Otra perturbada iniciativa, lanzada por el Ministerio de Agricultura, se enfoca en soluciones sustentables a los problemas medioambientales, optimizar la energía, el agua, mejorar la productividad, y en el uso de los residuos humanos como abono orgánico.
Los especialistas adjuntos, del MINAGRI, aseguran que sembrando en el interior y/o en las proximidades del sistema cavernario cubano, se podrá garantizar, en breve tiempo, una producción de alimentos que ayudará a satisfacer la creciente e imparable necesidad de la población cubana.
No se trata de una idea novedosa, hace millones de años el hombre aprovechó la humedad en las cuevas y sus alrededores. ¿Cómo es posible que hoy, en pleno siglo XXI, el gobierno cubano pretenda regresar a la agricultura cavernícola?
El insólito avance, que persigue incluso capacitar y crear laboratorios para estudiar la calidad del agua en cada zona cavernosa de la isla, surgió como respuesta a un descocado debate ministerial sobre el uso del agua en el sistema de la agricultura que tuvo lugar el pasado mes de febrero, donde Inés María Chapmam, presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, tomó la palabra para advirtir sobre la severa situación de este recurso natural, y Norberto Espinosa Carro, director del Grupo Empresarial Ganadero, disertó sobre el programa de desarrollo que acometen en medio de una seria estrechez económica.
Cualquiera que viaje a Cuba, incluso como turista, sabrá que la isla posee uno de los mayores sistemas cavernarios del mundo, 70 por ciento de su territorio, con excepción de Las Tunas, está compuesto de roca caliza y calcárea, fenómeno natural que beneficia la formación de cavernas; pero dudo que algún campesino quiera regresar a las cuevas, o que el MINAGRI garantice un sistema de irrigación subterráneo cuando en más de 50 años no ha podido garantizar ni un tercio de la alimentación nacional sembrando en terreno fértil.
“Le llaman permacultura y es el disparate de moda que trajo este nuevo ministro de su viaje por Europa. Y es precisamente ese uno de los principales problemas que tenemos, la falta de organización y los sueños ministeriales”, asegura uno de los directivos del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola.
“En Cuba – concluye - el problema no es el agua ni la humedad, es la miserable atención al usufructuario vinculado a las UBPC, es la falta de liquidez, es el mal aprovechamiento de las áreas agrícolas, la pésima selección de fuentes fluviales destinadas a riego y drenaje, las mil y una limitaciones que impone la ley para dar una mejor vida a los campesinos, como construir una vivienda, en las zonas donde trabajan, es el mal manejo y la falta de alimentación del ganado, es el déficit de fuerza de trabajo y de personal técnico calificado, es la carencia de insumos y aperos, la no disponibilidad de maquinarias para la preparación de la tierra, la falta de piezas de repuesto, y el tenaz desacierto que tiene el transporte comprometido con la comercialización agropecuaria. Es todo”.