El espíritu olímpico se está perdiendo en Sochi. Cuando se habla de los XXII Juegos Olímpicos de Invierno, que comienzan el 7 de febrero, se pone énfasis en la seguridad, en la pomposidad y el ego ruso, en las amenazas terroristas y la ambición política del Kremlin.
Éstos son los juegos más caros de la historia y los más militarizados. En Rusia se ha decretado el estado de sitio y seguirá así hasta el 21 de marzo.
Estas Olimpiadas son las de mayores gastos. En los juegos de verano de Pekín, en el 2008, se gastaron más de 40.000 millones de dólares. Sochi ya supera los 50.000 millones. Mal precedente para el movimiento olímpico. La ciudad da la impresión de estar ocupada. Por decreto presidencial se impuso control a la entrada y salida de la zona. Los automóviles que no tengan placa local no pueden ingresar en la ciudad, y para acceder a ella se han destinados especiales vías de acceso. Se cerraron todos los parqueos de automóviles y a las instalaciones olímpicas se entra después de una minuciosa inspección policial.
Las protestas estarán destinadas a una especie de Rincón del Orador en el londinense Hide Park. En el cielo de Sochi hay escuadrillas de drones rusos que vigilan las 24 horas y en el mar, frente a la ciudad, hay cuatro corbetas de la armada, destinadas a la lucha antiterrorista. Más de 30.000 policías y soldados patrullan las calles, acompañados de cosacos. Estos cosacos, famosos por su xenofobia, determinan quiénes son los arrestados en las calles de Sochi.
A pesar de las medidas extremas de seguridad, el Departamento de Estado advierte a los estadounidenses de que se arriesguen a visitar la sede olímpica que actúen con precaución y permanezcan vigilantes, pues Sochi es un objetivo para los terroristas. El FBI envió decenas de agentes a Rusia para apoyar en la coordinación de la seguridad de las Olimpiadas.
Curiosamente, la nota del Departamento de Estado recomienda a los turistas que compren un seguro médico privado y recuerda las prohibiciones en Rusia a las relaciones sexuales “no tradicionales”.
Human Rights Watch ha publicado una guía para los periodistas sobre los abusos a los derechos humanos de los residentes y los trabajadores de otras repúblicas vecinas por parte de las autoridades rusias.
Éstos son los juegos más caros de la historia y los más militarizados. En Rusia se ha decretado el estado de sitio y seguirá así hasta el 21 de marzo.
Estas Olimpiadas son las de mayores gastos. En los juegos de verano de Pekín, en el 2008, se gastaron más de 40.000 millones de dólares. Sochi ya supera los 50.000 millones. Mal precedente para el movimiento olímpico. La ciudad da la impresión de estar ocupada. Por decreto presidencial se impuso control a la entrada y salida de la zona. Los automóviles que no tengan placa local no pueden ingresar en la ciudad, y para acceder a ella se han destinados especiales vías de acceso. Se cerraron todos los parqueos de automóviles y a las instalaciones olímpicas se entra después de una minuciosa inspección policial.
Las protestas estarán destinadas a una especie de Rincón del Orador en el londinense Hide Park. En el cielo de Sochi hay escuadrillas de drones rusos que vigilan las 24 horas y en el mar, frente a la ciudad, hay cuatro corbetas de la armada, destinadas a la lucha antiterrorista. Más de 30.000 policías y soldados patrullan las calles, acompañados de cosacos. Estos cosacos, famosos por su xenofobia, determinan quiénes son los arrestados en las calles de Sochi.
A pesar de las medidas extremas de seguridad, el Departamento de Estado advierte a los estadounidenses de que se arriesguen a visitar la sede olímpica que actúen con precaución y permanezcan vigilantes, pues Sochi es un objetivo para los terroristas. El FBI envió decenas de agentes a Rusia para apoyar en la coordinación de la seguridad de las Olimpiadas.
Curiosamente, la nota del Departamento de Estado recomienda a los turistas que compren un seguro médico privado y recuerda las prohibiciones en Rusia a las relaciones sexuales “no tradicionales”.
Human Rights Watch ha publicado una guía para los periodistas sobre los abusos a los derechos humanos de los residentes y los trabajadores de otras repúblicas vecinas por parte de las autoridades rusias.