En 1941, Juan Manuel Chailloux Cardona, un estudiante universitario que cursaba la carrera de Leyes, Ciencias Políticas y Economía, tituló su tesis de grado “Síntesis histórica de la vivienda popular. Los horrores del solar habanero”.
La investigación, efectuada in situ, permitía conocer de primera mano las condiciones de vida de los habitantes de los solares, donde la insalubridad y el hacinamiento eran la regla.
El autor, con dinero de su bolsillo, publicó en 1945 su trabajo académico. El editor, Jesús Montero, dueño de una librería ubicada en la calle Obispo 521, en la Habana Vieja, llevó a cabo su impresión. La introducción del libro estuvo a cargo del prestigioso profesor universitario Herminio Portell Vilá.
El libro fue reeditado por la Editorial Ciencias Sociales, en 2005 y 2008, algo bastante inusual en Cuba cuando se trata de libros del pasado republicano. La última tirada llevaba un prólogo del doctor Eduardo Torres Cuevas, además de una presentación bastante esclarecedora de Graciela Chailloux, la cual llamó “El libro de mi papá”.
La investigación para la tesis de Juan Manuel Chailloux fue hecha entre 50 solares capitalinos escogidos al azar. De ellos aportó 17 direcciones. No solamente describió los solares, sino que aportó datos y estadísticas del número de familias y habitantes promedio por cada habitación.
Recientemente, luego de leer el libro me di a la tarea de visitar algunos de los sitios estudiados por Chailloux. Esperaba que muchos de esos solares ya no existieran.
Comencé el trayecto por la barriada de Jesús María, pues había allí varias localizaciones de solares. El primero que visité fue el ubicado en la calle Suárez entre Misión y Esperanza. Pude verificar que en dicha cuadra ahora hay más de uno, y en la citada calle Suárez, que no es muy extensa, encontré un total de diez, el primero en el número 77 y el último en el 261.
Encaminé mis pasos hacia Vives número 515 y 521, entre Rastro y Belascoaín. Allí hay ahora un pequeño agromercado y otras dependencias de organismos, no techadas. Pero por esa cuartería que ya no existe, en esa calle Vives vi otros diez solares en el tramo que va de Águila hasta cerca de Cuatro Caminos.
En la avenida de Belascoaín hallé cuatro sitios que, aunque no fueron estudiados por Chailloux (probablemente sean posteriores a su época), indudablemente entran en la clasificación de solares. Están los que hacen esquina a Campanario y a Carmen.
Pero lo que llamó más mi atención fue que la antigua y amplia mueblería “La Protectora” se ha subdividido en múltiples locales donde habitan, en pésimas condiciones, inmigrantes de las provincias orientales de Cuba.
El solar de Lagunas 357, denominado “El Cuartel”, sigue en pie, mientras que el de Virtudes 666 (“La Mierdita”) se eliminó. Por los alrededores hay otros solares muy parecidos, como Lagunas 358, 359, 361, 363, 365, 369 y 377, además los de Virtudes 660 y 662.
Es evidente la proliferación de solares en La Habana. Por cada solar de los que existían en la época de Chailloux, ahora hay muchos más; sin contar las casas de vecindad, que son viviendas grandes, subdivididas, convertidas en cuarterías y que hallamos por centenares en toda la ciudad, en condiciones iguales o peores que en los tiempos de Chailloux.
Irónicamente el Programa del Moncada –elaborado por Fidel Castro y donde prometía un paraíso posible gracias a la revolución, cuando todavía no estaba hecha–, al referirse al “problema de la vivienda”, prometía casas confortables y decorosas para la población humilde.
Hoy, La Habana está llena de casas declaradas inhabitables y ruinas de las que se han derrumbado. Y ni hablar de los solares. Da grima.
(Publicado originalmente en Cubanet el 12/11/2015)