Microsoft lanza oficialmente el miércoles en 190 países un nuevo Windows, el Windows 10, con el que espera hacer olvidar los errores de la versión precedente del sistema operativo y su fracaso en el mercado del smartphone.
La revolución móvil de Microsoft, anunciada en el momento del lanzamiento del Windows 8 a fines de 2012, no tuvo lugar: consumidores, empresas y creadores de aplicaciones para móviles ignoraron el software, y el grupo estadounidense anunció a principios de julio la supresión de 7.800 empleos, esencialmente de su filial de telefonía Nokia, que ya había soportado anteriormente gran parte de los 18.000 puestos suprimidos el año pasado.
Además de la reintroducción simbólica del menú de arranque, cuya desaparición del Windows 8 desconcertó a muchos usuarios, Windows 10 vuelve a la normalidad y está previsto que equipe 1.000 millones de aparatos de aquí a 2018. Hoy en día el sistema operativo Windows, teniendo en cuenta todas sus versiones, esta instalado en 1.500 millones de ordenadores de todo el mundo, fundamentalmente en PC.
Contrariamente a los sistemas operativos precedentes, que declinan hacia una u otra variante en función del tipo de computador, Windows 10 es universal y se adapta tanto a los PC como a los smartphones, pasando por las consolas de juegos Xbox o por las gafas de realidad virtual.
"La esperanza es atraer a creadores de aplicaciones, especialmente para teléfonos, donde Microsoft lo lleva peor", estimó Rob Enderle, un analista independiente del sector tecnológico.
A falta de un catálogo suficientemente convincente de aplicaciones, los teléfonos Windows no tienen hoy el peso suficiente como para hacer frente al iPhone de Apple o a los smartphones de múltiples marcas que funcionan con Android, el sistema de explotación de Google.
"Están muy retrasados en el mercado de móviles y tomaría muchísimo esfuerzo y tiempo, y un auténtico cambio de mentalidad de otros actores (como los creadores) para que los teléfonos Windows ganen terreno realmente", explicó Steve Kleynhans, un analista de la consultora estadounidense de investigación de tecnologías Gartner.
Microsoft, por su parte, se muestra "pragmático", abriendo ciertos productos a ecosistemas de la competencia, como por ejemplo su aplicación Office para iPad, recordó Kleynhans.
Otra novedad del Windows 10 es que tendrá actualizaciones permanentes y automáticas tras su compra, sin tener que esperar, como hoy, a que salga la siguiente versión. "Todo va en la dirección de construir una relación" con el consumidor, con una idea de Windows como "un servicio permanente que evoluciona", estimó Frank Gillett, un analista del gabinete Forrester.
Para acelerar su adopción, Microsoft ofrece por primera vez Windows 10 como una actualización gratuita para los usuarios de las versiones precedentes (Windows 7 y 8), mientras los fabricantes de ordenadores seguirán pagando para instalarlo en sus aparatos, licencias que constituyen la principal fuente de ingresos del grupo.
Para Steve Kleynhans, Microsoft proporciona a los consumidores una "muestra gratuita del nuevo sistema de explotación", y espera así convencerles de comprar un nuevo ordenador.
El mercado mundial del PC, anclaje de Microsoft, está en crisis desde hace más de tres años, canibalizado por las tabletas y los teléfonos inteligentes, por lo que sus ventas disminuyeron en el segundo trimestre de 9,5% a 11,8%, según los gabinetes estadounidenses Gartner e International Data Corporation (IDC).
"El ecosistema del PC ha estado recientemente bajo presión, pero Windows 10 va a ampliar nuestras oportunidades económicas", aseguró la semana pasada el presidente de Microsoft, Satya Nadella.
Para Steve Kleynhans, Windows 10 "tendrá un impacto en el aspecto de los PC que compramos", ya que "acelerará" la tendencia a dotarlos de funcionalidades como la identificación biométrica, los comandos táctiles, el asistente vocal Cortana (equivalente de Siri en Apple) o el navegador Edge (sustituto de Internet Explorer).
El analista afirmó que, en cambio, no cree que vaya a producirse "un gran impacto en las ventas. La gente cambia su PC cuando tiene un motivo para hacerlo y Windows 10, por sí mismo, no es una razón", por lo menos a corto plazo. Para el experto, las empresas, particularmente opuestas a Windows 8, tendrán que hacer frente a fin del soporte técnico de Windows 7, lo que "aumentará la presión para pasar a Windows 10".