Cuando hablamos de deportistas cubanos, inmediatamente nos vienen a la mente los nombres de grandes peloteros o de campeones mundiales de boxeo. Inclusive salen a relucir atletas olímpicos que sobresalieron en el amateurismo.
Sin embargo, hay dos atletas criollos, más otra que es “pichona” (padre camagüeyano y madre norteamericana) que probablemente en una lista de 100 deportistas no estén incluidos a pesar de sus grandes logros.
La razón principal del desconocimiento es que estos atletas no triunfaron en Cuba, sino en EEUU. Sus éxitos fueron obtenidos en el exilio, prueba de que el cubano no dejó que el tener que emigrar fuera un impedimento.
He aquí los nombres de estos atletas: Alfonso Cueto, Rafael Ortega y Jennifer Rodriguez. ¿Los conoces?
Alfonso Cueto nació en La Habana y salió huyendo de la dictadura comunista de Fidel Castro en octubre de 1960. Cursó sus estudios en la escuela secundaria Coral Gables High School. Su estatura de 6 pies y 7 pulgadas lo ayudó a destacarse como buen jugador de baloncesto en el equipo de dicho plantel.
Esa actuación lo ayudó a llevarse una beca en la Universidad de Saint Gregory donde jugó por dos años en la ciudad de Shawnee, estado de Oklahoma. De ahí transfirió a la Universidad de Tulsa, en el mismo estado, donde continuó sus estudios y se graduó con galardones por su labor dentro del tabloncillo.
Fue seleccionado por los Supersónicos de Seattle de la NBA y por los Nuggets de Denver de la nueva liga, ABA, que en ese momento competía con la anterior. Nunca firmó con Seattle optando por Denver. Allí se encontró con la buena dicha de que fue canjeado al equipo de los Floridanos de Miami y pudo jugar frente a sus familiares, amigos y compatriotas.
Alfonso Cueto fue el primer jugador cubano de baloncesto en jugar profesionalmente en los EEUU.
Rafael “Ralph” Ortega vió la luz en la ciudad de La Habana en el año 1953. Estando en compañía de sus padres, hermano y hermana de vacaciones durante las navidades del año 1958 la familia se exilió en la ciudad de Miami.
De joven comenzó a practicar el football americano y se destacó a medida que fue creciendo; siempre jugando la posición de linebacker en el equipo defensivo. Cuando ingresó en la secundaria Coral Gables ya sus logros lo precedían.
Fue escogido para el prestigioso equipo de todos estrellas en el condado de Miami-Dade, el estado de la Florida y finalmente se llevó el reconocimiento de All-American entre todos los jugadores del país.
Después de una intensa batalla por diferentes universidades que le ofrecían una beca para jugar fútbol americano, Ralph llevó sus talentos a la Universidad de la Florida en Gainesville. Allí su calidad lo convirtió otra vez en All-American pero en esta ocasión a nivel de universidades.
Al graduarse en 1975, Los Falcones de Atlanta lo seleccionaron en la segunda ronda del draft de la Liga Nacional de fútbol americano, NFL.
Cuando Rafael firmó su contrato se convirtió en el primer atleta cubano en jugar fútbol americano profesional.
La miamense Jennifer Rodriguez no fue una deportista típica.
Desde pequeña se enamoró de los patines y bajo la tutela de su padre José comenzó a competir en las diferentes pistas de patinaje de Miami. Rápidamente sus condiciones la llevaron a conquistar los torneos donde competía y su nombre era sinónimo de grandeza.
Calificó en infinidad de veces para los torneos nacionales donde fue ganadora en múltiples ocasiones de varios títulos nacionales. Al igual que en los campeonatos de USA también fue invitada por sus méritos a los mundiales de patinaje donde otra vez, el éxito la acompañó.
Más tarde, las competencias de patines cambiaron drásticamente cuando estos fueron modernizados para funcionar como patines de nieve. De nuevo Jenny arrasó con la competencia y los resultados fueron los mismos.
Sus propios contrincantes la convencieron de que tratara de patinar en hielo. El único problema es que ella jamás había estado en ese ambiente, pero su naturaleza competitiva la llevó a ese destino.
A pesar de su inexperiencia y la rareza del cambio, sumado a las condiciones de que ella venía de una ciudad reconocida mundialmente por su calor, Jennifer calificó en menos de un año para las olimpiadas de invierno del año 1998.
Con los juegos olímpicos en su resumé, solo le quedaban los campeonatos invernales mundiales. De nuevo, la “Gacela de Hielo” continuó su dominio dentro de las pistas.
Por muchos años no solamente deleitó a una fanaticada, sino que llenó de orgullo a la comunidad cubana exiliada.
Como nota final, debo de añadir que estos tres grandes atletas han triunfado tremendamente, tanto en sus vidas personales como en el de servir a otros a través de diferentes organizaciones. La “Liga Contra el Cáncer”, “La Conferencia de Atletas Cristianos en Acción” y “The American Cancer Society” son algunas de las entidades a las que han contribuido.
¿Sus hazañas? Fueron los primeros cubanoamericanos en sus respectivos deportes, pero lo más importante es que lo lograron con dignidad y clase.