Una gran retrospectiva sobre el artista cubano Wifredo Lam (Sagua la Grande, Cuba, 1902-París 1982) será expuesta en el Centro Pompidou de París, con la intención de liberar la mirada sobre la obra de este artista, por momentos encasillada bajo las etiquetas del surrealismo o la influencia africana.
Más de 400 obras –pinturas, dibujos, fotografías, además de revistas y libros– integran esta muestra que abre el miércoles hasta el 15 de febrero de 2016, antes de ser presentada en el Reina Sofía de Madrid (12 de abril-15 de agosto) y en el Tate Modern de Londres (14 de septiembre 2016 al 8 de enero de 2017), según reporta la agencia AFP.
"A través de la selección de obras y de su disposición en el espacio, nos propusimos poner en evidencia sus desarrollos complejos y salir de los clichés centro-periferia, América Latina, Picasso y surrealismo", explicó a AFP la curadora de la exposición Catherine David, directora adjunta del Museo de Arte Moderno de París.
Hijo de un inmigrante chino y una madre descendiente de africanos y españoles, Lam estudió arte en Madrid en los años 1920 y tomó partido por los republicanos durante la guerra civil, antes de trasladarse a París en 1938, donde conoció a Pablo Picasso. De la mano del maestro español entró en contacto con los surrealistas y con el escritor Michel Leiris, que lo inicia en el arte africano, muy presente en su obra.
La retrospectiva insiste en la variedad de influencias y en la complejidad de una obra que ocupa un lugar especial en la historia del arte moderno occidental, evitando caer en los estereotipos. El arte de Lam, explica Catherine David, "consistió en integrar a un espacio moderno que contribuyó a abrir –fue un formidable inventor de formas– una cantidad de elementos que nunca hubiesen entrado por sí solos: referencias a la cultura caribeña y figuras híbridas sumamente complejas".
Según la experta, "en realidad fue más lo que los surrealistas proyectaron sobre él que la inversa". La presencia en la Ciudad Luz del escritor y gurú del surrealismo André Breton, para el cual ilustró el poema "Fata Morgana", fue uno de los caminos por los que ligan a Lam con esta corriente.
La muestra incluye el período poco conocido de su formación académica en España. Abarca, además, diferentes formatos y materias, incluyendo el grabado, que sustituye a la pintura a partir de los años 60 y la instalación definitiva en Albissola, en la costa de la Liguria italiana.
Las estrellas de la exposición son dos grandes cuadros prestados por el MOMA de Nueva York, "Presente eterno" (1944) y "La jungla" (1943), un óleo y témpera sobre papel, colorida obra de marcada verticalidad que evoca el regreso a la isla natal, su fauna y su vegetación. "Cuando uno mira 'La jungla' piensa más en Matisse que en Picasso", comenta Catherine David.
Advierte que el cuadro regresará a Nueva York tras su estadía en París, es decir que no se mostrará en el Reina Sofía ni en la Tate. Como ocurre a menudo con las grandes retrospectivas, su interés radica en poder ver el conjunto de la obra de alcance universal de este artista fascinado por el esoterismo y disfrutar el diálogo entre piezas que están dispersas en distintos rincones del mundo. "Es una oportunidad única –insiste la curadora– para tener una mirada sobre toda la obra de Lam".