Hubo un tiempo en que Cuba llegó a exportar papa. Fue hace 20 años, cuando en 1996, la producción nacional del tubérculo alcanzó las 348 mil toneladas.
Había papa para todos y para todo: fritas, cocidas, asadas, en puré. En el entonces municipio habanero de Güira de Melena (hoy artemiseño), productor de papa por antonomasia, se celebraba con orgullo cada año su tradicional evento popular: la Fiesta de la Papa. Este año la fiesta es casi un velorio.
La papa ha desaparecido de los mercados cubanos. La producción cayó en picada precisamente desde su punto más alto, y desde hace años cada vez la papa es más escurridiza y su precio más caliente.
Este año la “cosecha de frío” de la papa (febrero-marzo) es también un papazo a las expectativas de producción. Las lluvias de enero, dicen los especialistas, provocaron pérdidas de casi cinco mil toneladas de papa en las provincias de Mayabeque y Artemisa.
Las razones de los especialistas son complejas. Van desde los efectos nocivos del clima hasta el costo de la buena semilla en el mercado internacional. Lo concreto es que la papa no alcanza para todo el pueblo.
Y en Cuba, como alguna vez se dijo en la prensa estatal, la papa es un asunto de “seguridad nacional”, y uno de los productos alimenticios cuya producción es subsidiada estatalmente, según fija la Resolución 366 del Ministerio de Finanzas y Precios.
Por lo pronto no hay solución a la vista. La papa parece que seguirá ausente de los mercados cubanos. Aunque quizás el gobierno cubano se decida a desembolsar unos cuantos millones de dólares y compre toda la papa que necesitan los cubanos a los cosecheros de Estados Unidos.
Esa es ya una posibilidad real. La nueva política de Estados Unidos hacia Cuba, ha flexibilizado más las transacciones comerciales y abierto esos mercados.