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El "minuto de libertad de expresión" de Tania Bruguera llega al Guggenheim


Yoani Sánchez en "El Susurro de Tatlin", 2009 en la 10 ma Bienal de La Habana.
Yoani Sánchez en "El Susurro de Tatlin", 2009 en la 10 ma Bienal de La Habana.

El polémico performance de la artista cubana en el que colocó un podio en el Centro Wifredo Lam de La Habana y la gente pudo decir lo que quiso se puede ver ahora en el prestigioso museo de Nueva York.

El polémico performance de la artista cubana Tania Bruguera en el que el público asistente a la 10ma Bienal de La Habana podía subir a un podio y dar un discurso por un minuto llega ahora a uno de los museos más importantes del mundo: el Guggenheim de Nueva York.

En aquella ocasión, Yoani Sánchez y su esposo Reinaldo Escobar, fueron algunos de los que aprovecharon la acción artística para ejercer su derecho a decir libremente lo que pensaban.

En el performance de Bruguera, quienes se atrevían a subir al podio iban escoltados por actores que vestían uniformes verde olivo y colocaban una paloma en el hombro del orador mientras estos daban su discurso en alusión a una de las primeras presentaciones de Fidel Castro luego del triunfo de la revolución de 1959, en la que también se subió una paloma en su hombro.


El video de aquel performance y una instalación forman parte de la exposición colectiva "Bajo un mismo sol" con 50 obras seleccionadas por el comisario Pablo León de la Barra que muestran la diversidad y el hilo argumental de lo que él considera una "microrrevolución" artística.

"Es fundamental que se reconozca este cambio de mapas artísticos, políticos y económicos del mundo. Ya no podemos seguir pensando en Nueva York como centro del mundo, se tiene que abrir un diálogo con Latinoamérica, y este diálogo tiene que ser entre iguales, un diálogo horizontal", explica a Efe el comisario mexicano, quien durante dos años forma parte del Guggenheim de Nueva York.

Las obras que ha seleccionado, de 37 artistas diferentes, no solo conforman esta exposición que ocupará el edificio diseñado por Frank Lloyd Wright en Nueva York, sino que pasarán a la colección permanente. "Que tantas obras entren de un solo golpe al museo es una cosa histórica y que ha de celebrarse", dice satisfecho.

El himno de Estados Unidos recreado con botellas y latas de cerveza latinoamericanas propuesto por Donna Conlon y Jonathan Harker; la carretilla con una planta con la que Wilfredo Prieto recorrió 5 kilómetros forman lo que el comisario denomina "microrrevoluciones".

"En Latinoamérica, los artistas se han autoorganizado para crear espacios de exhibición de arte, escuelas independientes para producir y pensar el arte (...) Ese es el cambio fundamental en la escena artista latinoamericana y le da una vitalidad enorme. Los artistas están tomando las riendas, haciendo lo que muchas veces las instituciones de sus lugares no están haciendo", asegura.

Así, esta exposición juega a mostrar la diversidad, pero también es el hilo conductor de artistas que comparten "pasados coloniales, pasados recientes, modernidades compartidas, historias de crisis económicas, gobiernos represivos, dictaduras... Crean respuestas y sensibilidades similares entre los artistas que investigan y responden a su entorno", asegura.

Las respuestas abarcan muchos formatos: pintura, escultura, videoarte, instalaciones, y las secciones temáticas se dividen en la abstracción de artistas como Gabriel Sierra o Alexander Apóstol, el arte conceptual, con Iván navarro o Alejandro Cesarco; el activismo político de Carlos Motta o Minerva Cuevas; o el toque tropical de Gabriel Orozco y Juan Downey.

Esta exposición forma parte de un ciclo del Guggenheim titulado UBS Map Global Art, que también viajará de la misma al sur y al sudeste de Asia, a Oriente Medio y a África, pero algunos artistas manifestaron hoy su voluntad de que el arte latinoamericano consiga una integración real más allá de la mirada exótica.

"Espero que en algún momento lleguemos al punto en el que no tenga que ser un gesto de 'ahora miramos a Latinoamérica', sin que esté realmente integrado. Si bien hay un espíritu común y muchos artistas nos sentimos afines, cada obra es única y puede estar en diálogo con cualquier obra del mundo y no esté en un nicho especial latinoamericano", aseguró a Efe la argentina Amalia Pica.

Su colorida instalación tiene como motivo la intersección y el diagrama de Venn, corriente pedagógica que en la Argentina de la Dictadura fue excluida de los temarios escolares, y reflexiona sobre cómo "la escuela es la primera homogenizadora de imágenes" y qué motivos llevaron a considerar la matemática moderna como un factor de riesgo de rebelión.

Para el mexicano, Carlos Amorales, con su móvil de influencia de Alexander Calder pero utilizando platos de batería y mezclando la escultura con el instrumento musical, sí que existe una generación de artistas surgida en los últimos diez o quince años que se han ido reencontrando en diferentes eventos culturales.

"Todos venimos de sociedades, lo voy a decir, un poco disfuncionales, y eso te genera un pensamiento crítico. Empiezas a problematizar, a intentar entender por qué no funciona", asegura a Efe Amorales.

La exposición "Bajo el mismo sol" también incluye "performances" como "On the Future of Art", de Pablo Helguera, o "The Francis Effect", de Tania Bruguera, la serie de charlas "Siesta Talks" o la proyección de películas con la asociación del festival Cinema Tropical y, tras su paso por Nueva York, se exhibirá en el MASP de Sao Paulo y el Jumex de Ciudad de México.
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