Los medios oficiales han mantenido un total mutismo en torno al juicio que, desde el 16 de junio, se sigue contra el empresario canadiense de origen armenio Cy Tokmakjian. Este hombre, de 74 años, lleva dos años en prisión, acusado por el delito de corrupción, y ahora es juzgado en el Tribunal Provincial Popular de La Habana, junto a otros 16 implicados. Se calcula que el juicio se prolongue por dos semanas más.
La historia de Tokmakjian en Cuba se remonta a 1988, cuando inició sus negocios, junto al también empresario canadiense de origen armenio Sarkis Yacoubian, quien era presidente de la firma comercializadora Tri Star Inc, y, según se afirma, hombre de máxima confianza para el gobierno cubano. En julio de 2011, fue detenido, juzgado y condenado a 9 años de prisión, por varios delitos. Posteriormente, fue liberado y se le permitió regresar a Canadá.
Antes de su disolución, ocurrida en abril de 2013, el Grupo Tokmakjian, cuya sede está en Ontario, Canadá, era una de las mayores entidades extranjeras radicadas en Cuba, solo superada por la canadiense Sherrit Internacional. Operó durante 25 años en suelo cubano y llegó a facturar 80 millones de dólares anuales, además de ser el distribuidor exclusivo de los vehículos coreanos de la marca Hyundai.
Al momento de iniciarse la vista contra el corrupto Tokmakjian, sesionaba en La Habana el I Taller Internacional de Auditoria, Control y Supervisión, patrocinado por la Contraloría General de la República, que tuvo como lema “la participación ciudadana, el fortalecimiento de la ética, trasparencia y rendición de cuenta”. Es algo que resulta paradójico, porque el gobierno cubano, en todo lo relacionado con la lucha contra la corrupción, le ha impuesto al pueblo un absoluto secretismo.
La ciudadanía desconoce las acciones delincuenciales de los dos empresarios armenios encarcelados y juzgados, así como todo lo relacionado con el cierre definitivo de sus respectivas empresas.
Algo similar ocurrió con los empresarios británicos Amado Fakhre y Stephen Purvis, directivos de la desaparecida firma de inversiones Coral Capital, condenados por corrupción y a los que, tras permanecer dos años en prisión, se le retiraron los cargos, fueron liberados y regresaron a su país, sin que nada se le informara al pueblo cubano.
Mucho menos se ha dicho en qué terminó el escándalo de corrupción relacionado con el cable submarino de fibra óptica entre Venezuela y Cuba, por el que, según se comenta, fueron destituidos, en julio de 2011, varios directivos del Ministerio de Comunicaciones (MC) y de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba SA (ETECSA), entre ellos, los viceministros Ramón Luis Linares y Alberto Rodríguez Arufe.
Es un secreto que se comenta a voces entre la población cubana (sin confirmación oficial) que Tokmakjian y Yacoubian mantuvieron fuertes lazos de amistad y de negocios con altos oficiales del Misterio del Interior y funcionarios de ETECSA, así como de los Ministerios de Comunicaciones, Transporte, Salud Pública, Industria Básica y del desaparecido Sideromecánica.
También se rumora a nivel popular que durante el proceso de instrucción llevado a cabo por la Seguridad del Estado en su cuartel general de Villa Marista, donde estuvieron detenidos Yacoubian y Tokmakjian, hubo un largo desfile de funcionarios cubanos de alto rango, entre ellos varios viceministros. Y dicen que algunos de estos visitantes también quedaron detenidos, por su implicación en actos de corrupción.
Yacoubian y Tokmakjian eran conocidos como los zares del comercio automotor dentro de Cuba. Su poder en ese sector, al parecer gracias a sus relaciones con personajes del gobierno, era imbatible. Eso explicaría el secretismo oficial en torno al juicio que ahora se sigue contra Tokmakjian.
Este artículo de Osmar Laffita Rojas fue publicado en Cubanet.