajo regulación migratoria, e incluso a algunos no les autorizan ni a renovar el pasaporte.
Todos seguimos sin ningún documento oficial que diga que estamos liberados de forma definitiva. Nos mantenemos en el limbo jurídico inicial, cuando nos sacaron de prisión, con la llamada “licencia extrapenal”. Hay que destacar que la gran mayoría de los que permanecemos en la Isla estamos activos en la lucha por la democracia y continuamos siendo una piedra en el zapato de la dictadura, al igual que los que se encuentran trabajando en el exterior.
Y es que cuando el fallecido dictador, hoy convertido en una piedra, decidió llevarnos a prisión, pensó que había acabado con la oposición interna, que en aquel momento se le hacía de manera constante más fuerte. Su gran decepción fue ver surgir las Damas de Blanco, a las que han atacado de todas las formas posible, incluso eliminando a su líder, la fallecida Laura Pollán. Pero ellas están ahí. Si bien no todos concilian con lo que hacen en estos momentos, demuestran seguir teniendo el mismo coraje; aunque algunos preferirían que lo usaran de otra forma, hay que respetar sus decisiones.
No obstante, transcurrido todo este tiempo y con un Ministro del Interior que aseguran es implacable, en algunas provincias del país se mantienen grupos opositores bajo fuertes presiones, las que aumentaron durante el abrazo fraternal entre Obama y Raúl Castro para no volverse a relajar; por el contrario, han hecho crecer el número de presos por motivos políticos, bajo cualquier excusa común.
Esta no es una historia rosa, pero es una realidad de la cual hay que sacar muchas experiencias, porque después de 15 años de los sucesos que estremecieron la comunidad internacional que hicieron —incluso— que hasta los amigos de los dictadores se les pusieran en contra; del Grupo de los 75 queda muy poco y los resultados de todo este largo período son mínimos, en particular con respecto a la incorporación del pueblo a la lucha por la libertad.
La historia recordará la “Primavera Negra”, como lo que fue, un acto de prepotencia que violó hasta las propias leyes dictatoriales que más nunca han querido utilizar para amordazar a otros disidentes; recogerá el sufrimiento de los presos y sus familiares, el gran revés que tuvo el régimen; pero también la forma en que cambió lo que fuera una oposición que pudo haberse consolidado con mucha fuerza y que en estos momentos casi ni se hace sentir.
(Publicado originalmente en Cubanet el 18 de marzo 2018)