El ministro de Cultura de Rusia, Vladímir Medinski, negó que la suspensión de la proyección de la película británica "La muerte de Stalin" sea un acto de censura gubernamental.
"Nosotros no tenemos censura. No tenemos miedo a las interpretaciones críticas e imparciales de nuestra historia", dijo Medinski a la prensa.
Medinski adelantó que, además de retirarle la acreditación de exhibición, se ha decidido realizar un análisis jurídico del contenido de la cinta, en alusión a que podría tener carácter extremista, lo que llevaría a su prohibición definitiva.
"Mucha gente de edad avanzada, y no sólo ellos, la han interpretado como una burla insultante de su pasado soviético, de un país que derrotó al fascismo, del Ejército soviético, de la gente común y, lo más desagradable, de las víctimas del estalinismo", comentó.
Además, el ministro explicó que la distribuidora, "Volga", ignoró las advertencias sobre la inconveniencia de estrenar la película en vísperas del 75 aniversario de la victoria soviética contra la Alemania nazi de Stalingrado, que tendrá lugar el 2 de febrero.
"Hay una frontera moral entre el análisis crítico de la historia y la burla", dijo.
"Volga" explicó que el ministerio le remitió la pasada semana la autorización estatal para proyectar la cinta, pero cambió de idea tras recibir numerosas muestras de repulsa.
"La muerte de Stalin", película dirigida por el británico Armando Iannucci y que aborda con tono de humor las luchas intestinas que siguieron a la muerte de Iosif Stalin en 1953, debía estrenarse el 25 de enero.
Un grupo de destacados miembros del consejo adscrito al Ministerio de Cultura, entre los que figura el famoso cineasta Nikita Mijalkov, arremetieron contra la cinta tras asistir a su preestreno.
Mientras, los comunistas la tacharon de "provocación" en vísperas de las elecciones presidenciales del 18 de marzo, en las que el actual presidente, Vladímir Putin, buscará la reelección.
"La muerte de Stalin" fue estrenada mundialmente en septiembre pasado durante el Festival de Toronto, al que acudieron sus principales protagonistas.
En declaraciones a la prensa rusa, Iannucci aseguró que la película no pretende ser un documento histórico y admitió que los diálogos entre los dirigentes soviéticos son producto de su fantasía.
[Agencia EFE]