En el corazón de una fría celda en Cuba, una joven y valiente mujer alza su "Voz cautiva". Poeta de alma indómita, transforma el encierro en versos vibrantes de libertad. Sus palabras, escritas entre sombras, destilan belleza y rebeldía: la belleza de quien ha conseguido que la libertad renazca en sus entrañas, a pesar de las rejas.
Encerrada entre muros de piedra
no puedo acallar la tempestad de mi pecho.
Mi pluma sangra, y en cada verso
renace el horizonte que me arrebataron.
Siento la brisa, aunque no corra el viento;
escucho las mareas, aunque el mar esté lejos.
En mi pupila arde la promesa:
volveré a volar, aunque hoy me encadenen.
Ella encontrará la belleza en todas partes, sobre todo en cada rendija de la impuesta oscuridad:
Dicen que la noche es el reino del miedo,
pero aquí, donde la oscuridad me envuelve,
la belleza se revela en la esperanza.
La luz se filtra entre rendijas
y baila en mis palabras cautivas.
Cada estrofa es el grito de una flor
abriéndose paso en el asfalto.
Y la libertad vibra en sus entrañas, y en forma de palabras emana desde sus pupilas al papel:
No pudieron robarme los sueños,
ni la fuerza que nace en mis entrañas.
Canto por los que no pueden cantar,
y en mi garganta florecen alas invisibles.
Sé que afuera el sol sigue su curso,
y dentro de mí, la libertad no muere:
se transforma, resiste, crece
hasta romper cadenas con el alba.
Estos poemas son testimonio y rebelión; son la Voz Cautiva de una joven mujer cubana que, incluso en la adversidad más dura, hace brotar la libertad en cada letra. Desde la cárcel, su poesía trasciende muros y llega a todos los rincones, inspirando a quienes aún creen en el poder indestructible de la esperanza y la palabra.
Quiera Dios que sus carceleros permitan que oiga el podcast que Radio Martí y yo le hemos dedicado y le lean este artículo. Dios por testigo.
Foro