El evento obliga a aguantar la respiración, algunos con reproches, rechazo, otros con alegría, curiosidad, pero la inmensa mayoría dentro de Cuba con expectativas e ilusiones, mientras los disidentes reclaman los Derechos Humanos y las personalidades invitadas disfrutan del momento.
Parece que en Cuba el diálogo se consolida como instrumento de solución de viejos problemas que parecían insolubles. Los antecedentes de este camino de entendimiento difícil los podemos encontrar en el Apartheid en Sudáfrica entre Nelson Mandela (líder negro) y Frederik DeClerc (dirigente blanco) o entre los combatientes de la Guerra Civil Española (socialistas versus nacionales).
Ambos enfrentamientos usaron el diálogo y la reconciliación para dejar atrás el odioso Apartheid en Sudáfrica y el encono con la violencia atroz de los fusilamientos en masa durante la Guerra Civil en España. Y hoy en ambas naciones florece la democracia y el respeto a los Derechos Humanos.
Pero ahora llegamos a la reapertura de embajadas entre los Gobiernos de Estados Unidos y Cuba, después de 54 años de aislamiento y embargo por parte de Washington, y múltiples sufrimientos del pueblo cubano por los encarcelamientos, torturas y miserias económicas del comunismo castrista.
Cuba y Estados Unidos deciden reanudar sus relaciones diplomáticas y la bandera cubana ondea de nuevo en su reabierta embajada en Washington y el 14 de agosto ondeará en la embajada de Estados Unidos en La Habana con la presencia del secretario de Estado, John Kerry.
Pero lo más revelador de todo el acontecimiento del izado de la bandera en la reapertura de la embajada en Washington no fue la retórica cansona y alabardera del canciller cubano Bruno Rodríguez, sino la frase irreverente del poeta chileno Nicanor Parra que Silvio Rodríguez osó repetir en Washington sin dar crédito al autor: "Cuba sí, yanquis también".
No cabe duda que la frase corta y cortante del poeta chileno "Cuba sí, yanquis también", es la que mejor refleja el momento de banderas, embajadas y retóricas de entendimientos y diálogos entre los dos países.
Por esa frase jocosa del poeta chileno, que cambió el "no" por el "también", Fidel Castro se disgustó con Parra y no lo invitó más a Cuba, a pesar de su filiación socialista.
Todos los observadores coinciden que el camino de las embajadas y de las banderas ondeando aquí y acullá no se prevé fácil, porque ambas partes tienen reclamos imposibles de satisfacer a corto plazo.
Los reclamos castristas se resumen en la Base de Guantánamo y el fin del embargo. Entre los reclamos estadounidenses se repite hasta el cansancio que el castrismo debe respetar los Derechos Humanos y dar acceso a todos a internet.
Apagadas las luces de los eventos novedosos y de la prensa, podríamos concluir que con la reapertura de embajadas culmina una etapa del diálogo bilateral entre los dos países.
La dirección parece la correcta. Talvez la próxima etapa será alrededor de los temas pendientes ya mencionados pero, mientras tanto, el pueblo cubano parece disfrutar sus expectativas de ilusiones y esperanzas, mientras que la verdad más verdadera de todo lo dicho hasta ahora, ha sido: "Cuba sí yanquis también".