Los embajadores del Kremlin son conocidos por sus repetidos niet (no) en el Consejo de Seguridad de la ONU, y como tienen derecho al veto, tiran a la basura cualquier resolución que no les agrade. De 1945 al 2010 el enviado de Moscú usó el veto 120 veces, y el embajador Andrei Gromiko, después canciller, le llamaban Mr. Niet.
A un año del derribo de la nave, el 17 de julio del 2014, Rusia vetó en el Consejo de Seguridad la creación de un tribunal internacional que investigaría el derribo del avión de Malasia MH17 y juzgaría a los culpables de la tragedia que quito la vida a 298 personas, de ellas 196 holandeses, además de malasios, australianos, indonesios, belgas, británicos, alemanes, filipinos, y de Canadá y Nueva Zelanda. La nave volaba sobre la región de Donetsk, en Ucrania, pero controlada por los separatistas prorrusos. El ahora embajador ruso en la ONU, Vitali Churkin, habla de la falta de mecanismos y precedentes para crear un tribunal de ese tipo.
La resolución presentada por Malasia, Holanda, Australia, Ucrania y Bélgica, pedía la creación de un tribunal internacional independiente. Once países votaron a favor de la resolución y además del veto ruso, se abstuvieron China, Venezuela y Angola, tres aliados rusos en la escena internacional.
La Unión Europea, la Comisión Europea y Francia lamentaron el veto ruso y el premier de Holanda Mark Rutte, pidió a Vladimir Putin que aceptara la creación del tribunal y llevar a juicio a los que lanzaron el misil contra la nave civil. En Australia afirman las autoridades que no van a permitir la impunidad del crimen pues se envía un mensaje peligroso - el que se pueden tumbar aviones civiles.
En el Kremlin dicen que desean una investigación libre de “politización” y califican la iniciativa como “alboroto político”. Y es que todas las evidencias hasta el momento indican a los separatistas prorrusos como los autores materiales del crimen. Habían presentado los rusos una resolución alternativa, donde no se mencionaba el tribunal internacional, y solo se pedía una aceleración de las pesquisas. En Donetsk, los separatistas enseguida aplaudieron la decisión rusa. Y el canciller Lavrov dijo que el derribo es un caso penal, y no una amenaza a la paz y seguridad, como afirma la resolución que presentó Malasia. Y a pesar de la negativa rusa, en Bangkok buscan alternativas viables y mecanismos para procesar a los autores del crimen.
Para los ucranianos, el veto ruso es prueba de la culpabilidad de las tropas rusas en la zona del Este de Ucrania, de su presencia y vinculación con el siniestro. A pesar de la negativa de Putin las autoridades de Ucrania y Holanda están determinadas a crear un tribunal internacional.
Se espera que en octubre los holandeses publiquen las conclusiones de su investigación.