Bajo la célebre frase de Winston Churchill de que el “socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, el evangelio de la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”, empezó el ciclo de Conferencias Ronald Reagan con tres distinguidos oradores, dos sobrevivientes del comunismo en Cuba y Ucrania, y el niño estadounidense de una familia vietnamita que huyó del comunismo.
Las conferencias fueron impartidas al alumnado de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia, el 3 de octubre de 2016, con la idea de advertir al público sobre los peligros del socialismo y el comunismo, según informa Canada Free Press.
El primero en el micrófono fue el cineasta Agustín Blázquez, quien nació y creció en Cuba, escapó de la isla a sus veinte años y llegó a EE.UU en 1967. Blázquez ha hecho más de 200 películas y documentales.
Agustín vivió paso a paso la "transformación fundamental" de Cuba del capitalismo al socialismo, y con el tiempo a un gobierno totalitario comunista. Después de que Castro se hizo cargo de Cuba en 1959, a pesar de las advertencias que venían de China y la Unión Soviética, los cubanos castristas eligieron creer que nada malo pasaría porque alguien más estaba en control y estaba implementando el socialismo correctamente. Pero las técnicas de represión y control de la población eran exactamente las mismas en todas partes, pues utilizan el mismo manual de coerción, dijo el cineasta.
Lo que surgió fue un sistema de dos clases, las élites de poder y los que los apoyan. La igualdad que prometieron dio lugar a una igualdad en la pobreza y la miseria. La mala planificación centralizada, los bajos salarios, la baja moral, sin ética de trabajo, y la baja producción causan finalmente que la economía se colapse. La clase obrera (proletariado) pasó sus días en la esperanza de conseguir comida, mientras que las élites consiguieron todo lo que querían y engordaron sus cuentas bancarias. El racionamiento de alimentos y la confiscación de la propiedad privada trajo como resultado más pobreza, argumentó Blázquez.
Los trabajadores padecían bajos ingresos, feos apartamentos construidos a toda prisa, mientras que las élites ocuparon las mejores casas. El racionamiento de todo era obligado para las masas, la electricidad, el agua, el calor, los malos alimentos, la ropa, las medicinas, la atención médica y hasta el papel higiénico, recalcó Blázquez.
Agustín sacó un rollo de papel higiénico, algo bien escaso en la isla en virtud de la planificación central del socialismo / comunismo. "Todavía tengo un par de tiras de papel higiénico que traje conmigo de Rumania en 1985 como muestra para mis estudiantes universitarios de lo que es la vida bajo ese sistema. El papel es de color rosa y tiene astillas en la superficie. ¡Imagine tener que utilizar astillas en el trasero! ¡Sin embargo, nos sentíamos afortunados de tenerlo porque estábamos tan privados de todo!", apuntó el cineasta.
"Los progresistas mantienen a las personas preocupadas por la supervivencia de un día para el otro, manteniéndolos ocupados, sin energía para protestar contra el Gobierno", dijo Agustín. No se permite la libertad de asociación, no hay libertad de expresión, las armas fueron confiscadas, por lo que es imposible quitar a los marxistas del poder.
Venezuela es el ejemplo más reciente de las políticas socialistas desastrosos de Hugo Chávez. Un país rico en petróleo, Venezuela ha degenerado en un país tan pobre que la gente debe soportar horas de cola cada día con el fin de sobrevivir.
No hay derechos humanos bajo el comunismo. El gobierno dicta donde se puede vivir, donde se puede trabajar, donde se puede mover, donde se puede estudiar, lo que se puede estudiar, lo que se come y el escaso sueldo que se gana por el resto de su vida.
Nadie se fía de nadie, ni siquiera la propia familia. Apuntó Agustín y concluyó que temía incluso decir adiós a miembros de su familia porque podían informar a las autoridades de que él tenía la intención de escapar.