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¿Y si con las nuevas cuentas en dólares pasara lo mismo que cuando impusieron el CUC? Expertos opinan


Una mujer cambia dólares en una calle de La Habana en diciembre de 2019. (YAMIL LAGE / AFP)
Una mujer cambia dólares en una calle de La Habana en diciembre de 2019. (YAMIL LAGE / AFP)

Igual que les ocurrió a los inversionistas extranjeros cuando sus depósitos en dólares fueron “convertidos” súbitamente hace casi dos décadas en CUC, a los cubanos residentes en el extranjero que abran cuentas ahora en Cuba atraídos por una nueva resolución del Banco Central pudiera sucederles lo mismo: perder el control de su dinero, opina un economista cubano.

“Cuando los empresarios extranjeros tenían sus cuentas en divisas en Cuba y no existía el CUC, todo el mundo funcionaba con la divisa como estaba regulado, y de buenas a primeras se crea el CUC, y se les dice a todos los empresarios que sus cuentas quedan convertidas en CUC. Y de buenas a primeras, cuando el empresario necesita repatriar utilidades -una cosa normal en cualquier inversión extranjera directa-, necesita un certificado de liquidez para poder devolver su divisa”, explica Mauricio de Miranda Parrondo, profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, en Colombia.

Mauricio de Miranda: ¿Quién quita que mañana esas cuentas sean convertidas en certificados de divisas?
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Pero el CUC, evidentemente, ya no tenía suficiente respaldo en divisas, apunta el experto.

“Entonces, ¿quién quita que el día de mañana estas cuentas sean convertidas en certificados de divisas, y entonces tú no puedas disponer de liquidez inmediata, la liquidez a la vista, que es como uno esperaría de cuentas bancarias corrientes o de ahorro, que son depósitos a la vista, y que uno los puede retirar en cualquier momento?”, se pregunta.

El cubano residente fuera de Cuba “se lo va a pensar cuatro veces antes de tomar esa decisión” de depositar sus dólares allí, dice.

El gobierno de La Habana tiene ante si una tarea muy grande que hacer para demostrar credibilidad y estabilidad en sus medidas económicas, para que realmente existan incentivos y se puedan producir inversiones sólidas de los cubanos residentes en el extranjero, manifiesta el profesor.

La gente se pregunta: bueno, ¿y qué pasa si la cosa cambia en seis meses?”, dice. “No va a ser la primera vez que el país haya estado abocado a crisis muy graves, y se han desarrollado reformas profundas que luego se quedan detenidas, o luego se revierten”.

Aparentemente, la nueva resolución publicada en la Gaceta Oficial el 22 de mayo no fue lo suficientemente explícita para despertar la curiosidad, sobre todo, de aquellos a quienes fundamentalmente se dirigía –los cubanos que viven fuera de Cuba- y para llamar su atención necesitó reportes adicionales de la Agencia Cubana de Noticias y Cubadebate.

“Pareciera que [esas reformas profundas] son adoptadas en medio de un fuerte oportunismo en cuanto a las circunstancias, no son reglas de juego estables”, añade el profesor cubano en Cali. “Y fíjate si es así que la resolución ni siquiera era lo suficientemente clara, y tuvo que salir Cubadebate a aclarar muchas cosas”.

De Miranda y otros tres economistas cubanos consultados por Radio Televisión Martí a propósito de la resolución (de los cuatro, dos viven en la isla y los otros dos fuera) coinciden en una cosa: la medida prueba la desesperación del gobierno por la falta de divisas para costear importaciones.

Desde La Habana, Martha Beatriz Roque opina que la decisión no va a representar un ingreso considerable de liquidez para el gobierno, pero pronostica que sí habrá cubanos residentes en Estados Unidos dispuestos a abrir cuentas en la isla.

“De esos ingresos habrá una redistribución para que la gente de GAESA pueda hacer importaciones”, indica la economista “El problema está en que no hay financiamiento para las importaciones, porque se le debe a todo el mundo”, lo mismo al Club de París -al cual ya le dijeron que no le iban a pagar- que “a los pequeños comerciantes que traen y ponen a la venta desde papas fritas hasta picadillo de res”.

También, desde La Habana, dio su opinión el economista Omar Everleny Pérez Villanueva.

“Hay mucho CUC en la calle, pero no tiene respaldo financiero”, observa el experto. “Eso muestra que el país tiene pocas divisas, porque aunque tú compres en CUC, después esos CUC no pueden convertirse en dólares; no se puede reabastecer la tienda”.

Recuerda que, según la nueva resolución, para hacer transacciones con dólares seguirá siendo necesario usar la tarjeta magnética.

“Antes de comprar ya deposité mis dólares; el Estado utiliza mis dólares antes de yo comprar en la tienda, ya tuve que haberlos depositado”, refiere Everleny Pérez. “El Estado tiene confianza en eso porque ya es un nuevo dólar, ya es una nueva moneda; no es el CUC, que no tiene [respaldo en] divisa convertible”.

Al experto le parece que la decisión tiene sentido si se respeta que quienes depositen dólares encuentren siempre productos al llegar a la tienda para comprarlos.

“Creo que, como medida, lo novedoso será que se respete realmente el objetivo por el cual fue creada: para que el Estado tenga acceso a una moneda convertible, y con eso no pueda decir después que no hay abastecimiento en las tiendas”, manifiesta el economista.

En el caso de los cubanos residentes fuera de Cuba, una cuenta abierta así se puede usar como capital de trabajo, no solo para consumo, observa, porque esa misma tarjeta permitirá hacer importaciones con agencias especializadas. Por ejemplo, dice, servirá para comprar una cocina de 10 hornillas -que no venden en las tiendas de Cuba- a la hora de abrir un restaurante privado.

Sería interesante averiguar cuánto cuesta mantener esas cuentas; o sea, si yo quiero tener un depósito en dólares en Cuba, qué tengo que pagar por eso. La noticia no lo indica”, dice en Miami el profesor e investigador Jorge A. Sanguinetty, autor del libro Cuba: Realidad y Destino, Presente y Futuro de la Economía y la Sociedad Cubana.

Habla igualmente de “la desesperación del gobierno cubano" en términos de capacidad de pago por importaciones.

"Están facilitando al máximo la adquisición de dólares, facilitándolo por todos los medios habidos y por haber”, lo que a su juicio -y en esto coincide con De Miranda- representa un riesgo para quien lo haga, porque el gobierno cubano, subraya, carece de credibilidad.

“Disminuye aún más su credibilidad con la persecución policiaca de toda forma de negocio, de cuentapropismo, de comercio informal”, explica. “Aunque quieran facilitar [el traspaso] de dólares a Cuba, no van a tener mucho éxito en que esos dólares lleguen a cuentas grandes, que sean movimientos importantes, y mucho menos en cuestión de inversiones”.

En el fondo, todo esto indica la incapacidad del gobierno cubano para promover una industria exportadora que genere divisas, dice Sanguinetty, algo mucho más evidente ahora con las pérdidas en el sector del turismo.

Los propios economistas del gobierno están pidiéndole que haga reformas, que flexibilice un poco el aparato productivo del país y el aparato distributivo del país, y no lo hacen, entonces -claro- dependen ahora de milagros y de medidas extremas”, manifiesta.

Para Martha Beatriz Roque hay un punto sobresaliente en esta decisión: la política sigue siendo más importante que la economía, y a quien deposite dólares estadounidenses le siguen descontando un 10 por ciento.

Martha Beatriz Roque: "No hay financiamiento para las importaciones, porque se le debe a todo el mundo"
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“¿Por qué? Porque esto lo instituyó Fidel Castro, y es un problema político; es un problema en contra de los americanos”, comenta la economista. “La dictadura está muy necesitada de dinero, y va a hacer cualquier cosa para poder obtenerlo. Están haciendo esto porque hay un estado de desesperación”.

Cuba no ha aprendido lecciones de otros países, observa el profesor De Miranda.

“Vietnam en ningún momento limitó la posibilidad de que los vietnamitas residentes fuera del país pudieran invertir en su país, y muchos de ellos incluso regresaron; otros crearon empresas con sus familiares, porque les interesaba que vivieran bien y que progresara su país”, recuerda.

"En definitiva, creo que los cubanos, con independencia de dónde vivamos, queremos que Cuba sea próspera", manifiesta el economista.

“Por supuesto, habrá algunos que no; algunos querrán que Cuba se hunda, pero creo que la mayoría queremos que Cuba sea próspera, que nuestras familias vivan en prosperidad, y queremos vivir o tener una relación con un país que pueda resultar próspero”, asegura.

El gobierno debería tener claro que el cubano residente en el exterior no es un enemigo del país, dice De Miranda.

“Podrá tener criterios políticos distintos, o criterios de política económica distintos, pero no es un enemigo del país, y puede ser un factor de contribución muy importante al desarrollo del país”, declara. “Pero hay una tarea que hacer: darle credibilidad a la legislación del país, las reglas de juego hacerlas estables, porque si no son estables no hay negocio que prospere, porque la gente tiene miedo, porque la gente se abstiene de tomar decisiones”.

Cuba se ha ganado posiblemente el premio al peor de los sistemas económicos socialistas del mundo; socialistas o comunistas, o de planificación centralizada, observa Sanguinetty.

Sanguinetty: "Sería interesante averiguar cuánto cuesta mantener esas cuentas"
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“Ya no sabemos ni siquiera cómo clasificar la economía cubana: es un verdadero desastre, caótica, y muy mal manejada por los dirigentes, tanto en el gobierno per se, la administración pública, como en el partido” comunista, indica Sanguinetty.

De Miranda recuerda haberle oído decir alguna vez al ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera en Cuba, Rodrigo Malmierca, que “nunca ha estado prohibido que los cubanos residentes en el exterior puedan invertir en Cuba; lo que pasa es que nunca se ha autorizado ninguna de sus propuestas de inversión”. Todo ha dependido del altísimo nivel de discrecionalidad de esos funcionarios.

A la pregunta de si un cubano residente fuera de la isla que quiera invertir en el sector privado al amparo de esta resolución pudiera contratar directamente a sus empleados, el economista cubano radicado en Colombia subraya el caso específico de los cubanos repatriados.

“Estamos hablando de circunstancias muy difusas en la legislación cubana, esa manía de mantener categorías migratorias -los que tienen permiso de residencia en el exterior, los emigrados- crea confusiones: yo creo que todos somos cubanos, y la ley cubana debe acogernos a todos”, manifiesta.

Los cubanos que no están repatriados, recuerda, los que disfrutan de un permiso de residencia en el exterior o aparecen con la categoría de emigrados, son considerados extranjeros y, por ejemplo, si tienen un problema médico en Cuba, tienen que ir a una clínica cubana y pagar; no pueden disfrutar de atención médica gratuita.

“La Constitución no dice en ningún momento que ese sea un derecho [concedido] a los cubanos que residen en Cuba: dice ‘a los cubanos’, y mientras usted tenga un pasaporte cubano y no haya renunciado a su nacionalidad, usted es cubano. Ahí hay una nube, como en muchas cuestiones legales en Cuba”, comenta.

En teoría, un cubano repatriado, como tiene carné de identidad y tiene residencia en Cuba, podría montar un negocio privado en la isla y contratar directamente fuerza de trabajo, opina.

“No conozco ningún caso que lo haga, pero yo no dudo de que ya exista esa situación”, comenta. “Ahora, el problema es que la autorización para abrir negocios en Cuba no es un proceso de hoy para mañana: necesitas licencias que debes tramitar, que te pueden conceder o no; todo sabemos que en este momento hay montones de licencias frenadas, que el tema de las cooperativas no agropecuarias está paralizado, que el sistema de autorización del trabajo por cuenta propia es muy discrecional también”.

De hecho, economistas como él, que defienden la institucionalización de la pequeña y la mediana empresas en Cuba, se han enfrascado en un debate público al respecto.

“Le respondí a un articulista que publicó en Granma un ataque a los economistas que estamos proponiendo el desarrollo de pequeñas y medianas empresas privadas y cooperativas; no es un clima favorable”, relata. “No es un artículo editorial de Granma, pero todos sabemos que Granma no le publica al primero que aparece allí con un artículo. Le respondí y no publicaron mi comentario de respuesta a ese artículo”.

Everleny Pérez aborda también el tema de la pequeña y mediana empresa al asegurar que si un cubano residente en el extranjero quiere aventurarse en el sector privado de la isla podrá contratar directamente a sus empleados, y no ya por la diferencia entre extranjero y “natural”.

“Si es de forma privada, no funciona la no contratación directa”, declara el experto. “Yo lo vincularía más a una medida que tendrá que venir en los próximos meses, digo yo, que es el establecimiento de la pequeña y mediana empresa; que ya entonces el dueño de esa paladar se convierta en una persona jurídica”.

Pérez Villanueva: "Imagino que estaba hablando del tren de las reformas, no de la continuidad"
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Y se trata simplemente, agrega, de cumplir lo que ya fue aprobado en el sexto y séptimo congreso del Partido Comunista.

“Si todo lo que estaba pendiente debe cumplirse, uno de los requisitos que estaban en esos documentos [es la creación] de la pequeña y la mediana empresas”, recuerda Everleny Pérez. “Y no lo digo yo, lo dijo [el gobernante Miguel] Díaz-Canel recientemente: vamos a trabajar para poner en marcha todo aquello que se ha quedado pendiente”.

Fue muy interesante lo que declaró entonces, comenta el economista.

“Dijo: vamos a montarnos en el tren, y no vamos a bajarnos más”, subraya. “Bueno, yo me imagino que el tren del que está hablando es el tren de las reformas, no de la continuidad, porque él dijo en esa reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros: ‘Si seguimos haciendo lo mismo, vamos a obtener los mismos resultados'”.

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