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"La dictadura hace a la vida primitiva", dice la ganadora del Nobel de Literatura 2015


 La escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexievich tras la rueda de prensa en Minsk (Bielorrusia) hoy, 8 de octubre de 2015. La escritora ha ganado hoy el Premio Nobel de Literatura, según anunció la Academia Sueca hoy en Estocolmo.
La escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexievich tras la rueda de prensa en Minsk (Bielorrusia) hoy, 8 de octubre de 2015. La escritora ha ganado hoy el Premio Nobel de Literatura, según anunció la Academia Sueca hoy en Estocolmo.

La escritora bielorrusa Svetlana Alexievich recibió este jueves el premio más codiciado del mundo de las letras.

La escritora bielorrusa Svetlana Alexievich recibió este jueves el Premio Nobel de Literatura 2015. La academia sueca valoró sus novelas como un conjunto de "escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo", calificando así el valor de esta mujer para tratar el descalabro de la URSS, descalificar el supuesto heroísmo de los soldados soviéticos en la guerra de Afganistán y otros temas escabrosos como las muertes por contaminación en el escape nuclear de Chernobil.

Alexievich tiene 67 años y es autora de novelas como La guerra no tiene rostro de mujer, cuestionadora del ideal soviético y no publicada hasta 1985, cuando empezó el deshielo liderado por M. Gorvachov.

En entrevista con el diario El País, Alexievich fue dura con el autoritario presidente bielorruso: "(Alexander) Lukashenko ha parado el tiempo. La dictadura hace que la vida sea primitiva". En su regreso al país donde desarrolló su obra, la estrenada Premio Nobel ha encontrado paradojas que probablemente sigan ofreciéndole combustible para sus escritos.

Svetlana Alexievich dijo que luchó contra las imposiciones y participó derribando las estatuas dedicadas a Félix Dzherzhinski, fundador de la temible policía secreta soviética. Pero ahora lamenta que los jóvenes rusos idealicen "la Unión Soviética".

Investigadora de la era que propuso a la URSS como un baluarte mundial, a esta narradora no le molesta que digan que es una "escritora soviética". "Escribo en ruso, mi país es Bielorrusia y he vivido una simbiosis que ha afectado a muchos en este país", declaró.

Los elogios del jurado del Nobel no son gratuitos. Las piezas narrativas de Alexievich están divididos a favor y en contra del golpe de estado sucedido en 1991, son temerosos de la violencia en Azerbaiyán, se sienten traicionados, pero también se suicidan; este último hecho, es recreado en una de sus novelas, Cautivados por la muerte, 1985.

El desastre nuclear en la planta de Chernobil sirvió de base para Voces de Chernobil, que apreció en Español en 2006 por la editorial Siglo XXI.

El año pasado su novela El tiempo de segunda mano. El fin del hombre rojo fue publicado en alemán y en ruso, una especie de testamento identitario del hombre soviético. "Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen enseguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo", comenta sin lamentarse.

El fin del hombre da por concluido el ciclo "utopía roja", una saga de cinco libros que tratan de congelar en una fotografía la convulsión de la segunda mitad del siglo XX en la antigua URSS. En El chico de cinc (1989) aparecen los testimonios, en forma novelada, de quienes perdieron a sus hijos en la guerra en Afganistán.

"Queríamos un socialismo con rostro humano", expresa con pesar la nueva premiada con el codiciado galardón literario y concluye: "¿Y qué tenemos más de dos décadas después?... Un líder medio bandido y autoritario y un entorno provinciano en Bielorrusia… un presidente que habla como un 'govnik' (un tipo marginal)", asegura refiriéndose a Lukashenko.

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