Del drama y la tragedia a una película donde las malas palabras son un escape. Desde el ‘entrenamiento’ con Carlos Díaz en la compañía Teatro El Público, Roberto San Martín trazó una parábola para decir que goza lo mismo con aprender que con mostrar lo que ha aprendido en el teatro y el cine.
San Martín (La Habana, 1976) ha trabajado además en los filmes Entre ciclones, La semana que viene (sin falta), Aquí no hay quien viva, La dama boba, entre otros.
El hijo de Susana Pérez, la popular actriz cubana, ha encontrado en Miami una “cueva” distinta a la que tuvo hace unos años en Madrid. Para Martí Noticias, Roberto San Martín (RSM) contestó un clásico “ping pong” para quienes quieran saber lo que hace desde que llegó a la Ciudad del Sol.
Hay un chama que se mueve entre La Habana y Madrid para ir dejando pedazos de sus personajes. ¿Hasta dónde imaginó RSM que se romperían las fronteras de las ficciones que se inventaba y cómo describirías el acto de cruzar los límites físicos que te ha impuesto el ser actor y el “ser cubano”?
Uno nunca se imagina el alcance que puede tener un personaje. Una película, una historia. Uno se deja llevar por las sensaciones que le van dejando esas palabras escritas en el proceso de adquirir cuerpo. Es ese proceso el que las impulsa más allá de las fronteras de nuestra imaginación.
El ser actor en si es un acto que busca romper límites. El ser cubano tiene límites impuestos por naturaleza. Entonces el ser un actor cubano es el proceso en el que dos condiciones físicas opuestas se conjugan en un tercer elemento. La consecuencia.
Eres de la tropa de “El Público”: ¿A qué se llega bajo la égida de Carlos Díaz? ¿Cuánto de trabajo en equipo se puede experimentar cuando de Teatro se trata?
Carlos (Díaz) es un maestro, El Público una escuela y yo un alumno con muchos deseos de aprender. Así se llega a donde uno quiera. El teatro es una disciplina coral. Y el que no lo entienda no lo respeta. No brilla tu actuación si desluce tu vestuario.
En 2005 Cuba te vio como el muchacho díscolo, escapado de cualquier barrio habanero y elevado a ese nivel en que los jóvenes creen que acabas de contar la propia historia de ellos. ¿Cuánto le regalaste tú a “Tito” (En Habana Blues, de Benito Zambrano) y cuánto “Tito” le debe a tus socios del barrio?
Tito es el resultado de la mezcla de un excelente guión y un actor con una necesidad irrefrenable de gritarlo. Lo demás es una serie de momentos mágicos bien fotografiados. El barrio y los socios siempre ayudan por supuesto, pero lo que más ayuda es Cuba.
La gente te recuerda mucho por la escena de las “malas palabras”, junto a Joel García Osorio (Ruy). ¿Cómo fue la anatomía de esa escena?
La preparación de la escena fue tan larga como un parto. Casi todo un día de trabajo para lograr mover ese coche que ya a estas alturas de la peli no se movía por sí solo. Un día raro. De esos que llueve y escampa. Yo deseoso de que se suspendiera la filmación porque tampoco tenía ganas de trabajar ese día y de pronto: “¡Acción!” Una toma y la historia...
¿La Habana-Madrid-Miami... cuánto deja un marino (actor) en cada puerto (escenario) que deja? ¿Qué has ganado de al llegar, actuar y partir?
Dejas mucho pero te llevas más. De cada sitio te robas un amigo o dos. De cada teatro un aplauso o más. De cada puerto una vela. De cada casa un corazón. Dejas mucho pero ganas todo.
¿Qué tanto te puede afectar una ciudad como Miami para tu desarrollo profesional? Además de en la televisión comercial te hemos visto en el teatro dramático que aquí se exhibe. ¿Alguna recomendación a los jóvenes actores, a los que llegan?
Miami es una ciudad dura. Paciencia e independencia. Si no te dejan caminar haz tú tu propio camino.
En las redes sociales (Twitter, Facebook) podemos encontrar tus ‘gritos’ contra las violaciones a los Derechos Humanos en Cuba, algo que no es común ni en tu generación de actores ni en muchos de tus colegas del gremio que recién salen de la isla. ¿Qué te anima a solidarizarte con lo que pasan los cubanos allá ‘dentro’?
Mi conciencia, mi nacionalidad, mi vergüenza.
Además del Micro-Teatro, con Lilo Vilaplana. ¿Qué se trae entre manos RSM?
Bueno con Lilo tenemos tantos planes que si nos dejan estaremos trabajando mucho, mucho tiempo. Pero los planes no se dicen ... Para que se den.