Recuerdo aquella tarde de mayo en 1985 cuando por primera vez escuché al trío Hermanas Martí cantar el tema que identificaba a la emisora. Creada por el Gobierno de Ronald Reagan en uno de los momentos más críticos de la Guerra Fría, caló muy pronto en los cubanos como una fuente alternativa al férreo monopolio informativo del castro-comunismo. Hoy, 20 de mayo del 2015, Radio Martí cumple 30 años.
Desde su salida al aire, fue objeto de acerbos ataques que trataron de disminuir su importancia. El propio líder del régimen castrista protagonizó varias perretas televisivas al denostar contra ella desde su omnipresente sitial tribunicio y, ante su creciente influjo, creó un cuerpo de ingenieros para obstaculizar la difusión de su señal, como luego haría con TV Martí, algo que dice mucho sobre el nivel de tolerancia y libertad del régimen.
A pesar de los millones que el régimen ha gastado para impedir que la emisora penetre en el país, de la andanada propagandística y del cabildeo político que ha lanzado contra Washington usando a sus testaferros en el norte, la emisora continúa siendo escuchada y varios de sus espacios de debate son perseguidos cotidianamente por miles de cubanos.
Una consecuencia de la ineficacia del periodismo "revolucionario"
Si Radio Martí existe se debe a la ineficacia del periodismo oficialista, a su incapacidad para abordar libremente y sin miedo la realidad nacional. Si existe, se debe al servilismo de esa prensa mal llamada "revolucionaria" pues en realidad es sumamente conservadora, a sus análisis edulcorados y vulgares que irrespetan al lector pues siempre lo colocan en una posición de insuficiencia intelectual, a su tendencia a la manipulación de las noticias y a ocultar la parte de la verdad que al régimen no le conviene exponer.
Si en Cuba hubiera existido una prensa realmente revolucionaria –calificativo que indudablemente asume la objetividad y la libertad de crítica a todo y a todos como premisas– ni Radio Martí ni la prensa independiente gozarían del respaldo y prestigio que hoy tienen, cada vez más creciente.
Es más, nunca habrían existido. Radio Martí y el periodismo independiente existen porque se retroalimentan con los sucesos, temas y preocupaciones que la prensa oficialista obvia pero inciden en la inmensa mayoría de los cubanos, quienes, ante tanto aplazamiento vergonzoso de la solución de problemas cardinales están hartos de que se les presenten como grandes reportajes trabajos referidos a la mala calidad del pan, las deficiencias del transporte público, los baches en las calles, los cumplimientos de planes productivos que sólo existen en la prensa oficialista, los altos precios de los productos de primera necesidad o el retraso de las inversiones sin que jamás esos periodistas del Gobierno revelen las esencias de estos fenómenos y sus principales responsables.
Radio Martí ha cumplido un rol destacado porque, mediante contactos en vivo, ha entrevistado a opositores pacíficos y a periodistas independientes y ello ha posibilitado que sus nombres, ideas, posiciones y la represión cotidiana que sufren, sean conocidos por el pueblo. Radio Martí le ha dado voz a quienes se les niega el derecho al trabajo y son discriminados, golpeados, ofendidos, humillados, encarcelados y reciben en sí la fuerza del poder omnímodo del Estado, sólo por defender un proyecto diferente para la Patria.
Otro mérito de la emisora ha sido ofrecer un panorama actualizado de lo que ocurre en varias partes de Cuba con fuentes directas, pues no se ha limitado a contactar con opositores y periodistas independientes de la capital, lo cual impide la propagación del error común de que la lucha está capitalizada por La Habana y que las soluciones deben salir desde allá.
Desde 1985 hasta la fecha no ha habido un suceso de importancia o un análisis sobre situaciones de interés que no haya tenido cabida en Radio Martí. Puede afirmarse que, si las brechas que los cubanos logran crear a fuerza de mañas para acceder cada vez más a internet le propinan golpes demoledores al totalitarismo, dicha emisora le propinó los primeros y más decisivos golpes al coadyuvar a la creación de una nueva conciencia informativa en el pueblo y apoyar el fortalecimiento de la prensa independiente.
De ahí que el gobernante Raúl Castro insista en que una de las condiciones para la normalización de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos sea el cese de las transmisiones de la emisora hacia Cuba, país que continúa siendo considerado por la cúpula gobernante como una finca pues la opinión del pueblo nunca cuenta.
Esa posición demuestra la valía de Radio Martí y también que, contrariamente a lo que durante estos 30 años han dicho los comunistas en son de burla, la emisora sí se oye. De no escucharse no tendría sentido tal reclamo. La verdad es que Radio Martí continúa siendo una voz de cubanía y libertad, un bastión en defensa de la democracia y un dolor de cabeza para el castro-comunismo.
[Artículo publicado originalmente en Cubanet].