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Se profundiza la división racial en Cuba con reformas de Raúl Castro


Racismo Cuba.
Racismo Cuba.

Las tímidas reformas económicas trajeron mayores libertades económicas, pero también más discriminación, coinciden expertos.

Las medidas económicas, lanzadas por el gobierno de La Habana para modernizar su economía tuvieron un inesperado efecto colateral: aumentaron la división racial en la isla. Bajo la jefatura del general Raúl Castro, que tomó las riendas del Gobierno cuando su hermano Fidel enfermó en el 2008, Cuba amplió el trabajo en el sector privado, levantó restricciones a los viajes y promueve los pequeños negocios y las cooperativas.

Pero la desigualdad se ha ido colando a medida que el Estado cede algo del control total que tenía de la economía: gran parte del financiamiento para nuevos emprendimientos como restaurantes, servicios de taxis y hospederías está llegando de manos de familiares exiliados blancos que se establecieron en los últimos 50 años en Florida, Estados Unidos.

Fueron ciudadanos de piel clara los que en su mayoría recibieron en Cuba cerca de 3.000 millones de dólares en remesas el año pasado, algo que deja en desventaja a negros y mulatos a la hora de establecer un negocio.

Walter Echevarría, un hombre negro de 60 años, es copropietario de una humilde cafetería establecida en el apartamento de su socio en La Habana. De pie, empleados estatales consumen café, bocaditos de cerdo y jugos naturales, gastando en promedio 15 pesos cubanos, poco más de medio dólar. "Para un negocio como el de nosotros no hace falta tanto dinero", indicó. "Hay gente que tiene más posibilidades de poner negocios grandes porque tienen familia fuera, le ponen el capital y hacen una cosa grande".
Las tímidas reformas económicas trajeron mayores libertades económicas, pero también más discriminación, coinciden expertos.

Con un currículo considerable y la esperanza de llevarse más pesos al bolsillo, Miguel Azcuy renunció a su trabajo de mesero en un restaurante estatal. Apostaba a un empleo en el sector restaurantero privado surgido en los últimos dos años.

Pero la oportunidad nunca llegó. Azcuy, un negro de 39 años con un título técnico en gastronomía y 15 años de experiencia en el sector, dice que las posibilidades son mucho mayores para los cubanos blancos. "Sentí que los dueños de muchos de estos negocios a los que fui buscando trabajo me miraban con desdén, con desconfianza, tal vez pensando en que mejor no probar por aquello de que los negros sino la hacen (fallan) a la entrada, la hacen a la salida", dijo Ascuy, intentando reír. "Aquí la gente dice que no es racista pero a la hora de la verdad le salen los prejuicios, lo he sentido en carne propia".

Al menos anecdóticamente, la división parece obvia en una sociedad que desciende casi en su totalidad de colonizadores españoles y esclavos africanos.

Tato Quiñones, un intelectual que preside en la isla la organización Cofradía de la Negritud, dice que basta con observar las pequeñas cifras de negros y mulatos que tienen fuentes de ingreso relativamente lucrativas como restaurantes, bares, hospederías o taxis.

Poco después de reemplazar a su hermano Fidel, Raúl Castro permitió a los cubanos hospedarse en hoteles que una vez fueron exclusivos para turistas. Ahora, según Quiñones, la mayoría de los clientes y empleados del balneario de Varadero son blancos, mientras que la mayoría de los obreros de los hoteles del lugar son negros.

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