A raíz de la dinámica desatada por el movimiento San Isidro y el apoyo espontáneo de centenares de cultivadores de las diferentes manifestaciones del arte alternativo frente al Ministerio de Cultura, se abre la interrogante. ¿El Viceministro de cultura, Fernando Rojas, actuó como parte de un segmento reformista que habita dentro de las esferas del poder, o, por el contrario, recibió órdenes de “dialogar” con una representación de los manifestantes en aras de ganar tiempo, desmovilizar a los congregados y finalmente desmantelar la protesta? Cabe la posibilidad de una variante mixta: inicialmente reaccionaron los reformistas y después se impuso el segmento más recalcitrante.
De cualquier manera, aquí se impone analizar qué deben hacer las fuerzas vivas prodemocráticas para avanzar en la consecución de esos objetivos. A la luz de otras experiencias ha quedado claro que la espontaneidad posee algunas ventajas, pero por sí sola no puede desatar una dinámica de cambios que culminen en la superación del totalitarismo. En otras palabras, se necesita apropiarse de un pensamiento estratégico-táctico que tenga previsto, entre otras cuestiones, qué hacer en el corto, mediano y largo plazo.
En regímenes de fuerza, que transiten por las postrimerías, como el que padecemos los cubanos, suele producirse un parteaguas: entre los blandos y los duros, o dicho,en otros términos, entre los que esperan procurarse un lugar en la posdictadura, casi siempre compuesto por jóvenes, y los más recalcitrantes, que apuestan por la conservación del status quo a cualquier precio. Los reformistas del establishment, gústele o no a algunos opositores, son una variable importante de la ecuación democrática cubana, a los cuales les debemos tender puentes.
De cualquier manera, la torpeza e intolerancia del castrismo desató una sinergia que agolpó centenares de nuevos activistas el 27 de noviembre, que más allá de la actitud del régimen, deben insistir en sus demandas: la libertad de Denis Solís, la libertad de creación artística, de prensa y de reunión, el acceder a los espacios establecidos, entre otros.
A juzgar por la avalancha represiva que se ha desatado, consistente en descalificar, presentar a la prensa estereotipos que ubican a todos los discrepantes en las antípodas del activista consecuente, arrestos domiciliarios o en estaciones de policía, cercos policíacos a los lugares de reunión y demás, mantendrá el atrincheramiento de siempre.
Dentro de la buena cosecha obtenida, está el apoyo recibido de parte de prestigiosas figuras de la cultura cubana de dentro y de la diáspora, de reputadas instituciones internacionales, de gobiernos extranjeros y de una buena parte del pueblo, que percibió para su satisfacción que algo bueno está en marcha. En la etapa de lucha sustentada, en mayor o menor medida, en una agenda de derechos humanos, se transitó del activismo al artivismo, pasando por la utilización de INTERNET como herramienta fundamental, claro que no todos forman parte de lo segundo, aunque son los protagonistas fundamentales de esta epopeya.
Considero: el gran retoque tienen las fuerzas vivas prodemocráticas es, lograr que lo sucedido el 27 de noviembre se expanda en círculos concéntricos a todo el universo de la sociedad civil autónoma; apropiarse de un capital simbólico ajustado a los mandatos culturales de la actualidad; proporcionar unas reglas mínimas para tomar decisiones y elegir a los representantes que vayan haciendo falta; reconsiderar, si así se acordase, qué tipos de influencias y presiones utilizar contra el oponente; lograr una forma más eficaz para comunicarse: con la sociedad, el universo de los activistas/artivistas, las instituciones internacionales y las oficiales, con la máxima de que se deben agotar primero las instancias nacionales; apropiarse de una metodología de lucha de probada eficacia y una filosofía vencedora, entre otras.