La única sorpresa en las primarias del martes en la noche fue la inesperada victoria del senador Bernie Sanders (D –Vt.) sobre la ex secretaria de Estado Hillary Clinton en las primarias del estado de Michigan.
Lo que pasó no lo esperaba nadie. Las encuestas daban a Clinton ganadora por un amplio margen. Ni siquiera el propio Sanders creía que podía ganar.
Sanders hizo lo que hacen los candidatos perdedores, que es hablar temprano en la noche para así salir de las preguntas inconvenientes.
Todo sigue igual en la contienda por ver quién es el candidato, o la candidata, que va a representar al Partido Demócrata en las elecciones de noviembre.
Tendría que ocurrir un terremoto político de enorme magnitud o una acusación por delitos cometidos por Clinton al tener un servidor privado en su casa cuando era Secretaria de Estado. Eso sí sería grave y es lo único que impediría que Clinton fuese la candidata demócrata en noviembre.
En el Partido Republicano las cosas también van esclareciéndose.
El magnate Donald Trump ganó en tres de los cuatro estados en juego en las primarias del martes. El senador Ted Cruz (R–Tex) sólo pudo ganar en el estado de Idaho y la lucha por los delegados a la convención cada día favorece más a Trump.
En el Partido Republicano, sin embargo, hay una corriente fuerte en contra de Trump. La llevan los republicanos más centristas a los que les molesta todas las cosas que dice Trump.
El candidato favorito de este grupo es el senador Marco Rubio (R–Fl) que tuvo una noche desastrosa. No sólo no pudo ganar ninguno de los estados en juego el martes, sino que quedó en un distante tercer o cuarto lugar en varios estados.
El gobernador de Ohio John Kasich tuvo una noche mejor que la de Rubio, pero tampoco ganó ninguna primaria y no tiene un camino fácil para obtener la nominación.
Ni siquiera el senador Cruz tiene un camino fácil. Mejor dicho, ni siquiera él que ya ha ganado varios estados puede llegar a los
1.237 delegados necesarios para obtener la nominación del partido.
La nueva estrategia de muchos líderes del partido que no quieren a Trump como candidato ha cambiado. Ya no favorecen a ninguno de los candidatos porque entienden que ninguno puede llegar a los 1.237 delegados necesarios para obtener la nominación.
La estrategia ahora es conseguir que todos los candidatos sigan en la contienda. Quieren ver si Rubio gana la Florida y si Kasich gana Ohio el martes de la semana que viene. Si eso ocurre, las cosas se le complican a Trump.
Pero, además, lo que buscan los jerarcas del partido es ver sin con cuatro candidatos en la contienda, alguno de ellos logra quitarle algunos delegados a Trump en los estados donde los delegados se reparten en forma proporcional.
Ellos quieren impedir de cualquier manera legal que Trump sea el candidato del partido. Y en eso están claros.
Si Trump no llega a los 1.237 delgados, entonces la nominación se haría en la Convención Republicana este verano. Allí los delegados de cada uno de los candidatos sólo están obligados a votar por su candidato en una primera ronda.
Como no hay candidato que pueda ganar en esa primera votación, ahí es cuando vienen los acuerdos a puertas cerradas. Algunos tratarían de formar duplas de candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia para ver si de esa forma logran llegar al número de los delegados necesarios.
Pero todo esto ocurriría únicamente si ninguno de los candidatos republicanos llega al requerido número de delegados. Trump todavía puede lograrlo, particularmente si impide que Rubio y Kasich ganen sus respectivos estados el martes que viene.
Los politólogos en este país creen que Trump va a ganar y que impedirle que llegue al número de delegados necesarios va a ser muy difícil.