El domingo 9 de agosto en La Habana se intensificó la violencia contra las Damas de Blanco y los activistas de Derechos Humanos que las apoyan en la marcha por la libertad de los presos políticos y exigiendo una ley de amnistía general, según un reporte divulgado por la bloguera Lía Villares en su página de Facebook.
"Este domingo la violencia se intensificó en la Marcha de las Damas de Blanco y l@s activistas defensor@s de los Derechos Humanos que se les unieron. Con 9 Damas y otros activistas presos desde el viernes, la asistencia dominical fue de 54 Damas y 38 activistas.
"Después de misa como siempre las Damas realizaron su caminata por la 5ta Avenida, mostrando fotos de presos políticos. Después en el parque Berta hizo un resumen y la mamá de Enmanuel Abreu, en terapia intensiva pues lleva 88 días en huelga de hambre en Guantánamo, nos contó su historia. Hacia la 1 y media de la tarde nos dispusimos a marchar.
Empezaba la parte de #TodosMarchamos, que promueve el Foro por los Derechos y Libertades.
Ailer repartió caretas de Obama para que las activistas las lleváramos y así cuando nos dieran golpes también se los darían simbólicamente al presidente de los Estados Unidos de América.
Enseguida empezó lo bueno. 'La caliente' como le dicen muchos de los que están allí cada domingo.
Desde la calle 24 se aproximaban las 'masas revolucionarias enardecidas' acompañadas de numerosos policías uniformados, seguidos de los esbirros de los órganos de la Seguridad del Estado. Es la primera vez que presenciaba una violencia de este tipo. Vimos cómo los represores habituales cogían a los hombres con llaves y agarres por la garganta y el cuello.
Berta Soler y Tania Bruguera se arremetieron en defensa de los hombres que eran violentados por los represores, ayudados por los policías. Vi que se llevaban a Ángel Moya, le hice la señal de la L en solidaridad. No me quise separar de Tania, porque capaz que cuando nadie la estuviera mirando arremeterían contra ella. De pronto permanecimos entre las turbas y los represores. Nadie venía a apresarnos.
El agente represor que se hace llamar Javier, que es el que ha 'atendido' el caso de Tania todos estos meses, la cogió por los hombros y le dijo que se calmara, que ya se iba a acabar aquellos. Tania le recriminaba bañada en llanto que por qué le habían mentido diciendo que no les daban golpes a las mujeres ni a l@s demás activistas de apoyo. Le decía que a base de violencia no cambiarían nada nunca, que esa no era la manera de lograr los cambios que se promovían.
Los demás factores, jefa del sector y 'vecinos' que componían el aumentado acto de repudio me gritaban que me fuera del país, entre otras conocidas ofensas que son ya lugares comunes en estos actos de pura barbarie humana. Yo les dije que eran cómplices de la dictadura más larga de Latinoamérica, que yo era tan cubana como ellos y respondían con Vivas a las 'negociaciones Cuba-Estados Unidos'.
Mientras, al frente nuestro en las guaguas preparadas para las Damas de Blanco, una vez que fueron atropelladas y metidas a la fuerza, las seguían reprimiendo con gritos y golpes en las ventanillas. Tenían carteles que decían Fuera los Mercenarios y cosas por el estilo. El represor Javier insiste con que no siga provocando que ya eso se acabó. Yo le digo que de qué manera piensan justificar semejante violencia y represión que esta vez se ha ido de las manos visiblemente. Él parece preocupado por Tania, o se hace el que lo está, supongo que es parte del guión, le dice que por favor vaya con él para llevarla a su casa.
Me quita la máscara de Obama que llevo en la cabeza. 'Quítate eso', me dice. 'Obama tendría que ver cómo le pasan por arriba a sus medidas que supuestamente buscan más libertades para los cubanos', digo, 'Ya dejen la complicidad'.
Yo le sigo diciendo cómplice a todo el que me pasa por delante. Represores. Le digo al tal Javier que hoy goza de la mayor impunidad pero mañana será otra historia. Él hace como que no me escucha, o no le importa. Le digo a Tania que en su carro no nos montamos. Que nos vamos por nuestra cuenta ya que nos están dando ese trato diferenciado de no montarnos en las guaguas hacia Tarará como de costumbre. Le pregunto abiertamente a Javier por qué ese trato diferenciado con Tania. Él replica que siempre le habla con sinceridad pero evade un argumento coherente. Con la mayor confianza me dice 'Lia, no provoques más' y luego me pregunta que por qué estoy tan flaca. Es un falta de respeto, pienso pero me lo callo. Y ya no le hablo más.
Me voy con Tania hacia 1ra para esperar que se despeje la calle de los gritones violentos. Desde la esquina, una mujer nos sigue gritando improperios y diciendo que vayamos para allá que ella es la jefa del sector. En una escalera un muchacho joven que aparentemente participó en el acto de repudio está llorando, rodeado de represores. Tania se acerca y le pregunta qué le pasa. Los represores contestan que solo está nervioso por el 'show' y que no es nada. Yo desde atrás pude ver como cuando el muchacho decía que estaban dando tremenda tranca. Unas mujeres se le acercan y le dicen 'No seas, bobo, nosotros sabemos que tú eres un buen muchacho'. Nos alejamos hacia la zona hotelera. Después regresamos a 3ra a intentar coger un taxi de regreso.
En el almendrón se suben 3 muchachos que también participaban del acto pero se hacen los 'chivos locos', nos dicen que son músicos y que son fan a los Aldeanos, que esos son los mejores de Cuba. Nos dicen que ellos estaban allí intentado 'separar' a la gente porque a ellos no les gusta la violencia. Ellos estaban de fiesta desde el día anterior, grabando en un estudio y tomando ron. No les interesa la política. Tania les dice que así Cuba es muy rica, pero que les cuenten a la gente todo eso que vieron, que las política quieran o no les atañe a todos.
El taxista parece conocer nuestro destino, va por todo Malecón y Tania le dice que suba por O, nos quedamos en casa de su mamá. Le digo que me voy a casa a tratar de subir las imágenes que pude hacer. Ella está muy ansiosa, quiere irse por su cuenta y riesgo a Tarará a esperar que suelten a la gente. Le digo que no vale la pena, es lejos, el sol está demasiado caliente y va a ser por gusto pues no nos dejarán ver a nadie y a las 6 los repartirán en guaguas y patrullas hacia sus casas: disidentes y policías, guardias y Damas, represores y activistas, sin distinción.
Recuerdo que le dije a Javier que eso tenía que vivirlo. Para que nadie me lo explicara. Para poder digerirlo poco a poco y tratar de entender lo injustificable, lo que no tiene nombre, lo desmedido.
Espero que los historiadores sean elocuentes y se pongan creativos con el lenguaje a la hora de traducir estas descontroladas olas represivas que parecieran no tener fin. Espero que ellos sepan darle un giro razonable y lógico, y encontrar la coherencia que no pude ver yo.