Vestida de negro –en contraste con la Dama de Blanco Berta Soler que estaba a su lado–, con el cabello dorado sobre los hombros, ojeras pronunciadas y un semblante de cansancio, Sara Marta Fonseca aprovechó este jueves 5 los micrófonos del Congreso estadounidense para narrar el acoso sufrido no sólo por ella, sino también por su familia hasta que logró salir de la isla sin posibilidades de regreso mientras dure el Gobierno de Raúl Castro.
Hacemos hincapié en ella con el recuerdo de esa foto que recorrió el mundo, en la que se le ve inmovilizada por una militar de la policía política. La agente le bloquea un brazo con una llave, mientras la asfixia hundiéndole la tráquea. La violencia de Estado, de mujer a mujer, quedó perfectamente expuesta en esta imagen tomada de una protesta del movimiento Damas de Blanco en la vía pública.
El destino ha querido que Sara Marta narre en el Congreso norteamericano, en primera persona y con detalles, cómo la represión se extendió hacia su familia. Pero digamos que no solo ha sido el destino sino, además, la solidaridad de terceros, como ella misma se encargó de aclarar en la audiencia ante el Subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que se ocupa de los Derechos Humanos en el mundo, para testificar sobre las violaciones de estos derechos, las torturas y la represión en la isla.
Su intervención, junto a los también opositores pacíficos Jorge Luis García Pérez ("Antúnez") y Berta Soler, tuvo lugar en la mañana del jueves en Washington.
"Me daban patadas en la cabeza y en la espalda… Un oficial hombre me pateó con toda su fuerza… He quedado con el riñón derecho afectado y con daños en la columna vertebral. Esta brutalidad del control estatal es el precio que hay que pagar por la rebeldía", dijo Fonseca y continúo:
"Por decir lo que pienso, no pude terminar mis estudios y mis hijos tampoco. Mi familia fue golpeada y encerrada. Destruyeron nuestra casa, asaltándola con piedras y lanzando excrementos y líquidos químicos".
Merecedora en 2012 del premio de la Asociación por la Paz Continental (ASOPAZCO), que apoya y estimula a las personas que defienden las sociedades de hombres libres y presta ayuda a grupos disidentes comprometidos con la libertad y los Derechos Humanos, Sara Marta Fonseca Quevedo narró en una segunda intervención cómo fue de complicado su proceso de gestación del que dio a luz a un bebé prematuro. La atención médica, dijo, fue pésima, debido a sus actividades en la oposición. En el hospital pudo comprobar que las tasas de natalidad infantil que proporciona el Estado son falsas. "Murieron varios bebés", expuso.
Fonseca Quevedo se desempeñó como presidenta del Partido Pro Derechos Humanos Andrei Sajarov, y como secretaria general en funciones del Frente de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo. Cuando llegó a Estados Unidos hace ahora un año y un mes, su vuelo la dejó en Miami para luego continuar camino hacia New Jersey, donde reside.
Una congresista demócrata por California, Karen Bass, dijo que sin embargo ellos podían volver a su país después de esta exposición. Justamente en el caso de Sara Marta no es así:
"Yo estoy aquí como refugiada política", contestó la activista, y recordó que la ayuda recibida desde el exterior es muy importante:
"Puedo decirles que, gracias a la ayuda que se recibe en Cuba, en muchas ocasiones se han salvado vidas. Cuando usted tiene un teléfono celular en la mano, tiene un arma para defenderse. Sin esa ayuda sería imposible pues un cubano de a pie no puede adquirir un teléfono. Gracias a esa comunicación nos activamos para salir a las calles a reclamar liberación de otros… Por eso es tan importante el exilio cubano", afirmó.