Las repercusiones de los embates victoriosos de Yoani contra “los demonios” pagados por la embajada cubana en la capital brasileña adquirieron en Brasil ribetes de leyenda. Después de la presentación brillante y ovacionada de la “bloguera cubana” (como la califica la prensa brasileña), al día siguiente había un programa a cubrir en la capital del estado de la Bahía, la ciudad de Salvador. Sin embargo, antes de irnos al auditorio universitario la noche del martes 19/02, había entrado una llamada al teléfono celular del documentalista brasileño Dado Galvão, convidando a Yoani “y su comitiva” a visitar el Congreso Nacional (era una invitación del Diputado Federal Otavio Leite en coordinación con el senador Eduardo Suplicy) para lo cual fueron enviados los correspondientes boletos de avión. Como habíamos planeado en Salvador visitas turísticas, esa invitación obligó a un cambio de planes, siendo que el programa del miércoles 20/02 sería “visita al Parlamento brasileño, en Brasilia”.
El vuelo Salvador-Brasilia saldría cerca del mediodía, lo que posibilitó que Yoani tuviera otra sesión informal de entrevistas esa mañana en “Feria de Santana”, en el lobby del hotel donde estábamos hospedados. Nuestro hotel también estaba ocupado por muchos de los periodistas que nos acompañaban a todos los lugares, lo cual había permitido, por ejemplo, una cobertura privilegiada del almuerzo del día anterior, en un restaurante típico bahiano, al cual nos dirigimos en nuestro pequeño ómnibus, cargado también con los amigos periodistas. Cuando las personas presentes en el restaurante percibieron la figura de Yoani, hubo una especie de tropel hacia ella, para tirarse fotos, abrazarla, pedirle disculpas por la actuación de “malos brasileños”, decían como desagravio. El dueño de la casa, trajo a su esposa e hija para la correspondiente foto y cantó en un pequeño estrado, música típica en honor a Yoani y además, obligó a la cubanita a bailar música típica con él, a lo que Yoani se negó de inicios “soy cubana, pero no sé bailar” decía. Me parecía estar acompañando a “Madonna” o un “Michael Jackson” más que estar junto a una joven y valiente bloguera cubana.
Después del desayuno en el hotel (fotos obligadas de Yoani con los empleados sus familiares) salimos hacia Salvador en el mimo micrómnibus que usamos todo el tiempo en la Bahía. No había manifestantes porque como el programa había sido cambiado para ir a Brasilia, lo que encontramos en el aeropuerto fue la repetición de cada aparición pública de la cubanita en lugares no previamente anunciados: mucha solidaridad, fotos, abrazos, sobre todo de las mujeres, que de inmediato se solidarizaron con aquella figura frágil y sonriente, incluso en medio de la mayor adversidad. A la entrada del aeropuerto yo me separé de la comitiva, para ir con los organizadores de “Feria de Santana” a los trámites de despachar nuestras maletas y hacer el “check-in” en las dependencias de la aerolínea y después entrar con los tickets del equipaje. Todo se hizo a gran velocidad, porque “eran las pertenencias de la bloguera cubana”. A pesar de mi demora relativa por los trámites, cuando entré en el área de los vuelos nacionales, todavía Yoani no había recorrido ni la mitad de su camino. Todos querían una foto, un abrazo, decirle palabras de ánimo, repitiendo “disculpa Yoani, esos no representan al pueblo brasileño”. Embarcamos así hacia el principal centro del poder político brasileño.
Llegamos a Brasilia al inicio de la tarde. En el aeropuerto estaba aguardándonos el Diputado Federal (Representante a la Cámara Federal) Otavio Leite, del estado de Río de Janeiro (y el clásico batallón de periodistas) junto a algunos de auxiliares del diputado que de inmediato se ocuparon de nuestros equipajes. Sin la presencia de manifestantes, tomamos otro micrómnibus, entre abrazos y fotos de Yoani por parte de los que allí estaban. Del aeropuerto fuimos trasladados directamente al formidable edificio del Congreso Nacional, antecedido y precedido por senda patrullas de la policía del Congreso. En el trayecto Yoani fotografiaba la imponencia de Brasilia, la Avenida de los Ministerios, su preciosa Catedral, el edificio del Tribunal Supremo de Justicia, el Palacio de Planalto (presidencial) hasta que nos detuvimos en la entrada de emblemático edificio del Parlamento brasileño. Frente al micrómnibus, inmediatamente se formó una multitud de parlamentarios, periodistas, diputados y senadores, que en apretada masa querían ver, fotografiarse, hablar con ella, los principales líderes del Congreso Nacional. El trayecto entre el pequeño ómnibus y la Sala Principal del Parlamento (en ese momento en sesión parlamentaria) fue agónico. Una corriente humana apretaba a Yoani empujándola por aquellos pasillos. Podríamos haber no caminado por nuestros propios pies, que aquella especial masa humana “política” nos llevaría en vilo en dirección a la Sala de Sesiones. Detrás de mí escuché uno de los agentes de seguridad que nos rodearon, decirle a uno de sus compañeros: “oye, esto no se vio en el Congreso ni el día que Fidel nos visitó”. En realidad la presencia de agentes de seguridad era grande, pero inútil, porque dentro del edificio sólo había diputados y senadores junto a auxiliares, que querían, todos, tener una simple foto al lado de la cubanita.
La multitud que conducía a Yoani entró en la Sala Principal de la Cámara de Diputados --en sesión en ese momento-- interrumpida por la multitud. Yoani fue conducida por el diputado Leite al estrado principal, donde la bloguera saludó y abrazó a toda la presidencia de la mesa. Los flashes de los periodistas no paraban de registrar imágenes. Una diputada de izquierda, con la palabra en el momento de la irrupción en la sala del “huracán cubano en Brasil”, ensayó una tibia protesta por haberla interrumpido “fuera del reglamento” fue de inmediato acallada por varios parlamentarios presentes en la sesión, pidiéndole “un poco de educación ante una visita tan distinguida”. De la Sala Principal de la Cámara, nos trasladamos a la sala de la Comisión de Relaciones Exteriores, donde Yoani fue recibida por un cerrado y prolongado aplauso de los parlamentares presentes. Todo un símbolo: la representante informal de la oposición política cubana, era aplaudida de pie en el Parlamento del mayor país Latinoamericano, por diputados y senadores de los más diversos partidos, electos todos democráticamente.
Yoani fue colocada al centro de la mesa que presidiría la sesión. Yo me situé estratégicamente, justo detrás de la bloguera. Al lado derecho de la convidada especial se situó el diputado Leite, que presidiría la sesión; al lado izquierdo de ella se sentarían, por breve tiempo, los principales líderes del parlamento brasileño que se turnaban para ocupar el asiento y así abrazar y felicitar a la bloguera, siempre señalando para Yoani mirar en una dirección (donde estaba el fotógrafo) para obtener la tan preciada foto. El senador Suplicy llegó con cierto retraso y se situó al extremo derecho de la mesa, saludando a Yoani de lejos con la mano. La sesión comenzó, pero para Yoani, además de tener que prestar atención a lo que se hablaba (que era responsabilidad mía, para alertarla si algo importante se hablara) en realidad, para nuestra cubanita, toda la sesión fue un desfile de senadores y diputados llegando a ella por detrás de la mesa y colocándosele en uno de los laterales; la abrazaban y se tiraban la correspondiente foto.
Al inicio de la sesión del Congreso para dar la bienvenida a Yoani se escucharon los gritos y las consignas de los manifestantes que la embajada cubana nos envió. En este caso, se escuchaba lejanamente, apagados por la pared que separaba la sala del Congreso de la parte externa, donde los manifestantes de la embajada cubana eran mantenidos a raya por los agentes de seguridad. En un momento de la sesión, aparentemente algunos enviados por el embajador cubano consiguieron entrar hasta la puerta de la sala (nosotros notamos un movimiento de los periodistas que cubrían el evento, que enfocaron sus cámaras en sentido de la puerta de entrada) pero no llegaron a entrar en la sala para interrumpir la sesión, tal y como probablemente fueron orientados a hacer: “no la dejen hablar”.
El diputado Leite hizo una breve introducción sobre Yoani y de inmediato dio la palabra a la “bloguera cubana Yoani Sánchez”. Yoani habló poco, como corresponde a una convidada ilustre del Congreso Nacional. No hizo referencias políticas, ni de Cuba ni de Brasil. Habló como “una simple ciudadana”, se refirió a su Blog, a su trabajo, habló de sus esperanzas como activista de la libertad de prensa como derecho de todos los hombres libres del mundo y muy rápidamente cerró su discurso, que dio paso a las más disímiles intervenciones de los máximos legisladores brasileños. Había muchos pedidos de la palabra. El diputado anfitrión, Otavio Leite, antes de pasar la palabra a los diputados, presentó a Yoani, señalando con su brazo, los principales líderes de los partidos presentes en la sesión, así como su afiliación partidaria. Había parlamentares de todos las tendencias, después de lo cual pasó a conceder la palabra a los presentes. Las intervenciones, más que preguntas, fueron discursos de bienvenida y se sucedieron repletas de elogios a la labor de la bloguera, muchos pidieron disculpas por los ataques verbales a que había sido sometida; uno de ellos llegó a decir algo así como: “estamos en presencia de la futura presidenta de una Cuba democrática”…
Yo, detrás de Yoani, le soplé al oído “tu entendistes lo que él dijo” (Yoani ya había aprendido un poco el portugués y me respondió, volviendo su rostro preocupado --en señal de que algo complicado pudiera suceder-- y me enfrentó con su mirada diciendo “sí, entendí”. Muchas de las intervenciones no eran preguntas a la bloguera, sino más bien palabras de bienvenida al Brasil así como de gratitud por su visita al Congreso. Después de las palabras del parlamentar que la calificó como “futura presidenta” hizo uso de la palabra un diputado de izquierda. Era militante de uno de los partidos más a la izquierda del espectro político local. El diputado censuró las palabras del diputado que lo precedió, expresando que aquellas frases podrían “ocasionarle problemas innecesarios a Yoani”, que ella en ningún momento sugirió semejante cosa --dijo-- y que además, “Brasil tenía relaciones diplomáticas con la Habana y esa frase podría significar un pedido de explicaciones al Congreso”. El referido diputado hizo a Yoani las 4 preguntas que “preocupaban” a la izquierda brasileña que no concordaba con los ‘actos de repudio’ organizados por la embajada cubana contra Yoani: primero, su posición sobre el embargo; segundo, su opinión sobre la cárcel de Guantánamo; tercero, su criterio sobre “los 5” y cuarto, la fuente de financiamiento de su largo viaje. Yoani tomó el micrófono para responder.
Yoani expresó lo mismo que había vendido repitiendo desde que llegó al Brasil, pero esta vez, estaba ante la “crema y nata” de la política brasileña y se empreño en profundizar sus puntos de vista. Habló sobre las tres razones que ella estima como base para querer un levantamiento del embargo; habló que la Base Naval norteamericana no era un problema cubano y que ya había activistas estadounidenses luchando por su cierre; sobre “los 5 miembros del ministerio del interior”, se alargó explicando que no era 5 sino 14, que 9 de ellos habían hecho acuerdos con la fiscalía de EUA, aceptando las acusaciones e implicando a los 5 condenados, por lo que ninguno era inocente, a continuación de lo cual agregó una frase irónica, que fue motivo de debate en el exilio de Miami posteriormente. Yoani dijo algo así como: “por mí, los pudieran dejar en libertad, para que de esa manera Cuba se ahorre la enorme cantidad de recursos monetarios que la isla gasta en propaganda, tanto en Cuba como en el exterior, porque se necesita dentro de la isla, carente de muchas cosas”. No fue un “pedido para que liberaran a los 5 miembros del ministerio del interior” fue un comentario irónico, infeliz para los opositores de Miami, como es lógico, de cual que Yoani posteriormente hubo de disculparse.
Sobre el financiamiento de su viaje explicó en detalles las fuentes, ya detallas antes en numerosas comparecencias públicas. Mientras Yoani hablaba, el diputado que había formulado la pregunta --de manera amable y con mucha consideración hacia Yoani-- se mostraba sorprendido por la extensión y la precisión de las respuestas, de manera que cuando Yoani terminó, el diputado, que no salía de su asombro, se levantó de su asiento y vino hasta la mesa a dar la mano a Yoani, diciéndole frases de elogios y solidaridad. El senador Suplicy también habló en la sesión, refiriéndose al “mal rato” en “Feria de Santana”, explicando que cuando coordinó con el diputado Leite esa sesión del Congreso, le envió una carta al embajador cubano (le dio copia a Yoani de la carta al embajador cubano convidándolo al Congreso ese día) para que compareciera como convidado, con vistas a debatir ‘civilizadamente’ con “la bloguera Yoani Sánchez”, cosa que el embajador cubano, con la prepotencia que lo caracteriza, declinó. Ahora en un marco institucional, civilizado y de alta política, de nuevo la nota de Yoani era 100 puntos.
A la salida del Congreso el batallón de periodistas característico enfrentó a Yoani, que contestó preguntas interesantes sobre su ambición política futura: “Yo aspiro a crear un periódico cuando llegue a la Habana”. “Esa es mi misión principal después de este viaje”. “Creo en la prensa como un cuarto poder efectivo y mi papel en la Cuba democrática es el periodismo, para poder criticar con libertad lo que estime mal hecho”. “Sueño una Cuba donde el presidente sea una personalidad más de la vida nacional”. “Ni siquiera la personalidad más importante”. “Yo no soy política, no tengo cinismo suficiente para ser política” remató Yoani ese día fundamental.
(continuará)
El vuelo Salvador-Brasilia saldría cerca del mediodía, lo que posibilitó que Yoani tuviera otra sesión informal de entrevistas esa mañana en “Feria de Santana”, en el lobby del hotel donde estábamos hospedados. Nuestro hotel también estaba ocupado por muchos de los periodistas que nos acompañaban a todos los lugares, lo cual había permitido, por ejemplo, una cobertura privilegiada del almuerzo del día anterior, en un restaurante típico bahiano, al cual nos dirigimos en nuestro pequeño ómnibus, cargado también con los amigos periodistas. Cuando las personas presentes en el restaurante percibieron la figura de Yoani, hubo una especie de tropel hacia ella, para tirarse fotos, abrazarla, pedirle disculpas por la actuación de “malos brasileños”, decían como desagravio. El dueño de la casa, trajo a su esposa e hija para la correspondiente foto y cantó en un pequeño estrado, música típica en honor a Yoani y además, obligó a la cubanita a bailar música típica con él, a lo que Yoani se negó de inicios “soy cubana, pero no sé bailar” decía. Me parecía estar acompañando a “Madonna” o un “Michael Jackson” más que estar junto a una joven y valiente bloguera cubana.
Después del desayuno en el hotel (fotos obligadas de Yoani con los empleados sus familiares) salimos hacia Salvador en el mimo micrómnibus que usamos todo el tiempo en la Bahía. No había manifestantes porque como el programa había sido cambiado para ir a Brasilia, lo que encontramos en el aeropuerto fue la repetición de cada aparición pública de la cubanita en lugares no previamente anunciados: mucha solidaridad, fotos, abrazos, sobre todo de las mujeres, que de inmediato se solidarizaron con aquella figura frágil y sonriente, incluso en medio de la mayor adversidad. A la entrada del aeropuerto yo me separé de la comitiva, para ir con los organizadores de “Feria de Santana” a los trámites de despachar nuestras maletas y hacer el “check-in” en las dependencias de la aerolínea y después entrar con los tickets del equipaje. Todo se hizo a gran velocidad, porque “eran las pertenencias de la bloguera cubana”. A pesar de mi demora relativa por los trámites, cuando entré en el área de los vuelos nacionales, todavía Yoani no había recorrido ni la mitad de su camino. Todos querían una foto, un abrazo, decirle palabras de ánimo, repitiendo “disculpa Yoani, esos no representan al pueblo brasileño”. Embarcamos así hacia el principal centro del poder político brasileño.
Llegamos a Brasilia al inicio de la tarde. En el aeropuerto estaba aguardándonos el Diputado Federal (Representante a la Cámara Federal) Otavio Leite, del estado de Río de Janeiro (y el clásico batallón de periodistas) junto a algunos de auxiliares del diputado que de inmediato se ocuparon de nuestros equipajes. Sin la presencia de manifestantes, tomamos otro micrómnibus, entre abrazos y fotos de Yoani por parte de los que allí estaban. Del aeropuerto fuimos trasladados directamente al formidable edificio del Congreso Nacional, antecedido y precedido por senda patrullas de la policía del Congreso. En el trayecto Yoani fotografiaba la imponencia de Brasilia, la Avenida de los Ministerios, su preciosa Catedral, el edificio del Tribunal Supremo de Justicia, el Palacio de Planalto (presidencial) hasta que nos detuvimos en la entrada de emblemático edificio del Parlamento brasileño. Frente al micrómnibus, inmediatamente se formó una multitud de parlamentarios, periodistas, diputados y senadores, que en apretada masa querían ver, fotografiarse, hablar con ella, los principales líderes del Congreso Nacional. El trayecto entre el pequeño ómnibus y la Sala Principal del Parlamento (en ese momento en sesión parlamentaria) fue agónico. Una corriente humana apretaba a Yoani empujándola por aquellos pasillos. Podríamos haber no caminado por nuestros propios pies, que aquella especial masa humana “política” nos llevaría en vilo en dirección a la Sala de Sesiones. Detrás de mí escuché uno de los agentes de seguridad que nos rodearon, decirle a uno de sus compañeros: “oye, esto no se vio en el Congreso ni el día que Fidel nos visitó”. En realidad la presencia de agentes de seguridad era grande, pero inútil, porque dentro del edificio sólo había diputados y senadores junto a auxiliares, que querían, todos, tener una simple foto al lado de la cubanita.
La multitud que conducía a Yoani entró en la Sala Principal de la Cámara de Diputados --en sesión en ese momento-- interrumpida por la multitud. Yoani fue conducida por el diputado Leite al estrado principal, donde la bloguera saludó y abrazó a toda la presidencia de la mesa. Los flashes de los periodistas no paraban de registrar imágenes. Una diputada de izquierda, con la palabra en el momento de la irrupción en la sala del “huracán cubano en Brasil”, ensayó una tibia protesta por haberla interrumpido “fuera del reglamento” fue de inmediato acallada por varios parlamentarios presentes en la sesión, pidiéndole “un poco de educación ante una visita tan distinguida”. De la Sala Principal de la Cámara, nos trasladamos a la sala de la Comisión de Relaciones Exteriores, donde Yoani fue recibida por un cerrado y prolongado aplauso de los parlamentares presentes. Todo un símbolo: la representante informal de la oposición política cubana, era aplaudida de pie en el Parlamento del mayor país Latinoamericano, por diputados y senadores de los más diversos partidos, electos todos democráticamente.
Yoani fue colocada al centro de la mesa que presidiría la sesión. Yo me situé estratégicamente, justo detrás de la bloguera. Al lado derecho de la convidada especial se situó el diputado Leite, que presidiría la sesión; al lado izquierdo de ella se sentarían, por breve tiempo, los principales líderes del parlamento brasileño que se turnaban para ocupar el asiento y así abrazar y felicitar a la bloguera, siempre señalando para Yoani mirar en una dirección (donde estaba el fotógrafo) para obtener la tan preciada foto. El senador Suplicy llegó con cierto retraso y se situó al extremo derecho de la mesa, saludando a Yoani de lejos con la mano. La sesión comenzó, pero para Yoani, además de tener que prestar atención a lo que se hablaba (que era responsabilidad mía, para alertarla si algo importante se hablara) en realidad, para nuestra cubanita, toda la sesión fue un desfile de senadores y diputados llegando a ella por detrás de la mesa y colocándosele en uno de los laterales; la abrazaban y se tiraban la correspondiente foto.
Al inicio de la sesión del Congreso para dar la bienvenida a Yoani se escucharon los gritos y las consignas de los manifestantes que la embajada cubana nos envió. En este caso, se escuchaba lejanamente, apagados por la pared que separaba la sala del Congreso de la parte externa, donde los manifestantes de la embajada cubana eran mantenidos a raya por los agentes de seguridad. En un momento de la sesión, aparentemente algunos enviados por el embajador cubano consiguieron entrar hasta la puerta de la sala (nosotros notamos un movimiento de los periodistas que cubrían el evento, que enfocaron sus cámaras en sentido de la puerta de entrada) pero no llegaron a entrar en la sala para interrumpir la sesión, tal y como probablemente fueron orientados a hacer: “no la dejen hablar”.
El diputado Leite hizo una breve introducción sobre Yoani y de inmediato dio la palabra a la “bloguera cubana Yoani Sánchez”. Yoani habló poco, como corresponde a una convidada ilustre del Congreso Nacional. No hizo referencias políticas, ni de Cuba ni de Brasil. Habló como “una simple ciudadana”, se refirió a su Blog, a su trabajo, habló de sus esperanzas como activista de la libertad de prensa como derecho de todos los hombres libres del mundo y muy rápidamente cerró su discurso, que dio paso a las más disímiles intervenciones de los máximos legisladores brasileños. Había muchos pedidos de la palabra. El diputado anfitrión, Otavio Leite, antes de pasar la palabra a los diputados, presentó a Yoani, señalando con su brazo, los principales líderes de los partidos presentes en la sesión, así como su afiliación partidaria. Había parlamentares de todos las tendencias, después de lo cual pasó a conceder la palabra a los presentes. Las intervenciones, más que preguntas, fueron discursos de bienvenida y se sucedieron repletas de elogios a la labor de la bloguera, muchos pidieron disculpas por los ataques verbales a que había sido sometida; uno de ellos llegó a decir algo así como: “estamos en presencia de la futura presidenta de una Cuba democrática”…
Yo, detrás de Yoani, le soplé al oído “tu entendistes lo que él dijo” (Yoani ya había aprendido un poco el portugués y me respondió, volviendo su rostro preocupado --en señal de que algo complicado pudiera suceder-- y me enfrentó con su mirada diciendo “sí, entendí”. Muchas de las intervenciones no eran preguntas a la bloguera, sino más bien palabras de bienvenida al Brasil así como de gratitud por su visita al Congreso. Después de las palabras del parlamentar que la calificó como “futura presidenta” hizo uso de la palabra un diputado de izquierda. Era militante de uno de los partidos más a la izquierda del espectro político local. El diputado censuró las palabras del diputado que lo precedió, expresando que aquellas frases podrían “ocasionarle problemas innecesarios a Yoani”, que ella en ningún momento sugirió semejante cosa --dijo-- y que además, “Brasil tenía relaciones diplomáticas con la Habana y esa frase podría significar un pedido de explicaciones al Congreso”. El referido diputado hizo a Yoani las 4 preguntas que “preocupaban” a la izquierda brasileña que no concordaba con los ‘actos de repudio’ organizados por la embajada cubana contra Yoani: primero, su posición sobre el embargo; segundo, su opinión sobre la cárcel de Guantánamo; tercero, su criterio sobre “los 5” y cuarto, la fuente de financiamiento de su largo viaje. Yoani tomó el micrófono para responder.
Yoani expresó lo mismo que había vendido repitiendo desde que llegó al Brasil, pero esta vez, estaba ante la “crema y nata” de la política brasileña y se empreño en profundizar sus puntos de vista. Habló sobre las tres razones que ella estima como base para querer un levantamiento del embargo; habló que la Base Naval norteamericana no era un problema cubano y que ya había activistas estadounidenses luchando por su cierre; sobre “los 5 miembros del ministerio del interior”, se alargó explicando que no era 5 sino 14, que 9 de ellos habían hecho acuerdos con la fiscalía de EUA, aceptando las acusaciones e implicando a los 5 condenados, por lo que ninguno era inocente, a continuación de lo cual agregó una frase irónica, que fue motivo de debate en el exilio de Miami posteriormente. Yoani dijo algo así como: “por mí, los pudieran dejar en libertad, para que de esa manera Cuba se ahorre la enorme cantidad de recursos monetarios que la isla gasta en propaganda, tanto en Cuba como en el exterior, porque se necesita dentro de la isla, carente de muchas cosas”. No fue un “pedido para que liberaran a los 5 miembros del ministerio del interior” fue un comentario irónico, infeliz para los opositores de Miami, como es lógico, de cual que Yoani posteriormente hubo de disculparse.
Sobre el financiamiento de su viaje explicó en detalles las fuentes, ya detallas antes en numerosas comparecencias públicas. Mientras Yoani hablaba, el diputado que había formulado la pregunta --de manera amable y con mucha consideración hacia Yoani-- se mostraba sorprendido por la extensión y la precisión de las respuestas, de manera que cuando Yoani terminó, el diputado, que no salía de su asombro, se levantó de su asiento y vino hasta la mesa a dar la mano a Yoani, diciéndole frases de elogios y solidaridad. El senador Suplicy también habló en la sesión, refiriéndose al “mal rato” en “Feria de Santana”, explicando que cuando coordinó con el diputado Leite esa sesión del Congreso, le envió una carta al embajador cubano (le dio copia a Yoani de la carta al embajador cubano convidándolo al Congreso ese día) para que compareciera como convidado, con vistas a debatir ‘civilizadamente’ con “la bloguera Yoani Sánchez”, cosa que el embajador cubano, con la prepotencia que lo caracteriza, declinó. Ahora en un marco institucional, civilizado y de alta política, de nuevo la nota de Yoani era 100 puntos.
A la salida del Congreso el batallón de periodistas característico enfrentó a Yoani, que contestó preguntas interesantes sobre su ambición política futura: “Yo aspiro a crear un periódico cuando llegue a la Habana”. “Esa es mi misión principal después de este viaje”. “Creo en la prensa como un cuarto poder efectivo y mi papel en la Cuba democrática es el periodismo, para poder criticar con libertad lo que estime mal hecho”. “Sueño una Cuba donde el presidente sea una personalidad más de la vida nacional”. “Ni siquiera la personalidad más importante”. “Yo no soy política, no tengo cinismo suficiente para ser política” remató Yoani ese día fundamental.
(continuará)